London.

Prólogo.

Una de las cosas que más me costó decidir es cuándo empezar a narrar está historia, había tantas formas de iniciar esto. Lo primero que pasó por mi cabeza fue contarte cuando empezó mi sufrimiento a manos de los seres que gobernaban ahora Inglaterra, pero me di cuenta de que era anterior a aquello; también pasó por mi mente el razonamiento de que si te contaba desde mi nacimiento podría llenar ciertos espacios en blanco, sin embargo está claro que todo esté asunto es superior a mí, mi persona sólo es una minúscula hormiga entre los millares de humanos que han pasado por esto antes, esto es inmenso e incluye a muchas personas cuyas historias fueron calladas. Por lo que si te parece bien, empezaré desde el momento en el que todo este barullo se formó, espero que no te incomode que no sepa algunas cosas, mas no puedo hacer nada, no soy un experto en este tema, sólo un joven que vivió parte de esto.

Se dice que todo empezó en el siglo X, durante el reinado de Edgar el Pacífico. Una joven viuda se encontraba sumida en la desesperación, pues su pequeño hijo de siete años había caído enfermo debido a una enfermedad de nacimiento, ninguno de los galenos podían hacer mucho, por lo que ella como última opción fue a ver a un brujo.

El niño estaba entre los brazos de su madre con los ojos cerrados fuertemente mientras sufría sus dolores casi inconsciente, el brujo lo miraba entre sus cabellos negros con el inusual color rojo decorando sus pupilas, la muestra de que estaba utilizando su magia oscura. Al apagarse el brillo extraño de sus ojos, miró a la mujer desesperada con aburrimiento. Le contó que el niño moriría en unos pocos meses, el mal que residía en su interior estaba destrozando poco a poco su organismo; a pesar de ello, le ofreció un trato que la mujer, nublada por el dolor que le embargaba al pensar en su niño muerto, aceptó rápidamente sin pararse a pensar en las consecuencias.

El niño viviría una vida larga y sana, sin enfermedades ni dolores, pero siendo una criatura no del todo humana. Tendría que consumir sangre humana para sobrevivir el resto de su vida, así obtendría las cosas que no podía tomar de los alimentos.

La mujer estaba extremadamente feliz, dejó que el brujo hiciese sus hechizos con los ojos rojo sangre y tras el primer tazón de sangre, las mejillas regordetas del infante se colorearon, sus ojos se abrieron al nuevo mundo y se levantó con fuerzas renovadas. Mientras la mujer escuchaba vagamente lo que decía el brujo, su hijo reía explorando la casa extraña. Pobre mujer, por prestar más atención a las risas del niño, ignoró al brujo mientras éste le advertía de los peligros de dejarlo sin supervisión.

Poco después, pasó lo que predicaba el brujo. El niño quedó sin vigilancia y, buscando saciar su sed, mató a tres aldeanos en muy poco tiempo, dejándolos secos y sin vida. Tras ello, se perdió su rastro, hasta el siglo XIII, donde cerca de las costas griegas se encontró un manuscrito en inglés que narraba estos hechos, con el autor clamando ser aquel niño, ya adulto. Tras ello adjuntaba una serie de ''síntomas'' que presentaban los afectados y un listado de cosas a tener en cuenta para evitar la muerte a manos de una criatura similar.

No sé qué pasó para que él llegase a la conclusión de que esa información sería importante, pero gracias a ella los humanos que quedamos en ciudades gobernadas por vampiros, podemos sobrevivir medianamente.

Esa información no se encuentra en un libro como tal, pasó de generación en generación, por lo que no todo es cierto, pero hay cosas que ya hemos comprobado y podrían serte levemente útiles, como que mejillas rojas y ojos negros significaban vampiro alimentado, por lo que tienes menos posibilidades de ser atacado, también que cazan por la noche, por lo que un escondite tras la puesta de sol, quizás te sea conveniente y tienen una especie de jerarquía extraña que no entendí del todo bien, pero que si te topabas con uno de los llamados beta, no correrías tanto peligro.  
No obstante, no lo creo del todo, todos son seres que necesitan sangre igual que todos los humanos necesitamos agua, da igual tu posición o edad. 

 




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