Los arcos del encanto

Capitulo 7

Aglae regresó a su aposento con el corazón agitado. Las palabras de Félix resonaban en su mente, una mezcla de emoción y confusión. Había algo en su mirada que la hacía sentir viva, algo que la conectaba a una humanidad que había olvidado en su lucha por cumplir con su deber.

Mientras se sentaba frente al espejo una vez más, sus ojos no reflejaban solo tristeza, sino también una chispa de esperanza. La imagen que le devolvía el espejo parecía un rompecabezas que comenzaba a ensamblarse, aunque las piezas seguían siendo desiguales y desafiantes.

“¿Qué significa esto?” se preguntó, sintiendo un torbellino de emociones. Había pasado tanto tiempo intentando ahogar sus deseos en el deber y la venganza que había perdido de vista la posibilidad de una vida más allá del dolor. La conexión que había sentido con Félix, aunque fugaz, era un recordatorio de que no todo estaba perdido, de que podía existir una paz más allá del sacrificio.

Con cada susurro del viento que se filtraba por la ventana, Aglae reflexionaba sobre su papel en la corte. Era una embajadora, sí, pero también era una mujer. Y en la lucha por la coexistencia, había olvidado lo que significaba ser parte de un mundo que no giraba solo en torno a la guerra y la destrucción. El conocimiento que había compartido con Félix en la biblioteca había encendido una llama en su interior, un deseo de descubrir, de aprender, y, sobre todo, de sentir.

“¿Puedo realmente hacer esto?” se cuestionó. La idea de buscar su propia felicidad se sentía tan extraña y al mismo tiempo liberadora. La paz que la Reina de las Brujas anhelaba podía ser posible, pero no a costa de su esencia. ¿Era un acto de traición buscar su camino, o era una forma de honrar su verdadero ser?

Aglae se levantó y se acercó a la ventana, observando el jardín iluminado por la luna. La vida en el castillo podía ser opresiva, pero también estaba llena de oportunidades. Quizás podría usar su posición para explorar nuevas posibilidades, para tejer un hilo de conexión entre los reinos que no se basara solo en alianzas políticas, sino en el entendimiento humano y emocional.

La imagen de Félix, su sonrisa sincera y su interés genuino, la hizo sonreír. Tal vez, en él, podía encontrar un aliado, alguien que compartiera su deseo de paz y entendimiento. Con él, podría transformar su misión en algo más significativo.

“Debo ser valiente”, se dijo, recordando las noches en las que había luchado con su espada, defendiendo a su pueblo. No era una cobarde; siempre había sido una guerrera. Pero ahora la batalla era diferente. Ya no se trataba de luchar contra un enemigo tangible, sino de enfrentar sus propios miedos y deseos.

Mientras la noche avanzaba, Aglae sintió que el peso de la tristeza comenzaba a levantarse. La libertad no estaba solo en el bosque que anhelaba, sino en la posibilidad de reescribir su historia. Un camino nuevo se abría ante ella, lleno de incertidumbre, pero también de promesas.

Era algo raro escuchar su voz interna crear aquellos pensamientos tan raros tener sentimientos ajenos a ella cosas que no había sentido en sus más de cien años, ella no era así se repetía no varias veces.

Despues de varios intentos en vano ll que unico que logro fue espantar su sueño ahora aparte de no reconocerse no podia conciliar el sueño.

Las noches se convertían en interminables jornadas de introspección. Se preguntaba sobre el significado de su existencia, sobre el propósito de su vida como guerrera. ¿Había nacido para luchar, para matar? ¿O había algo más allá de la violencia y la destrucción?

Recordaba las historias que le habían contado de su pueblo, historias de una época en la que la guerra no era una constante. Historias de amor, de creación, de una conexión profunda con la naturaleza. Se preguntaba si todo aquello había sido solo un sueño, una utopía inalcanzable.

Cada vez más, se sentía como un engranaje en una máquina colosal, una máquina de guerra que funcionaba sin descanso. ¿Y ella? ¿Qué era ella más allá de ese engranaje? ¿Tenía un alma, un espíritu? ¿O era simplemente un instrumento al servicio de un propósito superior?

La idea de la predestinación la atormentaba. ¿Estaba su vida escrita de antemano? ¿Podía ella realmente cambiar el curso de los acontecimientos? O, por el contrario, ¿era libre de elegir su propio camino?

A veces, se sentía como un fantasma, vagando por un mundo que ya no reconocía. Un mundo lleno de dolor, de odio y de muerte. Un mundo en el que la esperanza parecía haberse extinguido.

La soledad se convirtió en su compañera inseparable. Incluso en medio de la multitud, se sentía completamente sola. Buscaba respuestas en los antiguos libros de la biblioteca, pero las palabras le parecían vacías, incapaces de llenar el vacío que sentía en su interior.

Aglae comenzó a cuestionar la naturaleza de la realidad misma. ¿Era todo lo que veía y tocaba real? ¿O era simplemente una ilusión, una sombra de una realidad más profunda?



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En el texto hay: brujas, magia, ficcion

Editado: 27.10.2024

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