Los besos eternos de Eleanor (bodas desastrosas #1)

Capítulo 13.

Capítulo 13.

NOLAN ROEBOOK.

OCTUBRE 31, 2018 DIEZ DÍAS PARA LA BODA.

 

Nolan se quitó los lentes de sol una vez bajó del jet. Inesperadamente, el día estaba soleado. 

Arrastró su maleta hasta el G-Wagon negro que había rentado y le agradeció al sujeto que se lo había llevado hasta allí. Tomó las llaves y luego de guardar su equipaje, comenzó a conducir. Puso algo de música, decidiendo disfrutar del recorrido hasta el hotel donde se hospedaría. 

Movía la cabeza al ritmo de Madonna cuando sintió que su celular vibraba. 

—¿Sí? —dijo al responder la llamada y poner el altavoz. Ni siquiera se percató de quién lo estaba llamando.

—¿Nolan? —preguntó una voz masculina desconocida. Nolan frunció el ceño—. ¿Hablo con Nolan Roebook?

—Sí, ¿Quién habla?

—Ah, menos mal. Soy Blake Marsden… ya sabes, uno de los exnovios de Eleanor.

—Oh, sí, lo sé —Nolan rodó los ojos—. Un gusto… creo. ¿Qué tal? ¿Ya estás en Londres?

—Sí, aterricé hace un par de horas… ¿Y qué hay de ti? ¿Todo en orden?

—La verdad es que sí, voy camino a mi hotel.

—Genial, estaba pensando en que podríamos cenar juntos. Ya sabes, para ponernos al día y charlar.

Nolan entrecerró los ojos. 

—De acuerdo, me parece fantástico —mintió. 

—Asombroso, te enviaré los detalles por mensaje de texto. Adiós.

—Adiós —le dijo Nolan—. Maldito infeliz —agregó cuando la llamada se cortó. 

¿Acaso Blake Marsden creía que era estúpido? Pues no. Nolan conocía a los chicos bonitos y ricos, él era uno. Sabía que Blake, al igual que él, estaba acostumbrado a conseguir lo que quería, después de todo, habían nacido en cunas de oro. No conocían un no como respuesta. 

Si había una razón por la que aceptó esa cena, era porque así podría saber sus reales intenciones… y porque él le había enviado una fotografía de la invitación a la boda luego de haber quemado la suya. Le debía una. 

Tenía entendido que ya todos estaban en Londres, por lo que era cuestión de días que alguno de ellos lograra contactar a Eleanor. 

Él quería ser el primero en verla, en hablar con ella. Quería saber que ella estaba bien y que Federico era el correcto. No quería que ella se casara con alguien que no sabía valorarla. El mismo Nolan no supo valorarla cuando estuvieron juntos, y odiarla había sido más fácil que reflexionar sobre lo que había sucedido con el término de su relación. 

Él ya no estaba interesado en buscarla para forzarla a amarlo, él sólo esperaba verla feliz.

El hotel en el que se hospedaba era extremadamente lujoso. Ya había estado en él varias veces antes y también ya conocía a los dueños, quienes eran amigos de sus padres. 

—Tienes que estarme jodiendo —escuchó que alguien decía tras él. Se volteó y se tuvo que forzar a no rodar los ojos. Blake Marsden sonreía con los brazos abiertos—. ¡Nolan, qué gusto!

Parecía una de esas patéticas películas románticas que Allen tanto adoraba. Era demasiada coincidencia, pero luego recordó que Blake era un maldito ricachón y era obvio que se hospedaría ahí. 

Se acercó a él y ambos se dieron un apretón de manos. Nolan se obligó a sonreír. 

—Blake —su voz salió más molesta de lo que quería—. Qué gusto.

Blake rió entre dientes, tampoco parecía muy contento de verlo. 

—Llegamos al mismo tiempo… extraño, porque no te vi en el vuelo —le comentó Blake. 

—Vine en el jet de mi familia —explicó Nolan quitándose un rizo de la frente.

Blake sonrió de lado. 

—¿Qué te parece si nos reunimos en el restaurante de aquí a las seis?

—Me parece estupendo —respondió Nolan levantando una ceja—. Nos vemos.

Estrecharon sus manos una vez más y cada uno se fue en diferentes elevadores. Nolan sentía que tenían una pequeña rivalidad, la típica que existía entre personas con buena economía. Sin embargo, Nolan sabía que la de ellos era diferente, porque sabía que Blake lo veía como un rival por Eleanor. 

Y Nolan no podía negarlo, le encantaba que alguien lo viera como su competencia. 

 

—Voy a partir la cara de ese estúpido. Hablo en serio, Eleanor —agregó cuando vio que Eleanor reprimía una risa. 

Estaban en una estación de gas, acababan de salir con bolsas llenas de cosas para beber y comer. Esta vez las habían pagado. 

Una camioneta había llegado, y de esta había salido un sujeto que, de inmediato, comenzó a observar a Eleanor de forma inapropiada. Miró su rostro, sus atributos, la incomodó. Y eso bastó para que Nolan quisiera darle un golpe en su jodido rostro. 

Pero Eleanor no tenía ganas de que su salida fuese arruinada por ese idiota. 




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