Lorcaster - Libro 7 de la Saga de Lug

PARTE II: RESTAURACIÓN - CAPÍTULO 9

Cuando Morgana terminó de abrir los postigos de madera que bloqueaban los inmensos ventanales, ayudada por Clarisa, la luz solar entró de inmediato, iluminando el esplendor de la enorme biblioteca. Augusto no pudo evitar suspirar con la boca abierta ante la sala casi infinita con pisos de mármol rosado, provista con mesas de madera pulida y labrada con motivos vegetales. A los lados, sobre las paredes, se alzaban decenas de estantes construidos en piedra y madera, conteniendo miles y miles de libros antiguos, y rollos de manuscritos y mapas.

—Esta es solo la sala principal —anunció Morgana—. El laboratorio está por aquí —señaló con una de sus delicadas manos hacia una puerta imponente entre dos estanterías, bordeada con un friso de hojas de oro y plata.

Morgana apoyó su dedo índice sobre un círculo tallado en la madera y la puerta se abrió, obediente ante la orden del hada. La reina se volvió hacia Augusto, Clarisa y Rory por un momento:

—Nunca un humano ha penetrado este recinto sagrado, excepto por Darien —anunció con solemnidad.

—Gracias por este honor —hizo una inclinación de cabeza Augusto.

—Es un honor merecido —dijo Morgana—. Sed bienvenidos, amigos de las hadas. La obra de Darien y de todas las hadas eruditas está a vuestra disposición —los invitó a penetrar el recinto con un gesto de la mano.

—Estoy seguro de que encontraremos la forma de restaurarla, Morgana —aseveró Augusto con confianza, recorriendo con la mirada los libros de los anaqueles en las paredes y los extraños artilugios y recipientes que atestaban la abarrotada mesa que se erguía robusta en el centro de la sala.

—No lo dudo —respondió Morgana—, y no me alcanza la vida para agradeceros vuestra ayuda —hizo una inclinación de cabeza—. Merianis y yo nos encargaremos de preparar alimentos —anunció—. Mientras tanto, os dejaré investigar libremente en este lugar. Clarisa os proveerá con lo que necesitéis.

—Gracias —dijo Rory.

Merianis y Morgana se retiraron del laboratorio sin más.

—Este lugar es fantástico —murmuró Augusto, extasiado, mientras recorría los lomos de los volúmenes en las paredes con atenta mirada.

—Se parece mucho al laboratorio de Gov en el Círculo, ¿no lo crees? —comentó Rory, inspeccionando los aparatos que estaban sobre la mesa, para luego desviar su atención a un gabinete con estantes llenos de frascos cuidadosamente etiquetados que contenían diversas sustancias.

—Sí —admitió Augusto.

—¿Qué más van a necesitar? —preguntó Clarisa con tono amable.

—Por el momento, papel y lápiz para tomar notas —dijo Augusto, sacando con cuidado uno de los antiguos libros de un estante y abriéndolo con mirada fascinada.

—Hecho —asintió ella.

Cuando Clarisa volvió con los elementos requeridos, se encontró con que Augusto y Rory estudiaban con atención un libro antiguo forrado de forma extraña. El forro no era de cuero como en la mayoría de los libros de la biblioteca, sino que parecía estar cubierto más bien por algún tipo de hojas de una planta. Lo extraordinario del material vegetal era que conservaba su color verde brillante, cuando era obvio que por la antigüedad del libro que protegía, las hojas debieran haberse marchitado hacía mucho tiempo.

—“Sacrificio” —dijo Augusto, recorriendo con el dedo una palabra del texto abierto—. No, no, este símbolo al final parece una inflexión arcaica; creo que la palabra es “sacrificial” —se corrigió.

—Entonces, ¿la frase completa es “altar sacrificial”? —inquirió Rory.

—Eso parece —asintió Augusto con la cabeza.

—¿Un altar para sacrificar qué? —cuestionó el Sanador.

—¿Y para lograr qué? —agregó su amigo.

—¿Qué están leyendo? —interrumpió Clarisa las cavilaciones de los dos.

—Rory descubrió este libro, oculto detrás de los anaqueles con las pociones —explicó Augusto—. Creemos que debe ser importante. Estaba protegido con un campo de energía, pero no tuve problemas en disolverlo.

Clarisa se acercó y escudriñó la página que los otros dos habían estado observando: contenía la figura de un templo abierto circular, con techo abovedado sostenido con columnas. Sobre el piso había dibujado un espiral de piedras y en el medio del círculo había un altar con cadenas colgando de los costados, terminadas en grilletes de hierro. Debajo de la imagen había unas líneas de texto que Augusto estaba tratando de descifrar con gran esfuerzo.

—Se parece al templo que pasamos viniendo hasta aquí —comentó Rory.

—No se parece, es exactamente el mismo —murmuró Clarisa, deslizando sus dedos por las columnas del dibujo.

—Está escrito en el lenguaje de Yarcon —dijo Augusto—. Conozco algo del idioma gracias a las investigaciones de mi madre, pero este texto parece haber sido escrito con una variante antigua que me resulta difícil traducir. Lo único que pude deducir es la frase “altar sacrificial”.



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En el texto hay: mundos paralelos, portales, aventura

Editado: 11.12.2019

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