Los 365 días de amor

•❈• Capítulo 8 •❈•

Abiel

Estaba destrozado, lo más importante de mi vida se había ido. Fui un tonto al creer que Melinda necesitaba ayuda. No, necesitaba, pero la ayuda de un loquero. Respiré hondo y pensé con claridad. Si era una trampa quería saber si la excusa de mi padre también lo era. 

Me colé en el interior del apartamento de Melinda esperando a que ella regresara. Cuando lo hizo, me escondí en su armario. Ella llegó muy contenta hablando por el móvil. 

—Sí, todo salió como lo hemos planeado. Conociendo a Fior, ella seguramente rompió con Abiel —hizo una pausa y se sentó en la cama para quitarse el calzado —. Las fotos quedaron geniales. Abiel no sospecha nada, él aún cree que su alcohólico padre vino y me amenazó e incluso que me había puesto sus manos encima.

La rabia corrió por mis venas y no pude aguantar más tiempo estar dentro de aquel armario. Cuando salí, Melinda se asustó y dejó caer su móvil al suelo.

—A—Abiel... —dijo en un hilo de voz.

—Entonces, todo fue una gran mentira... —mi tono era duro, hasta podría asustarme de mí mismo.

—Puedo explicarlo... Lo hice por ti amor —se excusó acercándose a mí tomándome de los hombros.

Fulminé con la mirada sus manos. Ella con nerviosismo la retiró. Mis ojos estaban encendidos de rabia. 

—Esta es la última vez que me llamas de ese modo y por supuesto lo vas a explicar. 

Empecé a llamar a Fior, pero su móvil estaba apagado. No podía permitir que esto haya acabado de esta manera. Aún nos faltaban muchas cosas por vivir juntos como criar nuestros hijos. No habíamos tenido uno porque quería tenerlos en un entorno mucho mejor y darle lo que un buen padre daba a sus hijos. Después de tanto sacrificio, no iba a perder a Fior. Cuando decidimos casarnos era para estar juntos para siempre. 
Pensé donde podría estar, hasta que se me ocurrió ir al parque donde antes frecuentábamos desde que éramos unos críos. 

Me llevé a Melinda conmigo porque ella era la que iba a explicar todo.
Cuando llegamos al parque la encontré en uno de los bancos, estaba sentada y lo peor, llorando. Eso me desgarró el alma. Sé que tenía la culpa y lo lamentaba. Me dolía tanto verla de ese modo por mi culpa. 

Hasta que tuvo que pasar esto para darse cuenta...

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