Los aullidos a la luna

Capítulo 11

Prohibido
Angelic
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El mundo fue como si se detuviera y todo comenzara a pasar en cámara lenta veía a Demian señalando al chico que estaba a mi lado diciéndole que se aleje de mí. Mientras caminaba hacia nosotros yo pude ver el puño de mi hermano serrarse por miedo me puse delante del chico desconocido aun no sabía su nombre. Lo rodé con mis brazos y cerré mis ojos, sabiendo que si me apartaba esto terminaría muy mal. Solté el aliento cuando mi hermano me saca toma de la cintura y con un brusco movimiento rompe el abrazo que yo tenia sobre el chico. Me levanta del suelo dejándome en los brazos de Alec, como si la burbuja que hacía que toda valla lento se rompiera veo a mi hermano golpear al chico.

– Demian, no déjalo ya – chille a todo pulmón mientras luchaba por zafar de los brazos de Alec queriendo ayudar al pobre chico que el troglodita de mi hermano golpeo sin razón. Luchaba como una lombriz en el anzuelo de una caña de pescar pero ni así pude zafarme de los fuertes brazos de Alec.

– Vuelve a acercarte a mi hermana y te mato – el chico puso su mano en su boca donde un chorro de sangre comenzó a salir. Dios mi hermanastro es una bestia acaba de partirle la boca a un desconocido y no de la manera romántica. – Estas avisado, idiota – mi hermano me volteo a ver señalando que me suelte el troglodita de su amigo y este obedeció como el perro faldero que es de Demian.

– ¿Que rayos Demian? – mire al chico lastimado en el suelo – No puedes ir golpeando a todos los chicos que me hablen – empuje levemente a Demian y camine hacia el chico. Pero mi hermanastro tomo mi muñeca y me arrastró al salón de historia. Tiene el doble de fuerza que yo por lo que resistirme no funciono por que termine siendo llevada a donde el quiso sin mucho esfuerzo.

– No te acerques a él, Angelic, hablo enserio – llamaradas de furia se veía en su mirada y con una voz fuerte y tajante me hizo temblar. Me sentí como una niña a la cual su padre le esta regañando porque la encontró jugando con fuego. Su brazo se apoyo a un lado de la pared haciendo que me logre intimidar aun mas pero los años en que llevamos viviendo juntos se que no es capaz de hacerme nada.

– ¿Pero por qué? no puedes ir por ahí golpeando gente, así como así – señale por donde vinimos hablándole directo a la cara, estaba tentada de empujarlo y irme a ayudar a ese pobre chico que seguramente no debe estar entendiendo nada.

– Sólo no hables con él y ya, se por qué razones – se agacha un poco para verme fijo a los ojos tomando mi hombro con sus manos y apretándolo apenas un poco.

– Demian si piensas que el chico me gusta estas equivocado, es lindo, pero no es el tipo de chico en quien me fijaría. No puedes ir golpeando a cada persona que me pregunta algo es ilógico – rodé los ojos cruzándome de brazos por toda esta situación, estaba enojada, avergonzada y frustrada yo necesito tener una vida social normal.

– Si no quieres que lo golpe mantente alejada, entendido – tomo mi mentón apretándolo levemente mi mandíbula. La gente a nuestro alrededor miraba la escena con desconfianza y murmurando por lo bajo. No era muy común que los hermanastros Balck estén peleando ni mucho menos dirigiéndose la palabra dentro del instituto.

– Si – aparte su mano de mi rostro. Jamás me había tratado así, ni siquiera cuando estuve con Nicolás. Demian siempre tendió a ignorarme en cualquier sitio en el que estábamos. Pero ahora que hable con ese chico del cual no se su nombre él simplemente me trato mal.

El timbre suena sacándome de mis pensamientos. Entró al salón junto a todos los demás. Me siento en los lugares del medio justo alado de la ventana. Esperando a que empiece la clase. El profesor Pían entra seguido del chico nuevo que tiene apenas un poco el labio hinchado. Mis mejillas se encienden al recordar el suceso del pasillo, quería escurrirme por la silla y que no me viera jamas.

– Clase silencio – el profesor Pían elevó un poco la voz entre el bullicio de estudiantes que se estaban pasando la tarea que hace una semana nos entrego el profesor. Todos se sentaron guardando silencio por el enorme respeto que se le tenia al profesor, ni siquiera recuerdo haberlo escuchado elevar su voz dos o tres todo del que usa habitualmente. Simplemente su libreta negra ya nos intimidaba, el nombre de quien entrara en esa libreta simplemente reprobaba el año. – Tenemos un nuevo alumno, preséntate – el profesor se sentó en su enorme escritorio dejando al frente la tan temida libreta negra que es una leyenda ya en los pasillos del instituto. Pían trabaja en este sitio hace muchos años y la cantidad de estudiantes que reprobaron su materia es un incentivo para que nos comportemos en su clase.

– Me llamo Carter Franttini, tengo dieciséis años y vengo de Chicago – el chico se presentó rápido y seguro. Miró al profesor que le señaló que se sentará bajo la atenta mirada de toda la clase y muchas chicas murmuraban cosas en susurros sutiles.

Carter fue mirando fila por fila sacando suspiros femeninos por donde sus ojos pasaran hasta que sus pasos llegaron hasta la fila donde estoy yo. Internamente deseaba que no se sentará a mi lado, no quería problemas con Demian. Él chico rubio me miró sonriendo de lado, la suerte no está de mi lado. Se sentó justo alado mío, escuché la queja en voz baja de varias chicas. Si pudiera tranquilas que se los mandaría, no quiero que este alado mío. Es que acaso desayuna el peligro o es un masoquista.

– Llegue al salón justo a tiempo – susurró cerca de mí el chico asiendo referencia de nuestra charla en el pasillo que fue interrumpida por el furioso troglodita de mi hermanastro. Mire el labio del rubio donde solo quedaba un color algo rosa y la hinchazón de cerca no era tan grabe.

– Lo siento mucho mi hermano esta algo molesto el día de hoy – hable muy apenada por lo que hizo Demian hacia un rato. Gire a verlo de manera disimilada si el profesor nos veía hablando estaba segura que nos anotaría en su libreta negra.




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