Locura Indemne

Capítulo 19: Y el destino no deja que nadie se salve

Por fin estaba en el lugar y ya solo faltaban minutos para poder tener a Atelia nuevamente con él.

Nunca imaginó que un lugar tan…lúgubre, pudiera existir tan cerca de su hogar. Bueno “cerca” entre comillas, pues a pesar de todo habían necesitado ir en carro y también tomar un helicóptero.

Rina había sido de mucha ayuda pues a partir del momento en que se habían reunido en el despacho, habían comenzado a idear un plan para poder invadir el manicomio y rescatar a todos aquellos que estaban cautivos. La chica había podido facilitarles mucho las cosas y siempre estuvo dispuesta a dar su punto de vista, aunque obviamente ella no estaba en ese momento allí con ellos a pesar de sus múltiples berrinches.

— ¿Listo hijo? —interrogó Dionisio que al igual que él portaba un chaleco antibalas. El hombre mayor se volteó y le dio algunas órdenes a los soldados que los acompañaban.

Si por él hubiera sido, habría arrasado desde hace mucho con el manicomio el mismo, pero el detalle fue que, su padre conociéndolo le prohibió a Rina decirle la ubicación del mismo aludiendo que necesitaban prepararse antes de darle semejante golpe a un lugar que podía estar fácilmente tan protegido como el Fort Knox.

Entonces luego de que su padre llamará a viejos colegas de su padrino, que el hermano de Atelia contactara (contra su voluntad) con sus hombres, y que finalmente hubieran obtenido la información suficiente, se encontraban ahora en la parte posterior del edificio preparándose para asaltarlo en cuanto el contingente principal diera la señal.

Cosa que sucedió quince minutos después.

Había cuatro escuadrones rodeando el lugar todos con una buena cantidad de hombres con el fin de que la misión se llevara a cabo lo más rápido posible. Uno por el norte, otro por el este, el tercero por el oeste y el último, donde estaban él y su padre, por el sur.

Todo pasó increíblemente rápido una vez que comenzó, pero lo que nunca iba a olvidar era lo que alcanzó a ver en ese… calvario.

Las habitaciones en un estado deplorable y de aspecto terrorífico, ni se diga del estado físico de las personas. Pacientes a quienes les faltaban pedazos de piel o extremidades de una forma grotesca. Hombres y mujeres gritando como locos tratando de infringirse daño… No se quería imaginar cómo serían las demás áreas de ese manicomio pues según la información dada por Rin, ellos habían entrado por el lado más… “normal”.

Junto con su padre avanzó presuroso por los pasillos con el fin de alcanzar la antigua celda de las chicas, siendo lo más probable el que Atelia estuviera ahí, pero en cuanto entraron al lugar se notaba que nadie lo había ocupado en mucho tiempo…

Unas marcas en la pared llamaron mi atención y sin poder evitarlo me acerque. Al mirarlas un pequeño pedazo de mi corazón se apretó… eran dibujos. Dibujos hechos con un pedazo de tiza o una especie de carbón en la pared.

Una niña cabalgando; volando; bailando… Ja, ja, comiendo un inmenso pastel… también había una familia….

Rápidamente se acercó a la otra litera y encontró algo similar, pero los dibujos parecían más… maduros. Y por lo mismo inmediatamente entendió que esa era la litera de Lía…

Acarició uno de los dibujos lentamente pensando… qué habría sentido su ángel de hielo al hacerlo…

Escuchó el llamado de su padre por lo que se levantó tomando una vez más la pistola con su mano y preparado, más que nunca, para recuperar a su mujer.

Antes de abandonar la celda se enteraron a través de la radio que portaba su padre que ella tampoco estaba en las demás zonas del manicomio, lo cual provocó la desesperación de Talos, pero esta fue remplazada velozmente por la adrenalina cuando escuchó que algunos de sus hombres sostenían una pelea en el ala este y que los centinelas parecían no acabar…

Nunca había corrido tan rápido en su vida. El saber que la podrían estar torturando posiblemente otra vez en la Red Nightmare provocaba una ola de angustia e ira en su ser. Cosa que le sirvió de aliciente para ayudar a despejar el camino, y de pasó aprovecho para desquitarse un poco con los guardias del lugar contra los que luchaba… o que dejaba inconscientes, como prefirieran verlo.

Cuando por fin pudieron avanzar lo suficiente se toparon con que esa ala estaba profundamente reforzada, incluso más que todo el resto del lugar junto. Por suerte habían llevado algunas bombas en caso de que las cosas se complicarán.

En esos momentos, no había tiempo que perder.

Sin embargo, justo cuando habían comenzado a subir unos niveles escucharon unos gritos desgarradores y rápidamente Talos identificó la voz de Atelia. Adelantó como un rayo a los soldados y siguió el sonido de los gritos hasta que finalmente alcanzó una puerta que, al fin, parecía de un hospital. Cosa que lo alteró más de ser posible. Sin embargo, antes de que intentará atravesarla pasaron dos cosas.




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