Los besos eternos de Eleanor (bodas desastrosas #1)

Capítulo 21.

Capítulo 21.

AIDEN BURGESS. 

NOVIEMBRE 6, 2018CUATRO DÍAS PARA LA BODA.

 

Aiden fue el tercero en llegar a la pequeña tienda de música. No entendía muy bien por qué ese había sido el lugar donde se reunirían, pero tampoco le había dado muchas vueltas.

Desde su reencuentro con Birdie y Gabriel, su mente estaba en paz. Aún cuando deseó pedirles a ambos el número de Eleanor, no lo hizo. Pensó en que debía de respetar el momento, después de todo, no los veía desde hace diez años.

Cuando entró a la tienda, el encargado lo llevó a un pequeño salón detrás de todo el lugar de ventas. Había un juego de sillones sobre alfombras vintage, grandes ventanas, un tocadiscos con un montón de vinilos apilados a su lado, y un candelabro en medio de la sala que le daba un aspecto antiguo y mágico. Sentados en los sillones se encontraban Nicholas Lee y Nolan Roebook. 

—Un gusto conocerte —le dijo Nolan estrechando su mano.

—Igualmente —le dijo Aiden antes de saludar a Nicholas, con quien tenía una relación más estrecha. Al tomar asiento, Aiden repasó la habitación una vez más—. ¿Qué es este lugar?

—Una tienda de música —le explicó Nolan sonriendo de lado. Aiden rodó los ojos antes de sonreír—. No lo sabemos. Cuando llegamos, el encargado de la tienda nos preguntó si veníamos por Eleanor y luego nos trajo aquí. No tenemos idea de por qué ella eligió este lugar.

—Oh… ¿Eleanor lo eligió?

—Sí, Celestine, su amiga, nos envió la dirección especificando que fue idea de ella —le contó Nicholas.

Aiden asintió.

—¿Sólo nosotros faltábamos? —preguntó Blake Marsden entrando al salón. Detrás de él venía Tristan Helliwell. 

—Sí, sólo ustedes —le respondió Nolan, mirando a Blake fijamente—. ¿Llegaron juntos?

—No, nos encontramos en la entrada —le explicó Tristan saludando a todos—. ¿Cuánto tiempo tenemos antes de que Eleanor llegue?

—Celestine nos dijo que estarían llegando a las cinco —le dijo Nicholas. 

—Eso nos deja varios minutos para discutir los problemas amorosos de Aiden y Blake —dijo Nolan, provocando que los aludidos fruncieran el ceño. 

—¿Por qué nosotros? —preguntó Aiden irguiéndose en su asiento. No le había gustado esa conclusión.

—Porque somos los únicos dos que seguimos con la misma idea —le dijo Blake, elevando una ceja—. Reconquistar a Eleanor.

Aiden procesó la información. 

—Espera, espera, ¿qué no era ese el plan de todos? —cuestionó.

—Ya no —respondió Nicholas—. No desde hace un tiempo.

—Nosotros tres nos dimos cuenta de que nuestros sentimientos por Eleanor siguen ahí, pero no de la misma forma que antes. No la amamos románticamente —explicó Tristan—. Pero sí la amamos por ser parte de nuestra vida, y por eso no queremos que ustedes arruinen la de ella. 

Blake soltó una carcajada falsa.

—Son un trío de hipócritas —les dijo, apuntándolos con su dedo índice—. ¿Hicieron berrinches y ahora se hacen los héroes? Me dan asco.

—Entonces vete —lo encaró Nolan.

Aiden rodó los ojos antes de frotarse el rostro con ambas manos. De paso revolvió su cabello, porque el estrés se estaba apoderando de él.

Él sabía que la amaba, estaba seguro de eso desde el momento en que la conoció. La recordaba demasiado bien; su cabello rizado, sus ojos brillantes, la forma en que su boca se curvaba cuando estaba triste, los múltiples brazaletes que decoraban sus muñecas… No podía dejarla ir tan fácil como ellos. Él sabía que ella era su alma gemela.

—Ustedes no entienden —murmuró Aiden al mismo tiempo que el sujeto de la tienda entraba a la habitación.

Los cinco hombres se dieron vuelta a mirarlo, intimidándolo un poco. 

—Están aquí —susurró antes de irse. Tras él apareció Celestine, y junto a ella, Eleanor.

El corazón de Aiden se apretujó al verla. Apenas podía sentir sus latidos. Eleanor se veía tan… diferente. Llevaba el cabello largo, pero sus rizos apenas se formaban. Y tenía un flequillo que él nunca había visto. Seguía igual de alta, pero erguía sus hombros más confiada y conforme con su altura. 

Vestía unos jeans y un fino suéter color mostaza que hacía relucir un fino colgante que terminaba en un pequeño corazón de oro. Entre sus manos llevaba un grueso abrigo marrón, al que se aferraba con fuerza.

—Hola —dijo ella antes de sonreír. Al menos sus labios pintados de rojo seguían igual que siempre. 

Aiden giró su cabeza y vio que el resto tenía los ojos pegados a ella. Por suerte, Nolan reaccionó.

—Ele —dijo él, acercándose y abrazándola—. ¡Te ves hermosa!

Ella se carcajeó, el sonido provocando mariposas en el estómago de Aiden. Aún no podía procesar el hecho de que estaba frente a ella.

—Gracias, Nolan, tú te ves fantástico —dijo ella—. Bueno, ya conocen a Celestine… al menos la mayoría de ustedes.




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