Summer...
Irme de esta casa, de esta ciudad, de esta vida; ha sido la decisión más difícil que he tomado alguna vez, amo a mi esposo, con toda mi alma, mi ser, mi corazón. Pero quiero estar en paz, su indiferencia y poca atención, me derrumbaron por completo.
Cuando lo vi, mirándome al despertar con... Esos ojos tristes, mi corazón se rompió, quise abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero, no pude. Intuí que ya sabía de mi enfermedad y supuse que sus sentimientos fueron más por lástima que amor real.
No quiero lastimas, menos de su parte, es algo con lo que no podría lidiar y terminaría consumiendo hasta la muerte de eso estoy segura. Así que, mi mejor excusa fue apartarlo, sé que está sufriendo, pero no se compara con todo lo que yo llevo sobre mis hombros. Decirle a mi madre fue algo tan fuerte, me sorprendió que no se me desmayara en el momento en que supo todo, me abrazo con tanto amor, que mi alma descanso por un momento.
— Te pregunto por última vez mi reina — expresa mi madre cuando me ve bajar con mis maletas en compañía de Daniel quien las carga — ¿Realmente quieres irte? Se que ambos están sufriendo, pero... — toma mis manos y me mira con ese afecto maternal que tanto adoro de ella — ustedes dos se aman, yo lo sé, este es un gran bache en este camino que debieron enfrentar los dos, separados van a sufrir más.
— Mamá no creo que sea lo correcto — objeta mi hermana — en la dejo sola...
— ¡Alejandra! Esa decisión le corresponde a tu hermana, a nadie más. Hija — se dirige a mi — no pienses con el corazón roto, es lo peor que puedes hacer — entiendo su punto, pero, aunque Samuel no cometió una infidelidad, si hubo mentiras, me dejó sola cuando más requería de él cuidando a su buena amiga, eso me llena el corazón de dolor, irá y tristeza.
— Mami, sé que lo haces por mí bien, pero quiero descansar, lo necesito mamá. Te prometo que después veré qué hacer solo, déjame descansar de todo este dolor — las lágrimas salían de mis ojos, me abraza y besa mi frente.
— Está bien mi amor, lo que sea que decidas yo te apoyo — asiento y me limpio el rostro, es hora de dejar de llorar.
— Debemos irnos, Samuel no tardará en llegar Summer — dice Daniel tocando mi hombro — el no sabrá nada te lo prometo, si Ricky le dice algo juro que le cortó las bolas, aunque lo ame con el corazón — todos reímos y el ambiente se relaja un poco, Daniel es como el hermano que tanto me hace falta.
— Eres muy ocurrente Daniel — le dice mi mamá con una sonrisa — debo agradecerte por estar al pendiente de mi nena, eres un gran chico — se acerca a él y lo abraza, mi mamá es como la suya, después de que lo rechazaron en su familia por ser gay mi mamá lo recibió con los brazos abiertos, sé que siente esa calidez que tanto le hace falta. — como un hijo para mí.
— Señora Park usted es como la madre que siempre quise, gracias por tener una mujer tan increíble como Summer y por dejarme conocerla, siempre veré por ella como usted ha visto por mi — me siento como en una despedida, pero, es la realidad, no sé cuándo veré a Daniel nuevamente, espero que aún mientras tengo vida.
— No es una despedida, ¿Vale? Estaremos en contacto, así que llámame pequeño ¿Sí?
— Lo haré señora Park, las ayudo con el equipaje, el avión las espera. — asentimos todos y salimos de esta casa, una que fue mi hogar por mucho tiempo, una que siempre estará en mi corazón. Esta casa una vez estuvo llena de felicidad, alegría, risas, pasión y amor; ahora, solo quedan lágrimas y tristeza.
« Si me encuentras Samuel, al menos sabré que sigues amándome... Si me dejas ir, quizás sea por qué en el fondo, nunca estuve en tu corazón »
— ¡Summer hermana es hora de irnos! — grita Alejandra, miro mi hogar por última vez, limpio mis lágrimas y me subo al auto de Daniel en camino a un nuevo destinó. Mi hermana me abraza y yo suelto en llanto, no puedo con todo esto.
Mi corazón se rompe...
No puedo respirar...
Quizás me muera...
Quizás jamás lo vuelva a ver...
«¡Samuel te amo!» Grita mi corazón destrozado, pero es lo mejor para mí. Quiero paz, quiero tranquilidad y que mejor estar a miles de kilómetros de él, donde ya no pueda llorar por qué sé que está muy lejos de mí.
Llegamos al aeropuerto y el sol apenas comienza a salir, estamos justos de tiempo así que Daniel nos ayuda con toda la documentación y las maletas mientras no madre, Alejandra y yo caminos a la sala que nos toca.
— Mi reina, quiero que sepas que te amo, estaré al pendiente de ti. Michelle me dijo que te conseguirá el mejor médico — lo abrazo con fuerza, no me quiero alejar de él, me hará mucha falta.
— Si escuché que lo comentó, lamento no despedirme bien de Henry y Paula, pero, no quiero que él sepa a dónde voy ni que tenga pistas — el solo sonríe alborotando mi cabello.
— No lo sabrá, use mi magia para que salieras de aquí cariño. Debes saber que yo también tengo mis trucos — río y nos damos un último abrazo antes de que anuncien la salida de mi vuelo.
— Gracias Daniel, te amo mucho. Despiden de Ricky y dile que después de un tiempo me busque, realmente quiero verlos. Y... — toma mis manos y las acaricia — cuida de Samuel, por favor. Se que será difícil para él, pero, asegúrate que firme el divorcio.
— Lo que sea por ti mi reina, anda que tú mamá ya te espera — volteo a verlas y ahí están las dos, esperando por mí.
— Bien, te veo luego, chao — le di un beso en el cachete y caminé hacia mi mamá.
— Estamos contigo mi Summer, mamá y tú hermana te cuidarán — ambas tomaron ni mano y entramos al avión, nos sentamos en los lugares asignados y justamente me tocó la ventana.
Mire el cielo triste y nublado, quizás el también sentía como estaba mi corazón en este momento. Una ilusión cruzo mi mente, una en qué Samuel corría para detenerme antes de partir, bufé, riéndome de mi misma. Eso solo pasaba en los cuentos, está es la vida real. Una donde no sabía si iba a sobrevivir, una donde teníamos que encontrar un donante de médula ósea, una donde ya tenía mis días contados si el tratamiento dejaba de funcionar, una donde me había separado del amor de mi vida y quizás... Jamás lo volvería a ver.