Esos comentarios habían despertado mi curiosidad por lo que coloque una mano sobre el brazo de Fausto y observe a Érica — ¿Qué historias?
Érica se acomodó y era como si se regodeara ante la posibilidad de ser ella la que me contara dichas historias.
— Las personas dicen, y creen, que Los Bendecidos es un pueblo mágico... ─ hizo una pausa para beber su cerveza.
— ¿Mágico? — pregunte incrédula.
— Mágico— respondió divertida— dicen que el bosque está lleno de Duendes y Hadas que conceden deseos.
— Hay turistas— ahora era Emiliano el que hablaba— que vienen de distintas partes del país, y del mundo, para hacer rituales en el bosque— sonrió ante mi cara de confusión— dicen que allí hay una energía especial, que lo hace ideal para contactar a la luna y no sé qué más...
— Tienes que conocer a Isidora— comentó Érica entusiasmada y noté como Fausto ponía los ojos en blanco.
— ¿Quién es? — pregunté aún más curiosa.
— Es la dueña de un local mágico— fruncí el ceño incapaz de comprender a lo que se refería— Así lo llama ella — Sonrió con ternura— ella cree en las hadas, los duendes y muchas otras cosas. Es una mujer muy interesante— miró a Fausto casi como si lo reprendiera— ella está segura que perdió un ojo cuando comenzó a tratar con las hadas y por su inexperiencia...
— ¿Cómo? — la interrumpí sorprendida por lo que decía.
— Isidora usa un parche— Fausto habló después de dar el último trago a su vaso de cerveza— ella perdió un ojo cuando era joven por un cáncer— dijo esta última palabra golpeando la mesa con su dedo índice y mirando fijamente a su amiga que lo observaba con soberbia.
— Bah— hizo un gesto como si Fausto fuera un hombre sin remedio— Isidora está convencida que fueron las hadas y yo le creo...
— Estás tan loca como ella...
Comencé a reírme y empujé el hombro de Fausto con el mío para silenciarlo — Quiero saber la historia...
Érica se acomodó nuevamente en su asiento lista para contar la historia mientras observó a Fausto triunfante, ella había ganado la batalla.
— Isidora dijo sentir fascinación por el mundo de las hadas desde muy pequeña y cuando fue adolescente comenzó a leer libros e intentar invocarlas. Al parecer, cuando tenía unos veinte años las cosas funcionaron. Una noche se despertó al sentir un murmullo en su oído. Cuando abrió los ojos, su habitación estaba tan oscura que apenas podía distinguir algo, pero entonces una vocecita le dijo que le encantaban sus ojos...
— ¿Sus ojos? — la interrumpí.
— Si, Isidora tiene los ojos más lindos y raros que vi en mi vida— comento Érica y los chicos asintieron convencidos de lo que decían— son color esmeralda, pero realmente extraños, nunca vistos. Según explica Isidora las Hadas son literales, ellas no entienden nuestro idioma o nuestra forma de relacionarnos y que eso fue algo que aprendió de mala manera. Ellas le traían regalos y el error de Isi siempre había sido agradecerlos.
— ¿Por qué? — pregunté.
— Solo se de Hadas lo que Isi me contó, es una mujer muy amable deberías conocerla un día— agregó con una linda sonrisa— Pero al parecer en su forma de vida, las hadas no esperan algo a cambio de lo que te entregan y cuando agradeces las cosas eso significa estar en deuda con ellas. Una noche una de ellas le pidió sus ojos, puesto que estos parecían piedras preciosas. Isidora, al desconocer sobre ellas, riendo le dijo que si pero que solo le daría uno porque ella necesitaba seguir viendo.
Se había hecho un silencio interesante en la mesa, que solo era interrumpido por el murmullo de las demás personas en el local, hasta B y Pablo estaban escuchando la historia de Érica.
— A los pocos días a Isidora le detectaron un cáncer ocular por el que debieron extirparle su ojo derecho y desde ese momento ella usa un parche y está convencida que ese ojo lo perdió por que un hada se lo llevo. Ella con los años aprendió que las Hadas son literales, si te piden algo y le dices que si se lo llevaran. Por eso debes ser muy cuidadosa de tus palabras, si te piden algo no puedes negarte, pero puedes negociar y decir que se lo lleven cuando ya estés muerta "Por muerte natural, de vieja"— y remarco esta última frase haciendo comillas con sus dedos.
— ¡Wow! — B fue la primera en romper el silencio— siempre creí que las hadas eran seres amables, como campanita— Asentí, pensaba lo mismo.
— Según Isi lo son, el error fue suyo no de las hadas, en su mundo las cosas son así y si sabes tratarlas las Hadas son demasiado amables.
— ¡Que locura! — Fausto rio y apoyó los codos en la mesa— Fue un cáncer ocular, hay una explicación científica, están las evidencias y aun así sigue creyendo esas cosas...
— Asique eres del tipo incrédulo...— comenté observándolo con una enorme sonrisa.
Fausto me observó de la misma manera y se acercó a mi rostro — Creo en lo que la ciencia no pueda explicar, si no encontrara una explicación lógica y racional lo creería, pero en este caso la hay...
— Entiendo tu punto...— seguí mirándolo fijamente a los ojos, estábamos tan cerca que podía rozar mi nariz con la suya de un solo movimiento, era una cercanía que me gustaba, pero me ponía muy nerviosa lo que provocó que inconscientemente mordiera mi labio inferior.