Los asesinos de la felicidad

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He leído mi interpretación del odio, y, si bien tiene puntos flojos, huecos que se pueden rellenar con contradicciones, es un buen inicio. Odiamos sin saberlo, cuando en realidad solo ignoramos la realidad porque es lo mas sencillo, lo que menos duele. Perder el equilibrio, encontrarse con los nervios de ansiedad, nunca suena atractivo. Hemos de madurar y enfrentar aquella sombra antes de que crezca lo suficiente como para tapar cualquier luz que pretenda iluminar nuestros rostros.

He odiado a personas sin razón alguna, los he tratado mal con la excusa de que me parecían malas personas, que eran desagradables o solo no me caen bien por cualquier razón. Eran excusas que sentía reales. Toda la vida escondida en la sombra de la mentira. Cuando pensaba en odiar a quien debía odiar, resaltaba el hecho de que era imposible, que no podía ser el caso y mucho menos hacerlo, puesto que eran personas que no se pueden odian por el titulo ante nosotros. Si odiamos a esa persona, somos malas personas. Todos nos hemos dicho lo anterior. Quizás tengan en mente a un padre, madre, abuelo, tía, vecino o quien sea. Saben desde el fondo de su corazón que lo odian a mas no poder, que dicho odio les rompe el alma porque lo han apresado y ruge con furia, y que dicho rugido es dirigido en direcciones incorrectas, y como la bestia lo sabe, ruge más, rompe con más furia lo que somos, nos atrasa, nos hace ir lento por la vida porque tememos ser como la bestia. Y quizás lo somos, atacamos a quien no nos ataca, rugimos a quien no nos ruge porque el odio que apresamos nos hace sentir vulnerables y paranoicos. No somos débiles, no somos incapaces, solo estamos distraídos intentando silenciar el rugido del odio que sabemos nunca va a parar. Aprendamos a odiar, conozcamos bien ese odio, y odiemos a quien hay que odiar.

Mi forma de soltar a la bestia que ruge fue difícil porque el miedo le acompaña, pero el resultado fue de lo mas placentero. Fue sencillo, la bestia rugió fuerte a su provocador y no hizo daño alguno, solo quedó en silencio y se fue en paz, listo y preparado para defendernos ante esos seres que lo han hecho rugir por tanto tiempo. La bestia necesitaba un desahogo, necesitaba mirar con odio a su creador. Debía salir de nuestra alma para darse a conocer como una fortaleza y no como una debilidad. Débil es aquel que ignora su naturaleza y sigue la vida creyéndose un mártir que es sometido por su cobardía.

Si se preguntan como aprender a odiar sin lastimar físicamente o calumniar, es un avance hacia la paz. Supongo se admitió el odio y a quien odian. Ya no quieren maltratar sus vidas y romper todo lo que construyen. Odien a quien deben odiar, y no necesitan dar explicaciones. Odiar es sano si lo admiten. Miren a la persona a los ojos, en silencio y con una expresión natural. Si no son ciegos, van a notar que son detestados, que no son queridos. Mátenlos con su silencio. Hagan daño con su dureza, con oídos sordos. Sean indiferentes ante este ser, o estos seres, y disfruten la magia. Ya, cuando por fin admiten ese odio y odian a quien lo merece, no van a querer gritar, ni insultar o dañar con un golpe, solo van a sentir paz, van a sonreír porque el monstruo ahora está bajo nuestro control.

El odio es sabio, insisto. Si son temperamentales, nunca van a poder odiar, solo van a encontrar la destrucción. La empatía es un concepto que debe nacer primero en nosotros. Hay que quererse y saber odiar lo que sintamos dañino. Tan simple como prepararse un café antes de dormir, y tan caótico como el no poder dormir por culpa de la cafeína en nuestro cuerpo.

No soy consciente de si soy comprendido con mis ideas, las cuales son bastante fugaces. Ni yo se que escribo, pero escribo desde la sinceridad, desde el amor propio, y considero que debo escucharme. Es probable que, si me ayuda, pueda ayudar a otras personas tan confundidas como yo.

Me pierdo cada tanto, me encuentro en ocasiones, pero siempre estoy en busca de mi felicidad, termino que no está completo sin la tristeza. Son el agua y la tierra de mi amado mundo, el hielo y fuego de mis emociones, la verdad de mi existencia.



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En el texto hay: amor, crecimiento personal, psicologia

Editado: 16.08.2025

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