Los asesinos de la felicidad

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Amar no va por el camino de la docilidad, sino, más bien, de la frialdad. No podremos amarnos si nos dejamos someter No podemos conocer una pizca de amor propio si no somos capaces de blindarnos contra las distracciones y las actitudes contagiosas de quienes son negligentes con sus propias vidas. Amar implica dureza, como si fuese una superficie difícil de penetrar. En lo proceso sin dudas la soledad es quien nos mantiene firmes en el camino. Por supuesto, cuando ya se está dispuesto a estar en soledad para poder crecer y alcanzar los objetivos personales, dejaremos entrar a personas de gran calidad humana. No es someter a juicio a quien se nos cruce, en realidad solo es una postura de exclusividad. Si sentimos que suman, bienvenido sea. Aprenderemos a percibir cuando alguien se presenta con malas intenciones. Sin amor propio, somos carne fresca para la carroña.

Sin cierta hostilidad no es sencillo alcanzar el amor. Lo realista es que muy pocos entienden por las buenas, y por lo general esos pocos son seres vivos que queremos cerca. Si alguien se acerca y por uno o mil motivos no deseamos que se acerque, la única forma de que se aleje es con hostilidad. Cada quien ha de encontrar su manera, pero en mi caso el gesto de hostilidad que me es eficiente es el “no hacer nada”. Con no hacer nada me refiero a no responder preguntas que no se quiere responder, a no saludar o solo ignorar esa existencia. Es una manera óptima de hacer notar nuestro descontento. ¿Es antipático? Si, puede serlo. Pero nuestro objetivo es el amor y estar en paz, las cuales no son negociables. Hemos de hacer lo necesario para sobrevivir en una cultura negligente y sofocante.

No todo se trata de nuestras relaciones con otras personas, que, si bien tiene gran influencia en nuestro bienestar, sino que, además, es una postura de resistencia contra nosotros mismos. Al final, somos nosotros contra nosotros. Somos quienes decidimos y aceptamos lo mejor para nuestro bienestar y también lo que no lo es. Somos nuestra prioridad, aunque parezca egoísta. Sin amor, solo seremos una copia de todo comportamiento negligente que nos espera con ansias.

Amar requiere severidad. No podemos emprender un camino largo y volverse cuando estemos en la mitad. Hay que seguir sin mirar atrás. Si nos sentimos perdidos, hay que acelerar. No podemos lamentarnos de las malas decisiones cuando no sabemos siquiera cuál será el resultado final. Hay que seguir, aunque los lamentos nos tiren al suelo. El amor necesita ser defendido con espada y sangre.

Con respeto, amor y voluntad, ¿Cuál es el límite?

Con amor propio, seremos capaces de amar sin miedo todo lo que sea merecedor de dicho sentimiento. Encontraremos la mayor de las libertades, ser por fin uno mismo.



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En el texto hay: amor, crecimiento personal, psicologia

Editado: 16.08.2025

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