Los asesinos de la felicidad

1 - Noche 1: Soberbia.

Desde el trágico final puedo ver el inicio

de algo incomprendido por mi mismo.

Noche 1: Soberbia.

Creo confiar en mí mismo, por eso dudo de si en realidad lo hago. He de morir en la duda bajo el presentimiento de que escapar cada tanto es por piedad. Solemos decir en voz alta que estamos seguros de lo que hacemos, cuando en realidad todo tiembla en nuestro interior. Pero, dulce sea la palabra, como no temblar ante los juicios de personas amargas y tristes. Como evitar contagiarse de las victimas grises de un todo poco apacible. Somos lo que somos y hay que animarse a ser, dejando de lado la empatía que solo nubla la vista. Es pretencioso decir que existen dos tipos de personas: la que quiere ser ella misma y la que evita que otro sea ella misma. El que vive y el que quiere asesinar al que vive.

He deseado aprender a estar en soledad hace años, quizás todo lo que llevo de vida, y por fin he podido hacerlo. Fue una lucha intensa por una noble causa. Me encuentro a mi mismo, me siento yo por fin, y me encanta la soledad, la paz mental y espiritual que con ella viene. Es un disfrute excepcional. La paz y alegría está a solo un par de difíciles decisiones. Estar con uno mismo ayuda a fortalecer los pensamientos, a superar todo lo que nos atormenta y nos hace ser y sentir miserables.

La búsqueda de la identidad de uno mismo es una tarea difícil cuando todo a nuestro alrededor se muestra tan superficial, tan banal, tan lejano a lo que creemos y queremos ser. Pocos sentimientos y más plástico, por favor. Considero importante el aprender a ser soberbios, ello es una aventura al progreso continuo, a poder ver más allá de las murallas de vanidad que nos encierra sin oposición.

Asesinos de la felicidad, amargos de la vida, perpetradores de identidades. Me es complicado no ser soberbio ante aquellos que denigran a quienes se esfuerzan por ser un poco educados, a ver más allá, a quienes sienten curiosidad, o al que quiere ser una persona simple con una vida simple. Leer un simple libro te convierte en un soberbio narcisista. No tener redes sociales te vuelve un pretencioso intelectual. Intentar librarte de quien mata tu paz te deja con la etiqueta de ingrato. Ser uno mismo es solo para locos, y eso es perfecto. La frase trillada de “Ser loco es para valientes” no está errada, pocos son los que se atreven a ser ellos mismo cuando están bajo la lupa de una sociedad atrapada en el desencanto y la falta de originalidad, en un mundo temerario no apto para temerosos.

Soy yo mismo, un loco soberbio con aires de grandeza. Un narcisista que se ama, que no es dependiente emocional, que camina con la frente bien en alto y siempre anda con un libro en la mano. Que lee como desquiciado, se alimenta bien y hace ejercicios para verse bien. Un repugnante ser que usa siempre perfumes y habla con decencia. Soy yo mismo, un hombre libre. Un romántico empedernido que escribe poemas y regala rosas. Una persona real que disfruta de la vida y lo mucho que ella tiene para ofrecer.

Solo es cuestión de ignorar a esos asesinos de la felicidad que nos sonríen e ignoramos por su cercanía. Es simple, si queremos un lindo jardín, hay que cortar las malas yerbas de raíz.

Para empezar, ha sido una linda conversación. La modestia la olvidé cuando nací.



#2366 en Otros
#547 en Relatos cortos
#197 en Aventura

En el texto hay: amor, crecimiento personal, psicologia

Editado: 16.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.