Amor cuatro letras que marcan tu destino. Cuatro letras que te invitan a soñar. Cuatro letras que te dicen que estás vivo, aunque para muchos estés muerto... (Desconocido)
Enero 2018...
— ¿Tienes algo que decir Summer? — pregunto Samuel mirando a su esposa quien se mantenía serena e inmutable como el hielo, puso la evidencia ante sus ojos más ella sin embargo no mostraba una pizca de arrepentimiento.
— ¿Qué quieres que diga Samuel? Se más específico — no pudo soportarlo y dio un fuerte golpe a la mesa.
— ¡¿Qué sea más específico?! ¡Hee! ¡¿A caso no tienes vergüenza Summer, viéndote con tu amante cada que puedes en el Royal? — estaba frustrado y enojado de que a esta mujer poco le importaba el amor que habían cuidado por 10 años.
— Piensa lo que quieras Samuel, tú no eres distinto a mi — respondió aguantando las lágrimas y el dolor de su corazón, solo ella sabía la verdad de la situación, pero no sé molestaría en sacar a su esposo de este malentendido pues, sabía que, para él, ella ya no era importante.
— ¡¿Qué soy igual?! ¡Yo no voy por toda la Maldita Ciudad presumiendo mis engaños!
— ¡No, pero si vas a cenas con Mitzy, si la llevas y la traes en cada maldito evento que tienes! — estaba tan agotaba de guardarse todo esto que estallo — todos piensan que ella es tu mujer y ni te empeñas en negarlo.
— Es mi compañera de trabajo, mi amiga desde la infancia. No estoy haciendo nada malo con ella te lo he explicado mucho Summer — se levantó se la mesa intentando calmarse pues no quería lastimar a la mujer que aún amaba — sé que he estado lejos, pero es por trabajo nada más.
— Ajá si claro. Mira estoy harta de esperar por si, de ser la esposa abnegada y sumisa. Por mi puedes quedarte con ella al fin y al cabo siempre vas cuando ella te necesita.
— Summer no agotes mi paciencia — le advirtió, pero ella hizo caso omiso firmo el acuerdo, se levantó de su asiento y camino a su dormitorio.
— Tu ya agotaste la mía — musitó y desapareció dentro de su cuarto.
— Bien si así lo quieres — Samuel tomo los papeles y los guardo.
Salió de la casa hecha una fiera, aquella que había sido su hogar desde que se casaron hace ya 7 años, tenía el corazón roto y el alma deshecha. ¿Cómo pudo su mujer tirar a la basura todo ese tiempo simplemente por unos meses de ausencia?
No entendía el porqué de sus acciones, pero, aunque quisiera negarlo, ella ya se había entregado a alguien más. Manejo por las cálidas calles de los Ángeles sin rumbo fijo. Sus lágrimas amenazaban con salir, pero no les daría la oportunidad si ella no lo hacía por qué el debería de llorar.
El dolor no era menor para Summer quien cuando escucho la puerta de la casa cerrarse se soltó a llorar como una bebé en el suelo. ¿Por qué tenía que terminar todo así? ¿Por qué ese amor que se juraron se había extinto tan rápidamente? Ella le entrego 10 años de su vida solo él y parece que al final no valió nada. Días y días esperando por él, por su amor y el jamás llegaba. Al final entendió que era mejor dejarlo ir que atarlo a un lugar donde no deseaba estar.
Soportaría todo lo que viniera de ahora en adelante pues ya no había más por qué luchar, el siempre sería el amor de su vida, pero tristemente ella ya no era el de él.
«Me estás perdiendo y no te das cuenta Samuel» pensó su tristeza y destrozado corazón.