Locura Indemne

Capítulo 7: Lo que pasó, pasó

Giré bruscamente la cabeza al escuchar el estruendo que produce un vaso al romperse y me topé con que Atelia estaba inmóvil en la puerta de la sala con la mano abierta, dando a entender que ella había soltado el vaso.

Estaba muy pálida y con los ojos bien abiertos en un estado casi catatónico, no apartaba la vista de las imágenes que transmitían en el televisor…

─ ¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHHHH!!!! ¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!! —Súbitamente cayo arrodillada, gritando y agarrándose la cabeza─ ¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!

─ ¡Atelia! ¡¿qué ocurre?! ─Rin y yo nos acercamos, viendo con pánico como la mujer no dejaba de agitarse gritando, con una mirada trastornada.

─ ¡¡¡¡POR QUEEEEEEEE!!!! ¡¡¡¡NOOOOOOO!!!! ─Se clavaba las uñas en los brazos mientras parecía querer arrancarse algo con movimientos bruscos.

─Maldición ─me agaché y la abracé por detrás tomando sus brazos, si seguía así─ ¡¡¡¡NOOOOOO!!!! ¡¡¡¡SUELTENME!!!! ¡¡¡¡¡SUELTENME CARAJO!!!! ─Se iba a lastimar, pero lo peor es que no dejaba de gritar como si la estuvieran torturando.

─ ¡Por Dios, cálmate por favor! ─veía con impotencia como no dejaba de revolverse, gritando, mientras sus ojos buscaban inquietos algo.

Con cuidado y sin dejar de abrazarla me levanté llevándola al sofá.

─ ¡¡¡¡¡ES SU CULPA!!!!! ¡¡¡¡¡ES SU CULPA!!!!! ¡¡¡¡¡DESGRACIADOS!!!!! ─ ¿qué? ¡¿qué podía hacer para ayudarla?!

Atelia seguía tratando de soltarse, llego un punto en donde sin percatarme se había hecho una herida en el pecho, por donde comenzaba a escurrir sangre, me estaba desesperando. Los alaridos que estaba dando, sus ojos frenéticos, y las lágrimas que caían furiosas por sus mejillas, todo junto daba una imagen desgarradora, que nunca más quería ver en esa mujer.

Sin dejar de abrazarla, me giré viendo a Rin quién había comenzado a llorar al ver así a su hermana ─ ¡Rina busca…

¿Qué? No te preocupes es morfina, es un sedante para que no sientas dolor mientras atiendo la herida intenté nuevamente inyectarla, pero me volvió a detener.

Subí una vez más mi vista y sorprendentemente me encontré con una mirada ¿temerosa?

No… no me gustan los sedantes, los detesto. No me importa si se siente como el diablo, pero prefiero aguantarme el dolor a que me inyectes hablo claramente sin rastros de miedo en su cara. ¿Será que fue una alucinación esa mirada?

***

Bien Rin, tranquila que esto será un simple piquete y después no sentirás más dolor dije sujetando levemente la muñeca de la mencionada.

¡SEDANTES, NO! Casi se me cae la jeringa al escuchar el grito proferido por ambas hermanas que me miraban de manera hostil, ¿qué clase de personas eran estás que preferían aguantar el dolor a un calmante? Entendería si dijeran ‘agujas’, pero ¿sedantes?

─ … ¡Busca un vaso de agua en la cocina, rápido!

Tranquilizantes no, ella les tiene miedo y lo último que quería es que siguiera sufriendo… pero…

Con mis ojos ardiendo, vi a Atelia, esa mujer que había conocido por obra y gracia del destino, revolverse llorando y gritando improperios contra algo que yo no podía comprender…

─Por favor… solo… cálmate ─Lentamente recosté mi cabeza en el hombro de la mujer, sin poder soportar ver más esa imagen, salida de alguna de sus peores pesadillas─ Te lo pido, deja de gritar, deja de sufrir… haré lo que sea, dejaré que se larguen, nunca les hablaré de nuevo, compraré mil cartones de leche, dejaré que me uses como tiro al blanco, pero por favor… deja de llorar…

Sin notarlo, poco a poco se iban reduciendo los gritos y alaridos de la mujer, mientras yo seguía susurrando palabras tranquilizantes en su oído.

─No voy a dejar que te hagan daño… déjame… sanar tu dolor… ─Suavemente la volteé y Atelia se lanzó a mi pecho abrazándome fuertemente por la espalda sin dejar de llorar de manera desgarradora. Yo también la envolví en mis brazos, soltando sin percatarme finas lágrimas mientras la apretaba fuertemente tratando de borrar los recuerdos que le causaban daño…

─ ¡NO!... ¡No!... ¡ahhhh! … ahhh… mami… no ─varios minutos después, dejo de llorar, pasando a soltar suaves sollozos… ¿qué sería lo que le hizo tanto daño a la pequeña mujer y frágil que sostenía en sus brazos?... no quería saberlo ya… lo único que tenía claro era que no quería ver llorar nunca más a Atelia…




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