Locura de Amor [saga Arévalo #12]

Capítulo 2

Gema

No puede ser — fruncí el ceño al escuchar a Raquel hablar casi llorando.

Me levanto y me dirijo a la cocina esperando ver una uña quebrada, pero mi sorpresa es verla sentada con un papel blanco estrujado en su pecho.

—¿Raquel?— ella levanta su rostro y sus ojos están húmedos por las lágrimas — ¿Qué tienes? — mira el papel y me lo extiende con manos temblorosas.

Lo leo y me quedo paralizada.

—Nos están desalojando de nuestro rancho — suspiró.— Papá estaba muy endeudado, ¿sabes lo irónico? Que no olvidó que Frank le dijo a papá que no se preocupará por la deuda — me acerqué a Raquel quien no dejaba de llorar 

— Hablaré con Frank, quizás él no sabe lo que ha pasado.

— Yo soy la mayor debo ir yo.

— No te preocupes, en tu estado solo llorarias y no aclararias nada con Frank. Iré a cambiarme de ropa — subí las escaleras y doble la hoja para hablar con Frank, el presidente del banco, amigo de nuestra familia desde siempre ya que su padre había sido el mejor amigo de papá.

Cepille mi cabello y me puse un sencillo vestido rosa.
Sabía que todo era un mal entendido, cuando Frank se enterará de la amenaza de desalojo él la detendría y nos alargará el plazo para poder pagar la deuda.

Subí a mi auto y me dirigí a la ciudad, todo el recorrido lo hice escuchando música, me sentía un poco mejor, ya no era ninguna niña, ya tenia cuerpo de mujer y mi apariencia era la de una mujer, así que la próxima visita hacia Mina el Limón, Adán se daría cuenta que yo ya no era ninguna mocosa, pero estaba decidida, si este año, él no se fijaba en mi, está vez yo me olvidaría de él y seguiría con mi vida.

Cuando llegue al banco, la recepcionista hablo con la secretaria de Frank,  me hizo pasar y subí al ascensor con la seguridad de que todo saldría bien.

Al llegar al ultimo piso, salí del ascensor y abrí la puerta de vidrio, al fondo estaba... no recordaba su nombre. Ella me miró de la cabeza a los pies y luego me sonrió.

— Señorita Gema — se pusó de pie dejando ver el bien trabajado cuerpo, su ceñido atuendo le quedaba a la perfección.

— Hola... — desvié la mirada y sonreí.

— Claudia — su mirada de rabia me hizo avergonzarme por no recordar su nombre — Frank te espera — enarque una ceja al escuchar la familiaridad con la que hablaba de su jefe.

Asentí y cuando iba a abrir la puerta una mano sujetó mi muñeca, me giré para mirar a Claudia.

—Pueden haber mil mujeres en la vida de Frank, pero él siempre  viene a mi por que es mio.

Frunci el ceño y la miré.

— ¿De qué hablas? Frank es amigo de nuestra familia desde toda la vida, incluso estuve en su boda con    Vanessa — Claudia me miró.

— Solo es un recordatorio —  abrí la puerta con la sensación de que estaba pérdida.

Frank se veía imponente detrás de su escritorio, era un hombre muy atractivo, su cabello peinado hacia atrás, su traje cortado a la medida.

Su mirada oscura se posó en mi, caminé segura hacia él, le conocía de toda la vida.

— Hola Frank —  él sonrió mostrando sus perfectos dientes.

— Siéntate Gema — me senté y por un momento me sentí incómoda ante su escrutinio.

— Frank necesito tu ayuda, creo que ha habido un malentendido —  hurgue en mi bolso y saqué la hoja arrugada — Llegó está notificación al rancho — extendí la hoja, pero Frank no hizo el más mínimo intento para tomarla — ¿Frank?

—Se lo que dice la hoja.

— No entiendo, cuando papá estaba muriendo le dijiste que la deuda estaba saldada.

El sonrió con burla.

—Estaba muriendo, le di paz en sus últimos momentos, pero yo no soy ninguna beneficencia.

—Bien, podemos llegar a un arreglo para pagarles a plazos.

Frank negó.

— Es todo, nada de plazos — lo miré atónita.

— ¿Todo? — él asintió — Sabes nuestra situación Frank, ¿cómo putas crees que conseguiremos esa plata?

—Hay una solución — se pusó de pie y se acercó para quedar de frente a mi, se apoyó en su escritorio.

— ¿Solución? — él asintió — ¿Cual?

— Tú mi querida Gema — lo miré sin entender.

— ¿De qué hablas? — se inclinó y cogió un mechón de mi cabello entre sus dedos.

— Me olvido de la deuda si te conviertes en mi mujer.

Me puse de pie furiosa.

— ¿Cómo rayos se te ocurre decir eso? Vanessa te ama y la rompería si te divorcias de ella, además hemos sido amigos de toda la vida... — callé cuando él soltó una risita.

— ¿Quién ha hablado de divorcio? Sabes bien que no puedo dejar a Vanessa, nuestro matrimonio ha sido de lo más conveniente, lo que te ofrezco es el puesto de amante o querida como prefieras. Sabía que Raquel se quebraria al leer la notificación y tú vendrías, te estaba esperando — metió las manos en el bolsillo de su traje y sacó unas llaves — Tu propio apartamento en la ciudad para hacerte el amor las veces que yo desee — me abracé y me pellizque esto debía ser una pesadilla, Frank no me estaba diciendo todo eso — Te daré todo lo que quieras mientras seas mi amante, te he deseado toda la vida, me he imaginado muchas veces como seria tenerte debajo de mi y el tiempo ha llegado. Mudate desde hoy.

¡Era verdad! El muy maldito, me estaba proponiendo ser su amante, cogi mi bolso y lo apreté fuerte.

— ¿Crees que yo aceptaría ser tu amante?

— Pierdes el rancho — me dolía perder el rancho por el que tanto mi padre trabajo pero no accederia.

— El precio que le estas poniendo al rancho de mi padre es muy alto y no lo pagaré — Frank apretó su mandíbula y se acercó.

—Eres una mocosa estúpida, te estoy poniendo en bandeja de plata la salvación del rancho y lo estás despreciando.

—Me estas pidiendo que me rebaje al convertirme en tu amante, sabes los principios con los que me criaron y aun así has tenido la osadía de proponermelo.

— ¿De qué sirven los principios? Tu padre está muerto y tu tía murió amargada por que no encontró a alguien que le hiciera el amor y esa amargura se las transmitió a ustedes. Tienes un minuto para decidir si salvas el rancho.




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