Lorcaster - Libro 7 de la Saga de Lug

PARTE II: RESTAURACIÓN - CAPÍTULO 13

La primera de las tres mujeres en reaccionar fue Clarisa:

—¡¿Pero qué locura es esta?! ¿Cómo se les ocurre usar el Tiamerin para esto? —gritó casi fuera de sí, acercándose a la mesa como para tomar la gema y esconderla de Augusto en un lugar donde nunca más pudiera encontrarla.

Clarisa estiró la mano, pero Augusto la detuvo a último momento, tomando su muñeca antes de que lograra tocar la gema roja.

—Creo que antes de ofuscarte así, deberías escuchar sobre los resultados que hemos obtenido —dijo Augusto a la defensiva.

Clarisa no le prestó ninguna atención. Se soltó bruscamente de la mano de Augusto y se dirigió a Rory:

—Si en verdad eres su amigo, por favor hazle entender que no puede usar el Tiamerin sobre Morgana.

—Ni sobre nadie —añadió Merianis con el rostro serio.

—Diles, Rory —dijo Augusto con tono cansado—. Ya que parece que mi credibilidad se ha desmoronado, tal vez te hagan caso a ti.

—Hemos hecho un gran progreso —comenzó Rory—, y por eso las llamamos aquí, para explicarles lo que hemos conseguido hasta ahora.

—Os escuchamos, Rory —dijo Morgana.

—Augusto ha logrado restaurar la sangre de Morgana con éxito, pero solo logramos que se mantenga estable si trabajamos juntos y usamos el Tiamerin como amplificador.

—¿No podéis hacerlo sin el Tiamerin? —preguntó Morgana.

—¿Ve esta muestra de sangre? —tomó Augusto uno de los platillos—. No es más que una pequeña gota, y sin embargo, usando nuestras habilidades conjuntas y toda nuestra energía personal, quedamos en un estado físico de fatiga extrema que nos obligó a tomar un descanso de una hora para reponernos y seguir trabajando. Transmutar y estabilizar la sangre de todo su cuerpo es imposible con nuestras propias fuerzas.

—¿Por qué se necesita tanta energía para el proceso? —inquirió Clarisa—. Te he visto hacer proezas más grandes y no pareciste afectado de la manera que describes.

—La mutación es muy agresiva —explicó Augusto—. Además de transformar las células contaminadas, es necesario luchar contra ellas en forma constante hasta derrotarlas por completo para que no destruyan a las células restauradas. Es una especie de guerra sin cuartel en la que las células mutadas avanzan mil veces más rápido de lo que Rory y yo podemos contenerlas al tiempo que trabajamos en la restauración.

—Yo también me opuse al principio —comentó Rory—, pero debo admitir que con el Tiamerin los resultados fueron óptimos y no hemos sido afectados por su uso.

—Por ahora —murmuró Merianis para sí.

—Trabajar sobre una muestra en un platillo es una cosa, pero apoyar el Tiamerin sobre el cuerpo de Morgana es otra muy diferente —protestó Clarisa.

—No será necesario apoyarlo sobre su cuerpo —explicó Augusto—, solo debe estar posicionado lo suficientemente cerca como para que Rory y yo podamos hacer una conexión mental con la gema.

—No lo sé… —dudó Clarisa, meneando la cabeza.

—Escúchame, Clarisa, Darien dejó las instrucciones de cómo hacer esto, ¿no es así? —comenzó Augusto—. Y aunque hubo obstáculos que parecían imposibles de superar, lograste reunirme a mí con Rory y con Morgana. A pesar de mi poca experiencia, logré encontrar la forma de hacer la transmutación necesaria, trabajando en equipo con Rory. ¿Es tan descabellado pensar que Rory y yo encontramos la forma de hacer esto a través del Tiamerin? ¿No confías en que Darien sabía lo que hacía cuando dejó este proceso en nuestras manos?

—Darien nunca habló del Tiamerin —objetó Clarisa.

—Y sin embargo, esta gema de poder llegó a nuestras manos —señaló Augusto—. ¿Crees que es una casualidad?

—La gema no llegó a nuestras manos, la robamos —aclaró Clarisa.

—La robamos para poder abrir un portal para buscar a Rory, lo cual luego no fue necesario, pues su función estaba destinada a ser otra. Además, al robar el Tiamerin, rescatamos a Merianis, cuya sangre nos sirvió como modelo para restaurar la de Morgana. ¿No ves como todos los eventos se han concatenado para llegar a esto?

—Tal vez el Alquimista tiene razón —dijo Morgana.

—¿Estás dispuesta a hacerlo? ¿Crees que es seguro? —le planteó Clarisa.

—Mi fe está puesta en el Alquimista —respondió Morgana.

Clarisa suspiró e hizo una mueca reticente, pero finalmente aceptó la propuesta:

—De acuerdo. Dime lo que tenemos que hacer.

—Necesitaremos una cama para que Morgana esté cómoda durante el proceso —explicó Augusto—. También quiero que tú y Merianis estén en la habitación. Si algo sale mal, necesito que cubran el Tiamerin para apagar su influencia.

—¿Cómo sabremos si algo está saliendo mal? —cuestionó Clarisa.

—Yo lo sabré —dijo Merianis.




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