Locura Indemne

Capítulo 15: Mi pequeño paraíso

— ¡AHH!

Los dos gritaron del susto sintiendo como se les había parado el corazón.

— ¡Ya volvieron! —gritó con una sonrisa Rina sentada en la sala con el pelo en un extraño peinado y con un pijama de estrellas.

—Al fin, pensaba que nos volveríamos viejos antes de que ustedes regresaran —regaño Valentina con una bata negra sentada en el sofá detrás de Rin mientras le hacía otra trenza.

— ¿La pasaron bien? ¿Tienen hambre? —interrogó cariñosamente la señora Helena sentada tranquilamente en el sillón leyendo una revista con varios rollos sujetando su cabello.

Talos y Atelia soltaron bruscamente el aire, pensando que habían pasado un susto innecesario.

—No es por nada, pero ¿qué hacen aquí? —preguntó Talos viendo como Atelia dejaba su pistola a un lado e iba a saludar a Rin. De repente escuchó un ruido en la cocina y sin sorprenderse encontró a su padre jugando cartas con Lucas. Lo que sí lo tomó desprevenido fue ver a otros dos hombres que conocía bastante bien.

—Hello little brother ¿what´s up? —cuestionó animadamente un chico de 24 años de cabellos rubios.

—Talos, de verdad que tardaste. Espero que al menos hayas hecho las cosas bien —dijo con una voz bastante grave el otro hombre de 29 años de ojos grises.

— Pero ¡¿qué?! ¿Sergio, Gabriel? ¿Cuándo regresaron? —interrogó Talos con una sonrisa mientras se acercaba a abrazar a sus dos hermanos.

—Llegaron ayer por la noche hijo, poco después de que ustedes se fueran —respondió su madre quien se había acercado a la cocina por un vaso de agua—… Querido sí sacas esta y esta, ganas el juego —dijo señalando dos cartas en el mazo de su esposo quien sorprendido hizo lo que le dijo su mujer provocando que los otros tres chicos en la mesa se quejarán.

» Y respondiendo a tu pregunta anterior —La señora Helena se paró seria delante de su hijo— nos quedamos preocupados luego de que nos enteráramos de que Atelia se había marchado a pie y también por el incidente que hubo poco antes. No vinimos directamente anoche pensando que ya era demasiado tarde para conducir, por lo que apenas nos levantamos vinimos aquí, pero nos encontramos con la sorpresa de que habías salido con Atelia en una cita —Una sonrisa pícara surcó el rostro de su madre entre tanto sentía como una gota de sudor resbalaba por su cuello.

— ¡Yo la quiero conocer! —exclamó de repente Sergio el menor de los tres hermanos, levantándose energéticamente y dirigiéndose a la sala. Talos lo siguió con el ceño fruncido, pero al llegar al lugar lo único que encontró fue a Rina sentada en las piernas de Lía mientras esta hablaba tranquilamente con Valentina, con un leve sonrojo en sus mejillas, y ningún rastro de su hermano…

—Vaya que es bonita —Drásticamente notó que Sergio estaba a su lado mientras veía conversar a las tres chicas.

—Por primera vez estoy de acuerdo con el enano —dijo Gabriel colocando una mano sobre mi hombro entre tanto sonreía y yo solo pude pensar en lo acertadas que eran las palabras de mis hermanos….

— ¿Cómo fue que entraron? —preguntó Atelia sin notar la presencia de los hombres.

—Usamos la llave que está en la maceta de afuera —explicó Valentina. Súbitamente la chica se comenzó a reír—. Solo que no tomamos en cuenta que Rina nos recibiría armada con un palo de escoba… esperó que no le haya quedado ninguna contusión a Sergio —cavilo sin dejar de reír la rubia provocando que yo me sorprendiera y que Rin se sonrojará.

Bajé la mirada viendo a mi hija…

—Buena chica —pronuncié mientras depositaba un beso en su cabeza.

— ¿Cómo te fue con Talos Lía? —cuestionó traviesamente Rina provocando un sonrojo en las mejillas de la pelinegra, el cual creció al ver la mirada pícara que le lanzaba Valentina.

—Cierto ¿qué tal te fue? ¿la pasaron bien?

Atelia atinó a asentir levemente con la cabeza algo apenada y una vez que consiguió dejar atrás el fuerte sonrojo se dispuso a contestar el interrogatorio que le soltaban ambas chicas.

— ¡Cuñada! —Repentinamente un chico desconocido de ojos azules se lanzó encima de Atelia gritando emocionado.

—O te quitas o te quito —advirtió Lía viendo como rápidamente el chico se alejaba de ella con una sonrisa apenada, pero drásticamente dos golpes cayeron sobre su cabeza. La ojinegra levantó la mirada y notó que los agresores eran Talos, y un chico que se parecía bastante al señor Dionisio.




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