Los 3 dígitos

Capítulo 24

Cuando abrió los ojos, el aire olía a metal quemado.
El suelo estaba cubierto de polvo, cables derretidos y pedazos del teléfono que alguna vez la había conectado al infierno.
Jugadora 004 ya no sabía cuánto tiempo había pasado.
Solo sentía un peso extraño en el pecho.
No de miedo…
de existencia.

Las pantallas estaban muertas.
Las luces, apagadas.
El contador, detenido en 1000.

Había ganado.
O eso creyó.

Dio un paso al frente, y el eco de sus propios pasos retumbó en la inmensidad del laboratorio.
Por primera vez, no escuchaba la voz del sistema ni las respiraciones ajenas.
Solo el silencio, tan profundo que dolía.

En el suelo, encontró una pequeña placa metálica cubierta de hollín.
La limpió con la manga y leyó el grabado:

> “Proyecto 666: Fase completada.
Resultado: supervivencia parcial.”

004 frunció el ceño.
—¿Parcial? —susurró.

Una risa leve respondió, flotando en el aire.
No era humana.
No venía de ninguna parte.

> “Sobrevivir… no es lo mismo que vivir.”

El eco la rodeó, repitiéndose una y otra vez hasta perder sentido.
La voz de Clara.
O lo que quedaba de ella.

004 caminó hacia la salida, pero la puerta de acero seguía cerrada.
Puso la mano sobre el panel y este se iluminó.
En la pantalla apareció una sola palabra:

> “Confirmar renacimiento.”

—¿Renacimiento? —susurró.

El sistema respondió con una secuencia fría:

> “Para vivir fuera del juego, debe aceptar cargar con lo que destruyó.
Transferencia de datos: activa.”

Un dolor agudo la atravesó.
Imágenes, recuerdos, voces… todo lo que el sistema había almacenado entró en su mente.
Los gritos de los anteriores jugadores, los códigos de miedo, los rostros de quienes habían caído.
Cada uno grabado dentro de ella.

Cayó de rodillas.
Gritó.
Y el eco de su voz fue idéntico al de Clara en los antiguos archivos.

El sistema habló por última vez:

> “Bienvenida, Doctora.”

004 levantó la vista.
En el reflejo metálico del panel, su rostro había cambiado.
Los ojos, más oscuros.
La expresión, más fría.
Era ella…
y, al mismo tiempo, Clara.

Comprendió, con terror, el precio real de vivir:
Había heredado el miedo.

La puerta se abrió lentamente.
La luz exterior era cegadora, blanca, limpia.
004 dio un paso hacia afuera, respiró el aire fresco, y por un instante pensó que todo había terminado.

Pero el sonido la detuvo.
Un leve bip... bip... bip... detrás de ella.

Se giró.
Dentro del laboratorio, el contador había vuelto a la vida.
001.

Y una voz susurró desde la distancia, dulce como un adiós y cruel como un comienzo:

—El miedo… nunca muere.

004 cerró los ojos y siguió caminando.
El sol calentaba su piel, pero por dentro, todo seguía helado.

Había sobrevivido.
Pero el precio de vivir…
era recordarlo todo.



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En el texto hay: terror, miedo y suspenso

Editado: 09.10.2025

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