Locura de Amor [saga Arévalo #12]

Capítulo 3

Gema

¿Hizo qué? — Raquel estaba perpleja.

— Ya te dije — tire el bolso y lleve mis manos a mis hombros para darme masajes.

— Debí ir yo — me encogí de hombros — Gema, empacaremos nuestras cosas, Rosario puede tenerlas en su casa mientras arreglamos este asunto.

— ¿Crees que esto se arreglé? Frank está decidido en convertirme en su amante, si el lunes no llegó por las llaves del apartamento, procede el embargo.

— ¡Que ese maldito agarre esa llaves y se las meta por el...! — Raquel se llevó ambas manos a su boca, ella era tan correcta, ninguna palabra ociosa salía de su boca.

— Rosario puede guardar nuestras cosas en las bodegas que tiene, pero a su casa no podemos ir, sabes bien que a su estupido esposo no le gustan las visitas menos que lleguemos a quedarnos... ese hombre moriria de un infarto — llevé mi dedo a mi barbilla y enarque una ceja —Aunque pensándolo bien no estaría mal... — el regaño de Raquel me silencio.

— ¡Gema, no puedes hablar en serio! — me encogí de hombros.

—Un favor le haríamos a la pobre Rosario que debe pedir permiso a ese insufrible hombre hasta para alimentarse — Raquel rodó los ojos.

— Nos iremos donde Marcelo, él nos puede ayudar, si vamos con él al banco, Frank se dará cuenta que no estamos solas.

Mordí mi labio inferior recordando que a Frank le había hablado de mi "novio Adán" mi hermana seguía con su charla, pero yo ya no estaba prestando atención, caminé hacia la ventana, me senté en el alféizar y mi mente sólo pensaba en Adán, ese hombre me traía loca de amor desde que era una niña, el día que lo conocí me quede sin voz, no sabia donde se había extraviado, pero al aparecer Raquel y notar como la miraba me hizo arder en ira y golpearlo... Bajé la mirada a mi regazo, ya no era una niña, pero tenia miedo que Adán aún me mirará como tal.

— ¡Gema! — sacudi la cabeza y miré a mi hermana — Te comentaba que el imbécil de Frank se quedará con las ganas, es un total idiota como se le ocurre que tú le darás tu virginidad sin casarte.

Resoplé.

— Honestamente Raquel, tú estas a la antigua, sigo virgen por que no ha llegado el momento adecuado, pero cuando llegue se la daré al hombre que ame, este o no casada. — Raquel se puso de todos los colores, ese era otro problema, hablar con mi hermana de sexo era como hablar de lo prohibido, ella se quedaba congelada, la lengua se le trababa y comenzaba a tratar de cambiar la conversación,  mi tía la había echado a perder.

— Gema — jadeó.

— Crees que nuestra tía si hubiera tenido la oportunidad de dejar su flor en medio de las sábanas de un hombre alto, músculoso... — trague fuerte por que en mi memoria estaba la viva imagen de Adán.

— Aja.

— Ella la hubiera dejado Raquel sin pensar que ahí quedaría fumigada y extinta.

— Gema, te pasas.

— Soy realista Raquel, cuando llegue ese hombre — esperaba que el pendejo de Adán me mirará porque yo deseaba que él fuera el jardinero que se quedará con mi flor — Viviré ese momento al máximo.

— Nos hemos salido del tema, debemos empacar, no deseo que Frank se de el gusto de darnos una patada en el trasero, nos vamos donde Marcelo de manera temporal o quizás el destino ha permitido esto por que llegó la hora de darnos una oportunidad.

Literal me di un manotazo en la frente ¿lo decía en serio? ¿aún esperaba que Marcelo después de besarla tantas veces le dijera algo? Crecieron besándose por cada rincón de la hacienda, pero nunca él le pidió que pasarán a más, él intento corresponderle, se notaba el esfuerzo que hacia, pero en el amor no se mandaba.

Por esa razón si en este viaje Adán no me notaba está historia aquí moría.

— Raquel, ¿crees que no tiene inconveniente de tenernos en la hacienda?

— Sabes que Marcelo no es así, él nos ayudará.

— Esperó que así sea Raquel.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.