Es **hermoso** ese olor. **Huele** como los panes que hace Luci. Bajo corriendo para abrazarla. Han pasado solo dos semanas desde la última vez que la vi, pero se siente como una eternidad. Acaba de regresar de un viaje a una ciudad llamada Cherci… o Sheriff, no lo sé. Solo sé que la extrañaba.
Al abrazarla, siento su calor y los recuerdos me inundan: los juegos de nuestra infancia, cuando Nick, Luci y yo teníamos once años. Me río rápidamente y nos soltamos, pero su mirada sigue fija en mí, como si aún estuviéramos abrazándonos.
De repente, una puerta se abre de golpe. Es Nick, riendo, saltando y gritando con entusiasmo. Camina hacia nosotros y nos envuelve en un abrazo.
Entonces, llega mi padre. La risa se apaga de inmediato. Solo el sonido de una cuchara cayendo del **monedero** de Nick rompe el silencio.
—¿Qué hacen aquí? —pregunta mi padre con su habitual elegancia afilada—. ¿Sus padres aprobaron su visita? No deseo más inconvenientes con la familia Orsini.
Nick baja la cabeza con respeto.
—Señor, no era mi intención incomodarlo. Ya me iré.
Antes de marcharse, nos susurra a Luci y a mí:
—Los veré donde las piedras brillan.
Luci y yo entendimos de inmediato: se refiere al río. Luci se despide con una reverencia impecable, su sonrisa encantadora iluminando el momento.
Cuando se va para encontrarse con Nick, una punzada atraviesa mi pecho. Saber que estarán solos me inquieta, aunque aparto el pensamiento rápidamente cuando mi padre comienza a hablarme de un baile.
—Esta noche habrá un baile, y no quiero que arruines esta oportunidad tan **exquisita**, ni para ti ni para Alessandro ni para Leandro. Es imprescindible que el nombre de la familia se mantenga en alto. No te rías demasiado, no hables con personas de menor estatus, no me contradigas y, sobre todo, no menciones ese río horrendo al que siempre van tú y esos que se dicen nobles. Nobleza… solo de apellido —añade con una sonrisa vacía.
Me sorprende. Sé que hay roces con los Orsini, pero no entiendo el problema con los Cavendish.
Asiento con la cabeza y hago una leve reverencia antes de retirarme a mi habitación. No me quedo ahí mucho tiempo. Abro la ventana y salto… pero el impacto de la caída me sacude. La ventana está en el segundo piso, y aunque el golpe me duele, no emito ningún sonido. Me quedo un momento en el suelo, recuperándome, antes de levantarme y dirigirme al río.
Mis ojos se deleitan con el paisaje: verdes intensos, agua cristalina y rocas lisas que parecen esculpidas por el tiempo.
Cuando llego, veo a Nick y Luci sentados juntos en una gran roca. Corro hacia ellos y empezamos a jugar en el río, despreocupados. Pero, tras un rato, recordamos el baile de esta noche. Nos levantamos de inmediato y salimos corriendo hacia nuestras casas.
Al entrar, veo a mi padre enfurecido, mientras mi madre trata de apaciguar su ira. Su voz resuena con molestia contenida:
—Tuve tres hijos… ¿o dos? Eres noble, eres de mi sangre. No te rebajes. Pareces un cualquiera. Si mi padre te viera, seguro te desheredaría.
Algo dentro de mí se enciende con furia. Mencionar a mi abuelo me irrita más de lo que esperaba. Sin decir nada, me doy la vuelta y regreso al río. Me siento en la gran roca, como si fuera pequeño otra vez. cuando lo escucho.
—Ven, ven, Rowan… corre, ven.
Un escalofrío recorre mi espalda. El miedo me empuja a correr de vuelta a casa. Me preparo para aquel tonto baile, aunque mi mente sigue atrapada en ese susurro del río.
Me visto con el atuendo impuesto por mi padre: un **chaleco de brocado**, ajustado y con un diseño dorado sobre fondo oscuro, símbolo de opulencia. La **chaqueta de corte largo**, con solapas bordadas con finura, me gusta más de lo que quisiera.
Las **mangas con volantes de encaje** sobresalen bajo los puños, agregando un aire de refinamiento que nunca me ha importado. En el cuello, un **cravat de seda** anudado con precisión, su color escogido para armonizar con el resto del conjunto.
El **pantalón ceñido**, de tela gruesa pero flexible, desciende hasta las **botas de cuero pulido**, cuya hebilla brilla bajo la luz de los candelabros. Mi padre insiste en que lleve un **bastón ornamental**, aunque despido no usarlo "dejarlo sin querer".
Cada detalle ha sido pensado para exhibir el prestigio de la familia, un peso que ahora siento aún más marcado mientras me miro en el espejo.
Al llegar al baile, la casa es refinada, aunque me impresiona que no sea la de los Visconti como imaginé. Es la residencia de una familia nueva en la aristocracia de Vicerust, pero de gran renombre: **los Alba**. Nadie los había visto antes, aunque los rumores los envuelven en misterio.
Cuando veo a Nick y Luci, sonrío, pero antes de saludarlos, la puerta se abre con solemnidad.
—**La familia Alba ha llegado.**
Nos inclinamos por cortesía, aunque la curiosidad nos invade. Su presencia es aún más intrigante porque llegan con **máscaras**, ocultando parte de sus rostros. Apenas se han presentado cuando una voz resuena: **ha comenzado el baile de máscaras.**
Me coloco la mía que me fue Dada por un siervo y, aunque desearía desafiar los deseos de mi padre, no puedo evitar acercarme a la menor de los cinco hermanos Alba. **Maya Alba**. Sus ojos, una mezcla de azul y verde, su cabello castaño con destellos de cobre, el vestido azul claro que parece reflejar la luna.Y En su cuello, un collar en forma de estrella con una piedra azul tan hermosa como inquietante.
La invito a bailar extendiendo mi mano sin ni siquiera hablar pero haciendolo antes de que alguien más lo haga. Su delicadeza, su aroma, todo en ella es hipnótico. Bailamos sin poder apartar la mirada el uno del otro, ignorando el fin de la música hasta que finalmente volvemos en sí. Hacemos una reverencia y le traigo algo para calmar su sed.
—**Baila usted muy bien, señor Larsen.**
Sonrío y, retirándome la máscara,murmuro:
Editado: 11.08.2025