27. Desgracia
— Vamos amiga...— le rogué a Belén que viniera a dormir unos días a casa de Fausto hasta que decidiéramos que hacer en la casa.
— De verdad no me molesta Bel y tengo un cuarto extra...— Fausto intentó convencerla.
— No— mi amiga sonrió y apoyó su mano en el hombro de Fausto— te lo agradezco, pero Pablo vendrá a quedarse unos días ¿Te molesta? — me preguntó.
— No, claro que no. Pero...
— Entonces está perfecto.
Con eso Belén dio por terminado el tema, se dio media vuelta y camino por el pasillo.
— Déjenle muchos besos a Odín de mi parte— gritó antes de entrar a su cuarto.
En mi cuarto, Fausto me ayudó a armar un bolso con lo básico.
— ¡Mi computadora! — Exclamé recordando que hacía mucho no escribía y tenía trabajo que entregar a la editorial.
Cuando entré a mi oficina todo, absolutamente todo, estaba dado vuelta.
— ¡Fausto, B! — los llamé con la voz entrecortada.
Mi amiga fue la primera en llegar.
— ¿Pero qué mierda? — preguntó parada en la puerta.
— Ven con nosotros...— insistió Fausto.
B rodó los ojos y sin responder nada, me ayudó a juntar las cosas necesarias.
— Yo me encargare de ordenar todo... vete — susurró en mi oído — te amo.
— Si pasa algo, vete para allá...
— Tranquila— soltó una carcajada— no tengo miedo.
Poco convencidos, cargamos todo en la camioneta y antes de irnos recordé que estaba leyendo algunos libros de la tía Eleanor, por lo que volví a buscarlos. Quise ver como estaba B pero estaba duchándose y decidí no molestarla.
****
Cuando Odín me vio entrar a casa de mi novio se desesperó y Fausto tuvo que frenarlo para que no vuelva a lastimarme. Por lo que me senté en el sofá y lo obligué a calmarse a base de mimos.
— Pediré algo para cenar ¿Por qué no te recuestas?
— Fausto...— lo llamé antes que entrará en la cocina.
Se acercó y se sentó a mi lado.
— De verdad no pasó nada— pareció leerme la mente— sé que se ve mal y sé que en tu lugar estaría furioso, pero te prometo que no pasó nada ¿Confías en mí? — preguntó casi con miedo a mi respuesta.
— Si... pero— suspiré — Esa chica no me gusta, me huele mal...— Sonrió— Me refiero a algo literal amor...— Me miró confundido— cuando se acerca huelo algo horrible, es oscura y huele mal, muy mal.
— ¿Huele mal?
— Eso me preocupa, el darme cuenta que soy la única que lo huele...
— Entiendo...
— No, no entiendes amor...Hay algo en ella que no es normal, por favor ten cuidado.
— Lo tendré...— besó mis labios y nos detuvimos por un fuerte ladrido de Odín que en cuanto mi novio se alejó, apoyó su cabeza en mis piernas.
— ¿Me extrañaste? — pregunté acariciando sus orejas— yo a ti pesado...— Besé su hocico y el movió la cola.
Mientras esperaba que Fausto se encargara de la comida le envié un mensaje a Isi:
Morana: ¿por qué una persona olería a podrido?
Isi: Por falta de baño? Jajaja
Morana: De verdad lo pregunto Jajaja. Porque parezco ser la única que la huele.
Isi: si traes algo pegado a ti, hueles mal.
Morana: Algo como...?
Isi: Entidades negativas.
Estaba por escribir un mensaje cuando el celular comenzó a sonar.
— Isi...— respondí enseguida.
— ¿Qué paso?
Le conté lo que sentía cada que tenía a esta chica cerca.
— ¿Algo mas además del olor?
En ese momento sonó el timbre y Fausto entró con dos enormes cajas de pizza.
— Mmm noto como un humo oscuro a su alrededor, negro...
— En un rato te escribo...
— ¿Qué harás?
— Preguntare a las cartas ¿Qué más?
— Hablamos más tarde...
Cortamos la llamada y cenamos mientras veíamos una película para luego irnos a dormir. Estábamos agotados.
****
El teléfono sonó insistentemente primero el mío y luego el de Fausto.
— Hola...— respondió mi novio medio dormido — ¿Qué? Belén cálmate, no entiendo...
Cuando escuché el nombre de mi amiga me senté preocupada.
— Vamos para allá... tranquila.
En cuanto escuche eso, aun sin saber que pasaba comencé a vestirme.
— ¿Qué paso?— pregunté cuando soltó el celular.