No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte. Por echar de menos tú presencia. Alguien dijo, que el olvido está lleno de memorias.
Mario Benedetti
Capitulo Único
Era temprano por la mañana y la fecha en el reloj digital de la recepción marcaba ya Jueves, 22 de noviembre.
Lo cual significaba exactamente nueve días antes que empezara diciembre, el mes de la navidad; y si, no es extraño que toda la fuerza laboral del país cuente los días para la llegada del último mes del año. Mas precisamente los días para recibir sus respectivos bonos y regalos del trabajo, así como sus respectivos días libres por las festividades navideñas y de año nuevo. Y aunque esos eran gran parte de los pensamientos de la recepcionista y el resto de empleados que iban llegando a la editorial, la verdad era que a ellos no les emocionaba demasiado el tema. No que no adoraran la navidad o sus sustanciales bonos, ni la semana libre que les daban a final de mes. Era más una cuestión de soportar a uno de sus ejecutivos durante esas fechas.
-Buenos días, Evelyn-Eran las nueve de la mañana cuando uno de los editores en jefe cruzo las puertas de cristal de la entrada directo a la recepción. Se sacudió un poco la nieve de su abrigo y saludo sonriente a la recepcionista mientras dejaba su maletín sobre el mostrador-¿Tienes su café?
-Si señor-Respondió la recepcionista colocando un vaso de café de Starbucks junto al maletín del hombre-Gracias por esto.
-Descuida-Atajo el ejecutivo mientras tomaba el vaso de Starbucks con su mano libre-Los pasantes no tiene por qué lidiar con ese ogro navideño.
El hombre sujetaba el café con la misma mano del brazo donde colgaba su abrigo, tomo su maletín con la otra y se encamino hacia los elevadores donde marco directo al último piso del edificio donde se ubicaban las oficinas ejecutivas. Al salir cruzo directo a la derecha, por un pasillo a cuyo paso podía apreciar las pocas decoraciones navideñas que lucía el departamento de redacción; lo cual contrastaba completamente con su propio departamento de edición, el cual parecía un portal a la navidad durante los setenta. Pero no podía culparlos, teniendo un jefe como el que tenían.
Que el viejo Scrooge y el Krampus se quedaban pendejos a su lado.
-Ey, buenos días Mr. Grinch-Tan pronto como abrió, volvió a cerrar la puerta justo a tiempo para escuchar como algo la golpeaba desde adentro. Al entrar vio que esta vez se trató de una engrapadora-¿Ahora ves porque propuse el mobiliario en metal?-Inquirió mientras dejaba el café sobre la mesa frente a su mejor amigo.
-Algún día te iras de aquí con un agujero entre las cejas-Rebatió el hombre dueño de la oficina tomando su bebida y simulando que disparaba un arma con su mano libre-¡Bang!
-No si aprueban mis detectores de metal en la entrada.
-¿Qué quieres, Carlos?-Inquirió el de tendencias homicidas mientras dejaba su café y regresaba la atención a los documentos frente a él-Tengo mucho trabajo que adelantar como para soportar tus estupideces.
-Haff, claro claro...-Carlos García suspiro con un dejo de frustración. Desde donde estaba podía ver las ojeras que ya se formaban bajo los ojos de su mejor amigo-Ya están listas las propuestas para la portada de diciembre, te las envié anoche-Le informo con algo de anuencia en su voz antes de dar media vuelta y salir. Incluso a él le agobiaba tratar con su compañero en esas fechas, y eso que eran amigos desde hacía tiempo.
Aun recordaba cuando había conocido a Liam Brown en su primer año de la universidad, cuando ambos apenas tenían veinte años. Era un sujeto increíble, algo brusco pero sin duda un gran amigo. Y aun lo era, en serio. Todos los empleados a su cargo lo adoraban, la mayoría del año. Era un jefe implacable, pero siempre les dejaba salir temprano los viernes; tampoco tenía problema en que faltaran si estaban enfermos o si debían llevar a sus hijos a la oficina si no encontraban niñera; además siempre se hacía de la vista gorda si alguno llegaba tarde o si querían salir a comprar un café o una dona al Starbucks de la otra calle.
Por eso todos se sorprendían tanto al ver su transformación cuando llegaba noviembre. Cuando todos hacían hasta lo imposible por no cruzarse en su camino porque su mirada parecía a punto de lanzar brazas y sus pasos prácticamente dejaban marcas de humo al andar.
Y no lo decía solo por hiperbolizar. Por esas fechas Liam se volvía realmente irascible. Su irritación iba aumentando gradualmente hasta llegar al punto de ser violento; aun recordaba su primera navidad juntos en el campus. Él solo había soltado un inocente “Feliz Navidad” he intentado darle un abrazo, y lo siguiente que recordaba era despertar con un cardenal en su cara. Aunque ya estaba un poco ebrio desde antes, por lo que no todo el mérito era de Liam. Pero el mensaje quedo bastante claro luego de eso.
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Editado: 08.01.2019