Recuerdo muy bien el día donde me pediste ser tu novia, ay ese día había sido muy especial para mí de buena forma. Jamás pensé o me llegue a imaginar que fueras tan lindo, tan detallista.
Cierro los ojos y veo el ramo de flores sobre mi cama y nuevamente vuelvo a recordar el día anterior.
Tomada de tu mano íbamos rumbo a un restaurante, no me habías dicho donde ya que quería que fuera sorpresa yo solo recuerdo que me pediste que me pusiera el vestido azul que tu madre me había regalado.
Tú no parabas de decirme lo hermosa que me veía
Al llegar al sitio indicaste la meza donde la seria nuestra velada era alado de la ventana y recuerdo las luces de los autos que no dejaban de pasar, estábamos en el centro de la cuidad.
Y el restaurante tenía un toque vintage, pero moderno a la vez. Tú no paraste de tomar mi mano y estando frente a frente, sabíamos que lo nuestro había comenzado con el mensaje de Facebook aquella tarde de domingo.
Jamás me podría imaginar a Damián siendo malo con las mujeres, el un hombre bastante romántico, sencillo, amable, simpático, atractivo todo lo que una mujer quiere y desea en su vida.
Al menos yo era lo que quería
Sonrió con tristeza, realmente mi juventud en la secundaria fue dura, yo no fui la niña bonita la atención de los chicos como él. En aquel tiempo yo era un poco gorda y no destacaba mi estilo femenino, ni siquiera me peinaba para ir a la escuela. Realmente fui un asco pero siento que las cosas pasan por algo y me fui queriendo a mí misma poco a poco y eso se siente muy bien.
Su cara de asombro no me detiene y sigo contándole la verdad.
Después de uno segundos una sonrisa salió de su rostro para después volver a tomar mi mano y mostrar una sonrisa cálida.
Yo Alba Suarez novia de Damián Rivas era algo imposible, pero estaba sucediendo y se sentía jodidamente bien.
“Damián Rivas me enseño lo que es amar y sentirse amada”