Los asesinos de la felicidad

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Considero importante el punto del fanatismo, puesto que todos de alguna manera somos víctima. Nos cerramos en ideas sonsas y pactamos el defenderlas a muerte. Va más allá de la política o de asuntos sociales de gran alcance. En el caso quiero referirme a cuestiones minúsculas que tienen un gran marguen de control en nuestra existencia. Es, quizás, lo que le da vida al odio. No es sano odiar a alguien solo porque escucha un tipo de música que detestamos, por ejemplo. Es debatible el punto de partida y el significado de la palabra, pero los hechos son inequívocos y redundantes. El fanatismo es una fatalidad para el crecimiento personal y he de insistir hasta que no me den más los dedos.

Imaginemos el caso de una persona que afirma una y otra vez que nunca entraría a un gimnasio y que, en su lugar, prefiere hacer deportes. Obvio ha de tener sus muy buenos argumentos, los cuales no pone a discusión. Pues se cerró en sus ideas y no va a aceptar que estuvo diciendo patrañas todo el tiempo. Quizás sea alguien que ya no practica deportes, y aun así insiste en que una cosa es mejor que otra, y no se asoma al criterio de cambiar de parecer. Obvio que todo deriva de la pereza, pero lo quiero tratar en el final. El asunto es que esa persona, debido a su ingenuidad, rechaza toda invitación a los gimnasios porque su idea no se lo permite. Una cosa es mejor que otra, pese a que no ha probado lo que considera menos eficiente o divertido. Su salud clama por un poco ejercicios y su psicología necesita de un cambio radical.

Es imprescindible aceptar el hecho de quedar como tontos al ver lo equivocada que se puede llegar a estar. En como ensañarse en ideas nos aleja del crecimiento personal. Esa persona un día se despertó con el corazón rebelde y fue a un gimnasio. Al final del día aceptó que estuvo perdiendo el tiempo culpa de sus pequeñas y trágicas ideas. Aceptó que lo mejor para él, en ese momento, era ir al gimnasio. De haber seguido fiel a sus ideas, se habría perdido todos los beneficios que se tiene el ejercitar el cuerpo todos los días. Podemos mencionar el caso de una persona que se proclama anti medicamentos, vacunas y/o fármacos de cualquier tipo, castigando con palabras condescendientes a quien se toma una pastilla recomendada por el doctor. Sean ciertas o equivocas las razones, es bien sabido que una persona fanática de tales ideas está dispuesta a sufrir enfermedades porque no cree en la maravilla de los químicos que salvan vidas. Quizás una pastilla para la alergia que da en primavera puede ahorrar meses de una tos atroz. Una vacuna contra la gripe sin dudas hace la diferencia. De hecho, he conocido a personas dispuestas a morir (y han muerto) solo porque no creen en los medicamentos y se sostienen bajo el gran: “solo dios dicta mi destino”. Otras pueden caer en la trampa de las noticias conspiranoicas que los vuelve paranoicos y pierden el sentido de la realidad. El fanatismo siempre va lejos de nuestro control, por ende, es imprescindible prestarle gran atención.

Es probable que lo anterior sean ejemplos pocos agraciados, pero es un avance. Ahora imaginemos a una persona que ha idealizado el hecho de que su pareja es la correcta, la razón de su existencia y que debe esforzarse todo lo posible para que nunca termine. Si, muy romántico todo. Pero para los experimentados, sabemos que no hay nada sano en ello si dicha pareja no aporta nada y da todo por hecho. Es dañino, insalubre y una perdida de tiempo. Si nos volvemos fanáticos de las ideas que tenemos sobre esa persona, la realidad queda por completo alterada. Puede haber miedo a la soledad o lo que se les ocurra, pero al final las ideas que defendemos nos alejan de la realidad. Vemos lo que queremos, nos aferramos a lo que pretendemos.

He de limitarme a dar ejemplos, pues clarifican con creces la idea que tengo respecto al fanatismo. Si queremos crecer como personas, hay que evitar el fanatismo, pues para nosotros es una gran pared en el camino que nos interrumpe el paso. Por supuesto cada quien tiene sus ideas básicas y elementales que no pone a discusión, quizás ello sea la esencia de la individualidad, pero hemos de saber dar con las ideas que nos perjudican como individuos, que nos evitan crecer y madurar. Hemos de aprender de la certeza y el error. Si se quiere cambiar para bien, hay que emprender un camino largo y doloroso, hemos de estar dispuestos a todo. Si, a todo. Cada quien se conocerá en su camino y descubrirá quien es en realidad y en quien puede convertirse. Considero importante remarcar lo último: En quien puede convertirse. Algo muy distinto es “en quien quiere convertirse”. La diferencia es la realidad de una y la ficción de la otra.

Si controlamos la soberbia, el odio y aceptamos que estamos errados, el fanatismo es pan comido.



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En el texto hay: amor, crecimiento personal, psicologia

Editado: 16.08.2025

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