Locura Indemne

Capítulo 9: Muchas personas rodean este mundo

─Aquí hay mucho ruido ─dijo Rin al ver el movimiento de acá para allá y las múltiples voces que se oían en ese gran edificio.

─Si supieran. Los mercados rurales son peores, aunque ahí suelen aparecer personas muy interesantes ─dijo Lucas quién veía a su alrededor tratando de descifrar por dónde se llegaba al salón de belleza.

Por su parte Talos no apartaba su mirada de Atelia pues no sabía cómo podría reaccionar de un momento a otro, pero la mujer en cuestión solo observaba a su alrededor fascinada (pero sin demostrarlo tan abiertamente como Rin) escuchando los diversos gritos de ofertas, anuncios o simplemente entusiasmo, de las personas que paseaban por el lugar o se encontraban trabajando en las múltiples tiendas que parecían no tener fin.

─Huele rico ─susurro por lo bajo Atelia al sentir el aroma de la feria de comida una vez que pasaron debajo de esta.

─ ¡Lía! ¡Lía! ¡¿Qué es eso?! ─exclamó Rina al señalar una colorida heladería─ ¿Talos tú lo sabes?

Ambos adultos sintieron un golpe en el estómago de forma inevitable al escuchar a Rina, pero los dos trataron de poner su mejor cara.

─Es una heladería Rin. Ahí puedes comprar un dulce muy cremoso y suave… creo que lo hacen con leche ¿no? ─habló Atelia mirando a Talos quien seguía algo aturdido por las palabras de Rina.

─ ¿Eh? Ah, sí, tienes razón y también le echan diferentes cosas para que sepa muy rico ─explicó el ojo marrón─ ¿Quieres uno? ─preguntó con una sonrisa.

─Si por favor, suena muuuy rico ─respondió Rin entusiasmada.

Atelia palpo por reflejo los bolsillos de su pantalón e inmediatamente los sintió vacíos, recordando que no tenía dinero. Por un momento se había olvidado de cómo funcionaba el mundo.

─No se preocupe señorita Atelia ─De repente apareció Lucas quién se había alejado un momento para preguntar por la peluquería, pero regresando a tiempo para escuchar la petición de la adolescente─ No podría permitir que gastará dinero en algo como esto. Sígame señorita Rina, yo con todo gusto le voy a brindar un helado ─Con pequeños saltos, Rin siguió sonriente al hombre de cabellos plateados hasta el puesto de muchos colores…

─No recordaba que ya no tengo ni un mísero billete en mi posesión, creo que hubiera sido mejor habernos quedado en la cabaña ─dijo algo alicaída Atelia quién se había quedado junto con Talos─ Je, ahora recuerdo porque no quería tener hijos hasta ser grande ─Con una sonrisa chueca Lía se giró para ver al médico, pero lo encontró con la mirada pérdida.

─ ¿Te encuentras bien Talos? ─preguntó la mujer con el ceño fruncido.

─ ¿Cómo lo soportas? ─susurro Talos dejando confundida a la morena.

─ ¿El qué?

─Rin… ella, no ─Se expresaba con dificultad el hombre, pero solo esas palabras bastaron para que Atelia comprendiera su pregunta, la mujer entonces se dispuso a hablar con un suspiro.

─Supongo que me acostumbré con los años... ─mirando nostálgica a Rin quién recibía con mucha alegría su primer helado─ Todavía me afecta mucho cuando pasan este tipo de cosas, pero… no me queda de otra que afrontarlo. No tendría sentido si tratará de enseñarle sobre lo que se podría encontrar ─dijo al tener una idea de lo que podría sugerir Talos─ Siempre va a haber algo que despierte su curiosidad.

─Y, en otras palabras, tu sientes esta opresión en el pecho bastante seguido ¿no? ─pronunció suavemente el hombre mirando a Rina quién se había volteado con una sonrisa, comenzando a caminar nuevamente en su dirección. Atelia asintió sintiendo una opresión en su pecho por las palabras de Talos, pero sabía que no era un sentimiento malo…

─ ¡Atelia! ¡Mira! ¡tengo un helado! ─Rin llegó alegre mostrando con orgullo el dulce color rosa (no era extraño de imaginar porque lo eligió).

─Si ya vi ─dijo la morena con una sonrisa─ Cómetelo antes de que se derrita ─advirtió.

─ ¿Esto se come? ─cuestionó asombrada la niña.

─Claro, ¿por qué no lo pruebas y nos dices que tal? ─dijo Talos con una sonrisa ya recuperado del golpe pasado.

Lentamente la niña acercó a su boca el remolino de azúcar que estaba cubierta por varias chispitas de colores y un líquido transparente de tono caramelo (de seguro sirope) y apenas su lengua hizo contacto con el helado, saltó hacía atrás sorprendida.

─ ¡Es frío! ─exclamó con júbilo─ ¡Prueba Atelia! ¡También es MUY dulce y suave!




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