13 - Noche 7: Paciencia.

Me pregunto qué tan desesperada o rendida debe estar una persona como para quitarse la vida. Hoy me encuentro ante la inesperada muerte de una joven que tuvo el coraje de ahorcarse, y la imagen que se me viene de ella es la última vez que la vi, hace unos días, donde compartimos la cena y charlamos con normalidad. Estaba cansada, y le pregunté sobre ello. Fue reticente a responder y tampoco insistí. En la noche, luego de un largo y pesado día, es normal estar cansado. Pero ahora que ocurrió todo esto, puedo ver lo que no supe ver, unos ojos tristes, rendidos, desolados y escondidos detrás de unos anteojos. Era una chica sonriente que no estaba sonriente, pero ¿cómo se puede adivinar lo que otra persona está sintiendo? Me hubiese gustado saber hacer las preguntas correctas, o haber dichos las palabras correctas. Dia a día las personas luchamos contra nosotros mismos, en una batalla sin fin y que solo se gana con resistencia. Nunca olvidaré las últimas palabras que cruzamos al despedirnos, donde, como de costumbre, dije un “nos vemos, cuídate”, y la mirada desolada de ella me golpea en la sien, despidiéndose con un “cuídate mucho” y nada más. Y se fue, quizás decidida a desaparecer para siempre.

En este punto, luego de estar luchando por una mejor vida, cuando a penas resistimos a la que se tiene, me pregunto si vale pena pecar de sacrificios. Alejarse de gente que queremos solo porque buscamos la individuación. Alejarnos de lo que nos hace sentir vivos, como enamorarse, y que a la vez nos distrae, solo por buscar una comodidad que no conocemos. Al final, lo que nos da vida son las risas, los abrazos, la empatía, el beso de alguien que apreciamos, el compartir la mesa con quienes han estado toda nuestra vida, el decirle a un amigo que es querido, el dar las gracias a los padres por todo lo que nos brindan. Sin dudas, me es difícil siquiera responder cualquier pregunta, hasta la más simple.

Aun así, es imposible no intentarlo. Si estamos desesperados por un cambio, quitarse la vida debe de ser la última opción. Aceptar ayuda, buscarla, tener la voluntad para salir adelante, aunque debamos demoler todo a nuestro alrededor, es una forma difícil y divina de matarse poco a poco, y renacer en la persona que queremos ser. Hay que resistir y tener paciencia.

Todo lo que sacrifiqué y deje atrás, ahora que paso el tiempo, puedo decir que fue lo mejor para mi existencia. Solo hay que confiar en la intuición. Si estas dispuesto a quitarte la vida, podes matarte de otras maneras, no es necesario dejar de respirar y huir. Ojalá todos supieran ver ese punto.

Me encuentro en un camino desconocido y he cometido un error que resultó ser enriquecedor: volver a visitar todo lo que dejé atrás. Los malos hábitos, malas amistades, horrendos comportamientos personales, etc. Ahora veo todo desde la perspectiva de quien ya ha crecido y reconoce lo que es nocivo. Aunque debo admitir que es tentador volver al principio, donde, pese al caos, todo es mas familiar y con la idea tentadora de que es fácil de controlar, de que ya no nos va a afectar en nada. Pero no, todo lo contrario, al volver sentí esa familiaridad que engaña con paz, pero que espera para devorarnos de nuevo. No hay vuelta atrás, y esa conclusión la obtuve cuando intenté volver atrás. Solo puedo seguir a donde el corazón inquieto me lleve, hasta donde la curiosidad y el amor me quieran acompañar. Y todo esto, lo último que puedo decir, es que con paciencia hemos de ser capaces de superar nuestras expectativas como seres humanos. Esperar a que todo se acomode o lo contrario. Actuando con amor, viviendo con deseo y mirando hacia el frente, hemos de vencernos a nosotros mismos.

Lo que ahora nos mata, mañana le esteramos eternamente agradecido.