-Bueno, sigamos-continuo Dan siguiendo el camino.
Caminábamos entre las cabañas, eran varias filas, primero estaban las grandes y después seguían las pequeñas, a pesar de que Salvezza no fuera un lugar grande si se sentía así, había una biblioteca la cual ya había visitado y fue el mejor lugar que vi despues de dos años de ver al mundo desierto, había centenares de libros ordenados en estantes gigantescos y lo mejor de todo es que siempre se encontraba todo solitario, así todo para mi.
Edmond había dicho que nos darían una cabaña pequeña y no me incomodaba vivir con los chicos, después de dos años llegué a acostumbrarme y en su defensa son ordenados aunque sí suelen expulsar mucha toxicidad, es decir, que se pedorrean todo el tiempo y no es que huela a flores.
-Dan, tengo una duda, ¿qué más te dijo Edmond?-inquirió curioso Max mientras seguía caminando y examinando las cabañas.
Dan parecía ser solo un peón, no sabía nada, así que solo lo usaron para guiarnos dentro de Salvezza. Estuve examinando el comportamiento de las personas y es de lo más normal, hacen actividades para mantener a Salvezza en funcionamiento y subsisten todos en armonía, aunque en la mañana había visto a una chica desgreñar a otra mientras se gritaban y según lo que investigue, porque me fascina el chisme y mi curiosidad es asaz, descubrí que la chica que desgreño a la otra lo hizo porque la chica desgreñada había esparcido un rumor de ella, obviamente falso y si me lo preguntaran diría que bien merecida se tenía esa desgreñada, yo la verdad la hubiera rapado, eso sí que duele.
-Pues dijo que como lo que les pasó, fue culpa de él, les daría un lugar en la junta, como una autoridad-contestó Dan con simpleza moviendo sus manos como si estuviera en una presentación frente a muchas personas.
Él se detuvo frente a una pequeña cabaña, con una escalerilla para poder llegar a la entrada, dos ventanas a los costados y la madera se veía reluciente.
-Este es su nuevo hogar-anunció Dan con entusiasmo-vamos, aún falta enseñarles algo de Salvezza.
Subimos la escalerilla y Dan abrió la puerta, todos entramos a ella.
Cuando hicimos el recorrido por Salvezza pude observar que las cabañas estaban enumeradas, la de nosotros era la 13, al principio pensé que era una idea de Edmond para echarnos la mala suerte pero después concluí que era solo paranoia mía.
A pesar de ser pequeña era hermosa, un verdadero hogar, sin cadáveres ni bichos, estaba muy bien iluminada y se veía acogedora, no era muy grande pero tenía el suficiente tamaño para los chicos y para mi, solo que si se pedorreaban iba a ser como echar una granada de humo y todo el horrible olor quedaría ahí. Punto malo para la cabaña.
Habían 3 camas individuales separadas por dos mesitas de noche, un pequeño closet y un baño completo.
Arriba de cada una de las camas había una bolsa de tela, no muy grande de color gris.
Enseguida me acerqué y la comencé a inspeccionar por fuera como esperando a que fuera una trampa, literalmente estaba desconfiando hasta del oxígeno.
Comencé a sacar objetos de ella: shampoo, pasta dental, cepillo de dientes y para el cabello, un jabón corporal, rastrillo, toallas femeninas y ¿condones?..... vaya al parecer aún no quieren que haya más población, porque sin globito no hay fiesta.
Solté una carcajada al verlos.
-¿Qué te divierte?-preguntó Tyler, quien estaba cerca de la puerta.
-Esto-dije volteandome y mostrando la tira de condones-al parecer en el Apocalipsis también debemos cuidarnos.
Tyler y Max soltaron una carcajada mostrando por fin esos dientes derechos y blancos, la verdad que esos dos parecían sacados de revistas, algo que jamás admitiré en voz alta.
Los dos se acercaron a sus debidas camas, también pude observar una toalla blanca. ¿En serio una toalla blanca? Eso se mancha hasta con el aire y para quitarlo tienes que estar talle y talle.
Dan seguía erguido a un lado de la puerta con una ínfima sonrisa de boca cerrada, yo reprimí una risa al ver que solo se le hacía un hoyuelo.
-¿Enserio no recuerdan nada?-pregunto Dan curioso y sorprendido, como si fuese muy difícil creerlo, pero hasta con un golpe en la cabeza se te reinicia windows.
Por poco se me olvidaba que él no sabía que éramos inmunes y absolutamente nada de nosotros.
-No, no recordamos absolutamente nada-respondí sería, mientras metía los productos de higiene a la bolsa.
Bebíamos mantener la mentira por mucho tiempo o hasta que Amy encontrara alguna especie de cura.
-¿Qué nos querías mostrar?-preguntó Tyler dirigiéndose hacia Dan.
Lo que daría cualquier chica por estar enfrente de semejantes hombres, pero en fin, dos de ellos son como familia para mi y el otro no lo se.
-Primero que nada, esto tiene que ser un secreto entre nosotros-susurró como si alguien lo fuera a escuchar-es un bar donde puedo conseguir bebidas alcohólicas para todos, ya saben para pasarla bien un rato.
Tyler, yo y Max sonreímos con picardía.
Eso no me lo esperaba, nunca había bebido, así que si está era una oportunidad la tomaría, porque p*ta que oferton.
-Me gusta la idea-hablo Max sonriendo, ya me lo imagino todo borracho y vomitando por doquier mientras Tyler le da papel para que se limpie la boca y yo le sostengo un vaso de agua al lado.
Dan abrió la puerta de la cabaña y todos salimos; aun era temprano y el clima un tanto fresco, muy agradable.
Caminamos y después de un rato dejamos las cabañas atrás y nos condujo por detrás de unas rocas demasiado altas, un poco más que Tyler, de verdad que eran sorprendentemente grandes.
Había una puerta en medio de dos rocas, una puerta de madera, lo que me hizo fruncir el ceño. Una puerta en medio de unas rocas, sospechoso ¿no?
-Es aquí-informó Dan abriendo la puerta con emoción, como si fuese un lugar al que el gobierno solo asistía.