Capítulo 2

El pitido del cronómetro resonaba como una campana fúnebre.
01:59.
01:58.
Cada segundo era una bala disparada dentro de su cabeza.

Clara respiraba entrecortadamente, con las manos temblando sobre el botón rojo.
En una pantalla, Elena, su antigua compañera de trabajo, lloraba con los labios ensangrentados.
En la otra, Lucía, su vecina, estaba inconsciente, con un tubo conectado a la garganta.

—No puede ser... —murmuró—. ¿Qué quieren de mí?

La voz volvió, metálica, como si viniera desde las paredes:
—Decisión. Redención. Justicia.

—¡Esto no es justicia! —gritó—. ¡Son personas!

Silencio. Luego, la voz bajó el tono, casi como si disfrutara de su desesperación.
—Dos mujeres. Dos pasados unidos por tu egoísmo.
Presiona, y una vivirá.
Duda... y ambas morirán.

01:20.

Clara golpeó la pared, buscando una salida, un botón oculto, una cámara, algo.
Nada.
Solo ese olor agrio, metálico.
Y la sensación de que alguien la observaba muy de cerca.

De pronto, un sonido distinto: el chirrido del metal arrastrándose.
La cadena de su tobillo comenzó a tensarse, tirando de ella hacia el centro del cuarto.
Una máquina encendida. Un cable conectaba su grillete a un motor oxidado que empezaba a girar lentamente.

—No... no, por favor... —Clara cayó al suelo, tratando de liberarse.

00:45.

En la pantalla, Lucía empezó a moverse, despertando.
Sus ojos se abrieron de golpe, llenos de terror.
Intentó gritar, pero el tubo en su garganta solo dejó escapar un sonido húmedo y ahogado.

00:30.

El teléfono vibró. Un mensaje apareció en la pantalla:

> “No puedes salvarlas a todas, Clara. Pero aún puedes salvarte a ti.”

Clara levantó la vista hacia el botón rojo.
Tenía la palma sudorosa, el corazón al borde de la locura.
Cerró los ojos.

00:10.
00:09.
00:08.

Presionó.

Un chasquido seco.
Un grito atravesó la habitación… luego, silencio.

El cronómetro se detuvo en 00:00.
La pantalla de Lucía se volvió negra.
Elena respiraba con dificultad, viva.

Clara se derrumbó, llorando.

El teléfono vibró una vez más.
La voz habló, sin emoción alguna:
—Felicidades. Has cometido tu primer error.

Los dígitos cambiaron.
664.