Lorcaster - Libro 7 de la Saga de Lug

PARTE VII: LARA - CAPÍTULO 33

—Muy bien —se frotó las manos Liam, listo para la acción—. ¿Cómo vamos a hacer esto?

Augusto le dirigió una mirada exasperada: ¿era posible que para Liam todo siempre fuera un juego, una aventura? Los dos amigos estaban en el dormitorio de Lyanna y Augusto en Baikal, junto con Rory, Polansky, Sandoval y Merianis. Lug estaba sentado en la cama, con el rostro preocupado. Del otro lado de la puerta cerrada de la habitación, Bruno y Mercuccio hacían guardia para impedir que los demás interrumpieran al grupo.

—Si quiero tratar con Lorcaster en el nivel no físico, debo desenfocarme de este cuerpo material —dijo Lug.

—¿Significa eso que debes volver al estado en el que estabas después de que te apoyé el Tiamerin en el pecho? —inquirió Liam.

—Exactamente —confirmó Lug.

—Es una locura —negó con la cabeza Augusto.

—Si alguno de ustedes se opone a lo que quiero hacer, puede retirarse. No quiero cuestionamientos ni estorbos. Si están aquí es para ayudar —dijo Lug con firmeza.

Augusto levantó las manos en señal de rendición:

—De acuerdo, pero creo que debemos encontrar otra forma de hacerlo que no sea tan brutal como quemarte el pecho con el Tiamerin otra vez —opinó.

—Puedo inducirte a un estado de coma con drogas. Sería un estado más controlado —propuso Sandoval.

—No —negó Lug con la cabeza—, necesito que mi cuerpo no esté aletargado por medios químicos, eso haría muy difícil el regreso.

—Podríamos hacerlo como lo hicimos con Morgana —propuso Rory—, poniendo el Tiamerin en un área cercana a su cuerpo y usándolo como amplificador.

—Mientras Lug trata con Lorcaster del otro lado, tú y yo podríamos conectarnos y mantener su cuerpo físico en buen estado para su regreso —aprobó Augusto.

—¿Es eso seguro? —intervino Polansky.

—Más seguro que las otras alternativas —se encogió de hombros Rory.

—Funcionó bien con Morgana —expuso Augusto—. Pudimos mantener al Tiamerin bajo control casi todo el tiempo.

—¿Casi? —frunció el ceño Polansky.

—Si las cosas se descontrolan, necesitaremos que alguien esté atento y cubra el Tiamerin para cortar su influencia —explicó Augusto.

—Yo puedo encargarme de eso —se ofreció Liam.

—Y yo haré la conexión con ustedes dos —señaló Polansky a Augusto y Rory.

—No es necesario que te expongas —le dijo Augusto.

—Tú puedes manejar la materia física —señaló Polansky—, y Rory puede mantener el cuerpo saludable, pero yo puedo percibir anomalías en el cuerpo energético. Creo que tenemos que cubrir todas las bases.

—Me parece buena idea —dijo Lug.

Sandoval abrió su maletín negro y sacó una enorme jeringa, cargándola con un líquido claro de un frasco de vidrio sellado.

—¿Qué es eso? —preguntó Lug con aprensión.

—Adrenalina —respondió Sandoval—. Si todos sus poderes sobrenaturales fallan y tu corazón se detiene, te traeré de vuelta a la fuerza.

—Preferiría que no… —comenzó Lug.

—Hacer latir su corazón no lo traerá de vuelta —protestó Merianis—. Creí que eso ya había quedado claro.

Sandoval resopló con frustración. Sabía que Merianis tenía razón. Aun así, apoyó la jeringa sobre la mesita de noche para mantenerla a la mano.

—Si no logro volver por mis propios medios —dijo Lug—, Dana es la única que sabe cómo traerme. Ante cualquier emergencia, es a ella a quien deben llamar.

—De acuerdo —dijo Augusto.

—Aún queda algo importante por considerar —dijo Merianis—. Una vez despegado de vuestro cuerpo, ¿cómo pensáis encontrar a Lorcaster en la vastedad del mundo no físico? —cuestionó Merianis a Lug.

—Eso no lo sé —suspiró Lug—, pero algo me dice que él estará tan ansioso de encontrarme como yo a él, así que no será tan difícil contactarlo.

—Entraréis a ciegas en un mundo desconocido para vos —le advirtió Merianis.

—Tendré cuidado —prometió Lug—. No te preocupes, no es mi primera vez muerto —trató de sonreír.

Merianis solo suspiró sin contestar.

Lug se recostó en la cama y cerró los ojos, mientras los demás se ponían en posición. Lo que no les había confesado a los demás, era que en realidad, le resultaba más fácil dejarse ir del mundo físico que aferrarse a un cuerpo que le demandaba atención y concentración constante para no disolverse. Para él, en ese momento, el estado desencarnado era preferible y más fácil de sostener. Sabía que era posible que esta vez no pudiera regresar, y lo que más lamentaba era estar llevando a cabo esta peligrosa misión sin haberse despedido de Dana.




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