Los 3 dígitos

Capítulo 15

El impacto la lanzó al suelo.
Su cuerpo golpeó una superficie fría, metálica, diferente.
El aire olía a ozono y electricidad.
Ya no estaba en el mismo edificio.
El lugar parecía… un laboratorio.

Tubos, cables, luces parpadeantes.
En una de las paredes, una pantalla mostraba el título del juego en letras rojas:
“Proyecto 666 — Fase final.”

Clara se incorporó lentamente.
Su cabeza zumbaba, pero había algo distinto en ella.
El miedo seguía ahí… solo que ya no dolía.
Ahora lo sentía como una herramienta.
Algo que podía usar.

El teléfono volvió a encenderse.
Un mensaje:

> “Bienvenida de nuevo, Clara.
Has sobrevivido al miedo.
Ahora el juego cambia.”

—¿Qué significa eso? —preguntó al aire.

Esta vez, la voz respondió desde todas partes.
Era más clara, más humana.
Ya no sonaba grabada.

—Significa que ya no eres la presa.
Ahora serás la jueza.

Las luces se encendieron, revelando tres cápsulas de vidrio frente a ella.
Dentro de cada una, una persona dormía.
Un hombre.
Una mujer.
Y un adolescente.

Todos llevaban en el pecho una etiqueta: 659, 658, 657.

Clara dio un paso atrás.
—¿Qué es esto?

La voz explicó con calma:
—Los nuevos jugadores.
Como tú lo fuiste.
Tú decidirás quién merece continuar y quién no.

El corazón de Clara se aceleró.
—No… no puedo hacer eso.

—Claro que puedes.
Ya lo hiciste antes.

Las pantallas a su alrededor se encendieron, mostrando fragmentos de su pasado.
El accidente.
El hospital.
Su firma en el informe.
Ella mintiendo para salvarse.
El otro cargando con la culpa.

—El juego nunca fue un castigo, Clara —dijo la voz—.
Fue un espejo.
Y ahora, tú eres ese espejo.

El teléfono vibró con una notificación final:

> “Prueba 1: Elige quién muere.
Tiempo: 10 minutos.”

Clara miró los rostros dentro de las cápsulas.
Eran desconocidos…
Y, sin embargo, había algo en ellos que reconocía.
Algo familiar.

El adolescente tenía sus mismos ojos.
El hombre, la cicatriz en la mano.
Y la mujer…
—Dios mío —susurró—, es yo.

Las tres versiones la miraron al mismo tiempo.
Las luces titilaron.
La voz habló una vez más, como un juez dictando sentencia:

—El juego cambia, Clara.
Pero la culpa… siempre es la misma.

El temporizador comenzó a correr.
00:09:59.

Y esta vez, Clara sonrió.



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En el texto hay: terror, miedo y suspenso

Editado: 09.10.2025

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