Los 3 Inmunes

CAPITULO 8

Había pasado una semana desde que Amy me dejó quedarme en la cabaña y no en el consultorio; aun seguía revisando mi estado de salud, yo solo pensaba que ya era exageración por su parte.

Dan se enteró de que sufrí un accidente y estuvo al pendiente de mí todo el tiempo, aún más que Tyler y Max, los cuales en ese momento me sobreprotegían aún más.

Algunos días me tocó ver a Edmond, se le veía demasiado estresado y preocupado, el hecho de que alguien haya entrado al laboratorio y lastimado al bicho con ciertos objetivos de alguna manera le afectaba, además lo peor de todo es que la persona que lo hizo sabia el codigo de la puerta y tambien tenia conocimiento del funcionamiento de las cámaras.

No me dejaron ir a ver al bicho, lo último que supe de él fue que estaba mucho mejor y que lo tenían supervisado en todo momento, no había segundo en que lo descuidaran, además cambiaron la clave de la puerta del laboratorio.

Los habitantes de Salvezza aún no sabían nada, solo que yo era una loca salvaje que se atrevió a pelear con la queridisima hermana del jefe. Últimamente no me había topado con Harper lo que agradecía muchísimo.

Era la hora de desayuno por lo que debía ir al comedor, salí de la pequeña cabaña, el sol y el viento fresco impactaron con mi rostro, haciendo que involuntariamente cerrara los ojos, al acostumbrarme a la fuerte luz pude observar a las personas saliendo de las cabañas dirigiéndose hacia el comedor.

Los chicos ya debían estar allí, ya que al salir de el entrenamiento estaban siempre muy hambrientos, eran literalmente un pozo sin fondo, podían comer y comer, y no se llenaban.

Llegue hasta el edificio del comedor, era bastante grande, blanco con gris, grandes ventanas y hay muchos árboles a su alrededor.
Entre en el, ya estaba muy lleno; el olor a la exquisita comida invadió mis fosas nasales, tenía algunos días sin asistir a este lugar.

La fila era larga, las mesas estaban llenas y se escuchaba como todos hablaban.
Tomé una bandeja y me dirigí a la fila, como de costumbre todos me dejaron pasar, les brinde una sonrisa de boca cerrada en agradecimiento, ya se había acabado la plática sobre mi pelea con Harper.

Me serví frijol con arroz, salí de la fila y analicé el lugar buscando a los chicos.

Camine entre todas las mesas y al llegar en donde se encontraban los chicos me senté, a un lado de Alicia y Tyler, frente a mí estaban Max y Dan.

-¿Qué no deberías estar en la cabaña?-preguntó Tyler dándole cierta obviedad a la pregunta.

Y aquí vamos de nuevo, me sentía completamente bien, lo único que no olvidaría son los horribles sucesos que pase, de ahí en fuera me encontraba perfecta.

-Tyler, ya estoy bien-hable seria y firme.

Al respirar pude notar un cierto olor no muy agradable al olfato, acerqué mi nariz al hombro de Tyler y efectivamente era él.

-¡Aj!, que asco Tyler, báñate-hable haciendo un mohín.

-Si y tú muy limpia has de ser-atacó con cuma exageración.

Los cuerpos de los chicos han cambiado en las pocas semanas que han entrenado, son más tonificados y un tanto musculosos, lo que hacía que resaltaran entre todos y que atrajeran la atención de las chicas.

-¿Qué harán en la tarde?-preguntó Max.

Él en los últimos días se había enrollado con Adela y debo admitir que hacen bonita pareja.

-Salir con Callie-respondió Dan fijando su mirada en mi.

Esbocé una gran sonrisa, Dan y yo últimamente nos hemos vuelto más cercanos, en cierta parte y no digo totalmente porque no tiene idea de mi inmunidad, nos hemos complementado bien y hemos convivido de maravilla.

-Supongo que quedarme en la cabaña junto con Alicia-contestó el rubio, lo que me hizo recordar un suceso muy, pero muy incomodo.

Ya había mucha más confianza entre todos, pero por ahora nadie sabía lo que en realidad éramos. Platicamos un rato mientras terminábamos de comer, ya después cada quien se fue por separado.

Estábamos caminando por el campo lleno de rosales de color carmesí.

-Dan.

-¿Si?.

Él iba caminando a mi lado, con sus manos dentro de los bolsillos del pantalón.
Su perfil se veía increíblemente atractivo.
El sol apunto de esconderse.

-Siento que es hora de confesar mi secreto, te has portado muy bien conmigo y mereces mi sinceridad-hable en voz baja.

Soy buena mintiendo y guardando secretos pero en este caso de alguna manera veía orillada a contárselo.

El me volteo a ver, pero seguimos caminando, frunció levemente sus cejas en un expresión de confusión.

No hablo así que proseguí-Soy inmune a los bichos, por esa razón me he portado un tanto extraña-confesé con mis manos un poco temblorosas y mi corazón un tanto acelerado.

Dan paró en seco y se posiciono frente a mi, sin darme tiempo a reaccionar posó sus suaves labios sobre los míos, por un momento no me moví; no es porque no quisiera, más bien fue porque no sabia como reaccionar.

Entonces reaccione y me deje llevar por la situación, deje que sus labios jugaran, chuparan y mordisquearan los míos.

Al separarnos mi respiración estaba acelerada y los labios de Dan se veían más rojos y un tanto más grandes; los dos soltamos una carcajada.

-¿Qué piensas al respecto?-pregunte nerviosa.

Dan tomó mis dos manos y me miró esbozando una gran sonrisa, la cual dejaba ver una dentadura sumamente blanca y derecha, su pelo se movía por el aire.

-Pues que es increíble, no tengo porque pensar algo malo si tuviste tus razones para ocultar tu inmunidad-contesto acobijándome entre sus brazos.

Al estar tan cerca del castaño pude notar un olor muy agradable, el momento de verdad que era lindo, el viento, los rosales de un hermoso color carmesí y el atardecer a nuestro alrededor.

Comenzamos a caminar-Dan, ¿me podrias hacer un favor?-pregunte analizando si lo que iba a decir a continuación valdría la pena.



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En el texto hay: apocalipsis, findelmundo, inmunes

Editado: 29.03.2021

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