Locura [nordic king]

Capítulo I

Las flechas cayeron como gotas de aguas, sobre un campo ensangrentado y lleno de cuerpos inertes. Valientes hombres del imperio cayeron ante el batallón de la rebeldía dirigida por jarl Ulfric.

El joven príncipe Thorald, miró con ojos fijos el líquido carmesí que salía del cuerpo de sus guardaespaldas. Con apenas cinco años, este niño ya había visto la violencia de una batalla de guerra, la había sentido tan cerca, justo como el sentimiento de morir.

Pero a pesar de estar en un camino poco transitado y rodeado de cuerpos con armaduras de cuero y pieles, el niño no se sintió solo por unos momentos. Sus ojos miraban a la lejanía, la sombra de un trono y sobre él, la de un rey. Un rey que le miraba con ojos similares a los suyos, esmeraldas y aquella rasgadura vertical, similar a la de los reptiles, más cerca a la de una serpiente. En el cuerpo sombrío del rey, una blanquecina sonrisa se dibujaba en su rostro, una que le daba bastante terror.

El cuerpo del niño se tensó y comenzó a temblar cuando el rey sombrío se levantó de su trono, caminando a pasos lentos en su dirección. Ya teniéndolo bastante cerca su respiración se cortó y se centró en detallar su rostro, pero era completamente oscuro. El rey estiró su mano y la acercó al joven príncipe, quien retrocedió asustado. Y cuando su mano iba a hacer contacto con la cara del príncipe, todo se volvió oscuro para él.

 

.........

Se levantó de la cama con su respiración bastante agitada, estaba sudando a mares y sus manos temblaban violentamente. Su cuerpo se sentía frío y paralizado, pero su mirada reptiliana seguía siendo agresiva.

 

—¿Estas bien?. ¿Es ese sueño de nuevo?

 

A su lado estaba una dama desnuda mirándolo con notable preocupación. Ella era Astrid, una nórdica huérfana que Thorald había conocido cuando escapó de su hogar. Ella era su amante, su única amiga.

Ante la pregunta de la chica, Thorald no respondió, solo se mantuvo en silencio sobre la cama. Los brazos de ella rodearon su dorso, y le ofrecieron un cálido abrazo.

 

—Eso pasó hace mucho. Deberías haberlo superado.

 

Ella besó su cuello y se levantó de la cama para vestirse con la ropa tirada en el suelo. Thorald la observaba en silencio, tratando de calmarse después de haber tenido ese sueño que le aparecía en su cabeza de vez en cuando. ¿Quién era ese rey sombrío?, fue una pregunta que Thorald dejó de hacerse, cuando entendió que no tendría respuestas.

 

—Deberías levantarte, necesito que me traigas madera para la hoguera. Yo abriré la posada.

 

Ella salió de la habitación. Ahora fue el turno de Thorald de levantarse de la cama y vestirse con ropa echada sobre el suelo. Y antes de salir de la habitación, el nórdico tomó un collar negro sobre la mesa al lado de la cama. Collar que tenía en la punta dos anillos, uno de oro con una esmeralda, y el otro de plata, con varias escrituras marcadas por todo el anillo.

 

...........

A varios metros de la posada, Thorald cortaba árboles con solo un hacha de leñador, le resultaba más difícil que en hacerlo en un aserradero, pero a kilómetros de allí no había ni uno. Por esa razón lo hacía tan rudimentario.

Picaba el tronco de madera en varios pedazos, luego los cortaba a la mitad y después lo hacía pequeños trozos que servían para la hoguera sin ningún problema. Ese era el trabajo diario de Thorald, criaba al ganado, comerciaba con mercaderes ambulantes, cazaba algunos animales, hacía cualquier cosa que le sirviera a la posada.

Montó la madera sobre un soporte, y se lo colocó en la espalda como un tipo de mochila. Y con la mayoría de troncos, el nórdico volvió a la posada de Astrid.

 

.........

Varias personas reían y cantaban, el alcohol en sus venas los tenía bastante contentos. Todos se hallaban sentados alrededor de la caliente hoguera en el centro de la posada, el bardo tocaba un su laúd mientras contaba historias. Todos las escuchaban atentamente, era la historia de "The Red-Ragnar" un antiguo héroe nórdico, que murió por hablador.

Uno de los presentes se levantó, vestía de una armadura de piel azul y malla metálica, en su cintura traía un hacha de guerra. Este nórdico cansado de como este bardo hablaba sobre Ragnar, sacó su hacha y con mirada claramente enojada gritó.

 

—¡¡Calla nórdico bastardo!! Como eres capaz de hablar sobre un héroe de tu tierra de esa manera.

 

El bardo se asustó por el rugido del nórdico borracho, bajó el laúd y se paralizó cuando el nórdico lo miraba fijamente, con intenciones de matarlo. No podía hacer nada, el era un músico, un narrador y poeta, no guerrero.

 

The Red-Ragnar no murió de esa manera, la espada del rey Olaf le atravesó el pecho cuando fue desafiado por él.

 

—Tendras que irte si deseas ponerte así de violento.

 

Thorald entraba por la puerta y esto era lo que veía, un cliente intentando asesinar a otro. El nórdico con la sangre caliente se giró y miró furtivamente a Thorald, hipnotizándose por los ojos del rubio. Eran los de una serpiente, un animal que representaba sabiduría, traición, odio, poder e inmortalidad.

 

—Vez esta armadura que poseo, no te temo nórdico. Soy uno de los pocos que fueron aceptados a la recitación de la rebelión este año. Un verdadero hijo de Skyrim.

Se infló el pecho con orgullo, mostrando su brillante armadura azul, símbolo del ejército rebelde, los Stormcloak liderados por el jarl Ulfric-Stormcloak 

Hombre que Thorald odiaba, sus ojos brillaron violentamente, sus cejas se hincharon y se curvaron. Ante sus ojos tenía a un hombre del asesino de su padre, al hombre que deseaba la corona, y su sangre se comenzó a agitar sim control.

 

—¡Thorald!, cálmate.

 

Astrid quién había mirado la conversación del rebelde y el bardo en silencio, se sintió aliviada cuando Thorald entró por la puerta. Pero ahora estaba nerviosa, cuando los ojos de Thorald brillaban solo significaba una cosa, peligro.



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En el texto hay: imperio, guerra civil, nordicos

Editado: 19.07.2022

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