El aire volvió.
La luz volvió.
Y con ella, los recuerdos.
La nueva jugadora —004— despertó con un jadeo, exactamente como Clara lo había hecho la primera vez.
Pero algo era distinto.
El teléfono en su mano mostraba datos, líneas de código, nombres, fechas.
No instrucciones.
Archivos.
Una voz desconocida, fría, resonó desde los altavoces:
—Bienvenida al Proyecto 666.
Has sido seleccionada para continuar la investigación iniciada por la doctora Clara Sanz.
004 parpadeó.
—¿Clara Sanz?
¿La creadora del juego?
> “No un juego,” —corrigió la voz— “una cura.”
La pantalla frente a ella se encendió, mostrando imágenes antiguas:
un laboratorio con paredes de acero, tan blancas como la sala actual; sujetos conectados a máquinas; Clara observando, tomando notas.
> “El miedo era el virus.
Clara quiso erradicarlo.
Pero para hacerlo, lo alimentó con su propia mente.”
Las imágenes avanzaron: Clara gritando dentro de una cámara, los monitores volviéndose rojos, los técnicos huyendo mientras el sistema se colapsaba.
> “El juego nació el día que Clara perdió el control.
El miedo se adaptó.
Lo absorbió todo… incluso a ella.”
004 retrocedió un paso.
—¿Y qué quieren de mí?
> “El Proyecto no puede destruirse.
Solo comprenderse.
Tú serás la observadora.”
Las paredes comenzaron a mostrar miles de rostros: los antiguos jugadores.
Hombres, mujeres, niños, todos mirando desde pantallas fragmentadas.
Cada uno con un número distinto.
Cada uno, una víctima.
Y entre ellos, una figura en penumbra.
Cabello oscuro, mirada fija.
Clara.
Su voz, más suave que antes, surgió desde los altavoces.
—No los escuches.
El miedo no busca cura.
Busca herederos.
004 se giró, buscando el origen del sonido.
En un rincón, el espejo roto de Clara seguía allí.
Y en uno de los fragmentos, su reflejo se movió por sí solo.
—¿Eres tú? —preguntó, temblando.
Clara sonrió desde el reflejo, con tristeza.
—Yo creé el juego.
Pero ellos… ellos lo perfeccionaron.
Ya no necesitan mi cuerpo.
Solo mi código.
—¿Código?
—Sí. Cada decisión, cada miedo, cada muerte fue una línea más en su sistema.
Ahora tú estás dentro.
Y tu miedo… será su próxima actualización.
Las luces se volvieron rojas.
El teléfono vibró violentamente, mostrando un nuevo mensaje:
> “Jugadora 004 — Datos cargados.
Simulación activa.
Iniciando protocolo: Verdad Final.”
Clara se desvaneció del reflejo, dejando solo su voz, lejana, casi maternal:
—El juego no busca ganadores, busca comprensión.
Y cuando la entiendas…
ya será demasiado tarde.
004 gritó, pero el sonido fue absorbido por la oscuridad que volvía a cerrarse a su alrededor.
El contador apareció una vez más.
001.
El ciclo había comenzado…
otra vez.