Los besos eternos de Eleanor (bodas desastrosas #1)

Capítulo 09.

Capítulo 09.

NICHOLAS LEE.

 

Nicholas tachó otro punto de la lista que tenía escrita en su pequeña libreta cuando terminó de empacar su ropa interior. Sonrió para sí mismo, satisfecho de su magnífica organización. Luego, siguió con el siguiente punto: higiene dental. 

—¡No te olvides de echar tus pantuflas! —exclamó Allisa entrando a la habitación y tirándole el par de pantuflas con forma de conejo que ella le había regalado la navidad pasada.

—Allisa —murmuró Nicholas entre dientes sacando el par de calzado de la maleta—. Tengo un orden preciso, ¿quieres dejar de entrometerte?

—Cuando se te olviden espero que no me llames —dijo ella acostándose sobre la cama de su amigo. Su cabello castaño con puntas rubias cubrió gran parte del colchón—. ¿Ya metiste tu placa para el bruxismo?

—Sí, va en mi botiquín —le aclaró él—. ¿Adela no viene?

—Le dije que mañana fuéramos a desayunar, después de que te pasara a dejar al aeropuerto —respondió Allisa—. ¿Cuándo estás de vuelta?

—El doce de Noviembre —dijo Nicholas mientras echaba el estuche con sus productos de higiene dental a la maleta. Allisa asintió.

—¿Cómo dijiste que se llama el prometido de Eleanor?

—Federico Simone, creo que es italiano.

—Ya lo averiguaremos —canturreó Allisa con una sonrisa de la que Nicholas sospechó. Sacó su celular del bolsillo trasero de sus pantalones y comenzó a teclear—. Federico Simone… Ah, lo encontré. Uh, qué guapo…

Nicholas la miró de reojo, con ganas de ver o leer lo que Allisa había encontrado. Sin embargo, pese a sus ganas de saber, su orgullo era más grande y se enfocó en seguir ordenando su maleta, con la voz de Allisa de fondo.

—Oh, es definitivamente italiano —confirmó Allisa—. Es alto, de piel tostada… Cabello castaño oscuro o quizás es negro… Mm, su sonrisa es deliciosa, ¿una sonrisa puede ser deliciosa?... ¡Hey! ¿Esa no es Carey?

Allisa le mostró el celular a Nicholas, quien de inmediato lo tomó, casi desesperado. Observó la pantalla y, efectivamente, ahí aparecía una amiga de él, Carey, y a su lado, parecía estar Federico Simone. 

Miró la fotografía por unos segundos, parecían estar en alguno de esos eventos para gente rica.

Carey Lovelace era una emprendedora, dueña de una empresa que producía ropa sustentable. La había conocido en el año 2009 en Londres, donde solía trabajar y vivir junto a Allisa, cuando escribió un artículo sobre ello y necesitaba entrevistar a personas que trabajaran en el rubro. La contactó por mail y, desde ese entonces, se volvieron amigos.

Luego, tres años después, su marca de ropa alcanzó un punto de éxito remarcable. Ella, ese mismo año de prosperidad, lo invitó a su fiesta anual navideña. En aquella fiesta conoció a Eleanor, quien también era una de los tantos amigos de Carey Lovelace. 

Lo más probable era que Carey conociera a Federico por Eleanor, no encontraba otra explicación. 

—Eleanor es amiga de ella también, no es nada extraño —murmuró Nicholas tendiendole el celular devuelta. 

—Tienes razón —dijo Allisa, volviendo a teclear algo en su celular—. Tiene veintinueve años, es hijo de Carlos y Debbie Simone, estudió en Oxford, es extremadamente rico… bla, bla, bla… Oh, ¡ajá! Algo extraño debía tener, era demasiado maravilloso para ser real.

Nicholas, de inmediato, volteó a verla con interrogación. 

—Salió con la princesa Francesca de York —le contó Allisa, entusiasmada por los chismes y decepcionando a Nicholas—. Y quizás con varias más pero eso no está escrito aquí. Que aburrido, sólo hay información general que a nadie le interesa.

—A mi no me interesa —añadió Nicholas sacando dos trajes de su armario—. ¿Cuál te gusta más? Compré este el otro día —resaltó el que sostenía con su mano izquierda. Era de franela, en color grafito, tanto la chaqueta como los pantalones estaban entallados. 

—Ese es hermoso, ¿con qué te lo pondrás? —preguntó Allisa.

—Pensaba en usar este suéter delgado con cuello de tortuga —respondió Nicholas mostrándole la prenda en un tono más oscuro que el traje—. Recuerdo que Violet decía que me veía muy bien usándolos.

—No puedo creer que pienses en tu exnovia mientras empacas para ir al matrimonio de otra de tus exnovias —murmuró Allisa rodando los ojos—. Y sí, Violet tiene razón. Ay, Nicholas, ¿estás seguro de lo que vas a hacer? Cómo tu mejor amiga te digo que deberías pensar más en tus intenciones. Si Rain supiera…

—No la menciones —la interrumpió Nicholas cerrando sus ojos con fastidio ante la mención de su única hermana—. Esa maldita ingrata no responde a mis llamadas desde hace una semana… Seguro ese noviecito australiano que tiene debe estar metiéndole cosas en la cabeza.

—Rain ya es grande, idiota, déjala en paz. Además, ni siquiera te has atrevido a contarle toda esta situación de Eleanor.

—Como sea, estoy seguro de mis propósitos.

 

Nicholas tenía enfocada su vista en la pantalla de su computador. Su vista ardía un poco por la gran cantidad de horas que había pasado frente a ella. Estaba escribiendo un artículo nuevo para la próxima edición de la revista donde trabajaba ahí, en Londres, pero luego de enfocarse tanto en ello, había perdido la inspiración. 




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