Los asesinos no van al cielo-Crónicas

Animas y Espectros

     Un joven lleno de vida iba conduciendo el auto de sus sueños. Raudo rodaba por la carretera hasta que apareció, en ella, una joven mujer, muy bella, y completamente desnuda. Con las curvas más firmes y sensuales que sus ojos hubiesen visto en vida.   

     Piel morena cabello lacio y muy largo que bajaba majestuoso por su bella y sensual espalda. Su estrecha cadera daba inicio a unas prodigiosas y firmes nalgas, sus proporciones eran perfectas y su vulva afloraba voluptuosa entre sus piernas.  

     Freno en seco, el humo de las llantas envolvió todo a su alrededor, al disiparse el humo, la joven con gran timidez se acercó a la ventanilla. Cubriendo, inútilmente, con una de sus manos, su parte íntima, y con la otra los enormes y jugosos senos que hacían estallar el deseo bestial por poseer sus carnes, al muchacho que la observaba con notoria lujuria.  

     —Me han secuestrado y abandonado en esta carretera ¿Puedes socorrerme? —dijo la joven con una encantadora y tímida sonrisa.  

     —¡Por supuesto! ¿Te hicieron algún otro daño mi linda?  

     —¡No! Querían abusar de mí, por eso estoy desnuda, pero ellos escaparon a caballo cuando aparecieron las luces de tu carro.  

     —Malditos, pero no te preocupes, yo no te hare ningún daño. No se puede causar tal desgracia a una hembra tan buena moza como tú. —Por el contrario, la mente libidinosa del muchacho maquinaba la forma de follarla.  

     La joven se subió al auto y el lujurioso muchacho, acelero a fondo, faltaba mucho para llegar a un poblado y el conocía un lugar solitario donde procurar seducir, o forzar, a la hembra que le acompañaba.  

     A lo lejos, se divisó un desvió que conducía a una loma desde donde, a pesar de la oscuridad, se apreciaba un viejo araguaney. El libidinoso mozuelo tomo el desvió y la hermosa fémina le miro con asombro. 

     —Tranquila mami, solo pararemos un momento. No te hare nada malo. —dijo, al tiempo que una sonrisa sádica se dibujaba en su rostro. 

     Estacionó el Camaro rojo al lado del araguaney, del cual manaba un brillo refulgente de color amarillo. Desde ahí lograban verse las luces de un pequeño poblado cercano, pero lo suficientemente lejos como para ahogar cualquier llamado de ayuda que la muchacha pudiera hacer. 

     Sin mediar palabras el muchacho paso su brazo por sobre la cabeza de la fémina que angustiada veía por su ventanilla, mientras el abusador colocaba su otra mano en la entrepierna de ella y subía con firmeza hacia su voluminosa vulva. 

     El descarado sin el menor deparo froto sus viles dedos en los labios vaginales y con un rostro lleno de la más absoluta depravación, intento hundir sus dedos dentro de la joven. 

     —¡Estas apretadita, mami! No seas malita y dame a probr... 

      No pudo terminar de decir nada más, en el momento en que sus dedos tocaron el clítoris de la chica sintió como si miles de agujas se clavaran a su piel. La hermosa joven a su lado palideció de pronto, su piel ahora era cadavérica. 

     Sintió como si le apalearan y vio como sus huesos empezaron a reventarse, su pecho se hundió como si un camión le hubiese pasado por encima. Sus piernas fueron las que siguieron, pero ni con todo el dolor que sentía pudo alejar su mano de la vagina de la mujer sin ojos que con una sonrisa espectral abría su pelvis ante él.  

     Del cuerpo del muchacho empezó a manar un líquido viscoso negro que recorría todo su cuerpo en dirección al coño que momentos antes deseaba poseer y del cual, ahora, intentaba inútilmente librarse. Incapaz de emitir palabras, sintió como si un torbellino manara de la cuca de la hembra espectral. Esa fuerza lo jalaba al interior de ese espectro maldito. 

     —¡Entra en mí! —escucho decir al espectro antes de perder la conciencia. 

… 

  

     Mi nombre es Erick, bueno, lo era cuando estaba vivo. Nací en Venezuela, ciudad Bolívar para ser precisos, y terminé mis días en San Salvador en manos de un pedófilo asesino en serie que resulto ser mi casero.  

     Al morir me enteré de que no era un ser humano normal. Lo que me hacía “diferente” es que yo no tenía un alma, en su lugar soy un espíritu. Míralo de este modo, están los ángeles, luego venimos nosotros los espíritus y después están ustedes, las almas.  

     La diferencia entre estos es como si un alma fuera la luz del Sol reflejada en la Luna, entonces un espíritu sería el sol, y si me preguntas ¿Qué es Dios? Bueno, vendría a ser un enorme agujero negro supermasivo en algún lugar del universo, puede que no lo veas, pero tarde o temprano todos iremos con él.  




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