Los asesinos de la felicidad

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Lo he pensado mejor, y he llegado a la conclusión de que el saber cerrar ciclos deriva de nuestra capacidad de reconocer aquello que nos ata al pasado, que nos recuerda constantemente a la persona que fuimos y queremos dejar atrás. Como he ejemplificado, puede ser el caso de un amigo de la adolescencia que sigue siendo adolescente y no pretende cambiar, cuando íntimamente sabemos que necesitamos abandonar la piel y el alma, para ser quien debemos ser. O puede ser el caso de una pareja que se va quedando atrás en el afecto, empatía y objetivos. Alguien con falta de tacto en el amor no puede acompañar a quien busca la plenitud. Hay que saber soltar para poder crecer y encontrar lo que queremos y necesitamos.

Quise meterme en el complejo mundo de la religión, de la espiritualidad, pero me resulta imposible ya que es un mundo que desconozco por completo. Lo que sí puedo decir, es que en muchos casos he visto como hijos de personas conservadoras y fanáticas no tienen individualidad, solo son una extensión de sus padres. Es difícil ver como son sometidos y estos no son capaces de revelarse ante ideas totalitarias. Lo he notado en sus ojos, como buscan piedad mientras la culpa por el deseo de la libertad los carcome. O se revelan abandonando la identidad que les fue dada como consigna, o viven por otros el resto de sus vidas. Repito, es un asunto complejo. Pero tienen miedo, sin duda. Temen a sus padres, temen al pecado y al castigador. He visto casos de personas que eran fanáticas religiosas que tuvieron el valor de revelarse y abandonarse por completo, y como consecuencia dejaron de ser creyentes practicantes, encontrando plenitud y libertad. Son ejemplos rebuscados, pero van al punto. Debemos dejarnos ser y ello requiere de todo nuestro valor. No es fácil mirar todo el camino que hemos recorrido y pensar en abandonarlo, en dejar atrás cada paso dado, cada palabra dicha, cada promesa dictada a ojos cerrados; cada segundo invertido en ese alguien que no nos convence para nada. Le doy poder y razón al pensamiento de que cerrar ciclos, de optar por nuestra individualidad humana y espiritual es un salto al vacío. No hay que temer, merece la pena y vale la alegría.

Entre tantos cambios que he llevado a cabo, uno de ellos y bastante trascendental, fue pasar de toda una vida siendo ateo a creer en una fuerza incomprensible con dotes de divinidad. No soy practicante, aun, pero el sentido de la fe y espíritu me dio plenitud, paz y una sensación sin nombre que desconocía por completo. Abrirme a la idea, me ha ayudado a crecer como persona. No fue fácil, pues el ego y la soberbia intelectual suelen taparnos los ojos. La idea de retractarse o saberse equivocado es difícil de llevar. El que es capaz de abandonarse, acepta que se ha equivocado y se abre a una nueva idea y/o creencia. Es mi caso, me descubro a medida que me lanzo al vacío sin saber que hay al final. Las nuevas experiencias vienen con nuevos aprendizajes, ¿Cómo negarse a ello? El corazón inquieto, no debe estar quieto.

Cerrar ciclos no significa morir y resurgir como un fénix. Aún tenemos un nombre y apellido, una personalidad base que nos acompaña desde siempre. Si siempre fuiste humorista, y ello te hacia bien, no seria bueno cerrar un ciclo y abandonar esa parte esencial de tu personalidad. En todo caso, deberías cerrar un ciclo y abandonar ese entorno que te llevado a perder ese rasgo característico. Abandonas a la persona que estabas siendo para recuperar a tu yo esencial. Te alejas de un ambiente/entorno que mató a tu espíritu. Pueden ser amigos, una pareja, familiares o lo que fuera. Cerrarse un ciclo, optaste por sanar a tu yo intimo que estaba moribundo.

Puedo perderlos, pues hasta yo me pierdo. Veamos el caso de un romántico empedernido que con el tiempo fue perdiendo brillo, abandonando su esencia básica como ser humano. El mundo, la vida y la gente lo fue llevando a un rincón donde se sintió solo y triste, sin ganas, mientras por dentro su alma solo quería amar a pleno, sin barreras y condiciones. Este romántico se sentía aun romántico, pero el miedo y la vergüenza no le permitían ser. Un día, ya cansado de no poder ser él mismo, abandonó todo: pareja, amigos, peinado, ambiente, estilo, ciudad y etc. Todo, cambió todo su mundo. Mantuvo cerca lo esencial, lo que siempre lo hicieron ser él, hasta cuando todo parecía ser solo recuerdos de un ayer lejano. Y por arte de magia, ese romántico empedernido resurgió mejor que nunca, con mayor fuerza y menos temor. Fue valiente, abandonó todo lo que creía impuro. Cerro un ciclo de decadencia, donde abandonaba y desperdiciaba su espíritu. Cerro el ciclo de un momento trágico, donde lo acompañaban verdaderos asesinos de la felicidad.

Abandonamos todo en busca de la persona que somos o nos abandonamos por completo para ser quienes se supone que debemos ser. Al final, solo tenemos una oportunidad. Y ese es mi punto de vista sobre el concepto de cerrar ciclos. Sea cual sea el caso, hay que dejarse llevar por la intuición sin hacer preguntas. El viaje es solo de ida.



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En el texto hay: amor, crecimiento personal, psicologia

Editado: 16.08.2025

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