Los Caballeros de la Causa Pérdida

V

Al día siguiente por la noche trajeron al carbonero al dormitorio debajo del campanario en el que hospedaron al llanero. La entrevista no dio mucha información, el hombre asustado, sudaba en frio, tartamudeaba y balbuceaba. Más información le 
dieron sus cicatrices, la distancia entre las mandíbulas era impresionante, dos hileras de dientes, una detrás de la otra; por supuesto, tenía unos dientes punzantes, incluyendo unos larguísimos colmillos inferiores y superiores, ocho, dos en cada lado. 
Las uñas cortas pero seguramente más afilados que las de un puma selvático. Solo por ellos el carbonero se le escapado. Terminada la entrevista, Jäger lo despidió con un gesto, le abrió la puerta. Detrás esperaba un sirviente de la catedral de túnica blanca grisácea, con el brazo levantado, listo para tocar a la puerta.

—Vengo de parte de la santidad del arzobispo. El santo señor le envía esto, hermano—dijo y le extendió un grupo de papeles maltratadas y arrugadas, en la primera hoja estaba escrito el nombre de Víctor, y abajo.

—Gracias—dijo Jäger con frialdad—.Acompañe al carbonero hasta su hogar, por favor.

El monje obedeció toman al hombre por el brazo. Jäger atrancó la puerta, pegó el oído, esperó un momento, las pisas de los hombres desaparecían. Se alejó, dejo sobre la mesa el diario; se arrodilló a un lado de la cama, debajo de la mesa arrastró una alforja larga. Tomó de su contenido un libro 
antiguo, gastado y delicado; en la cubierta de piel, incrustado, un cráneo de un monstruo cornudo mostraba unas fauces en forma de risa de horribles colmillos, abajo escritas había unas runas satánicas. 
El Bestiarum Nictu deil Al Vizlo, el libro de los muertos y la locura cósmica, capaz de evocar fuerzas incomprensibles más allá de los sueños mortales, escrito en el idioma Tabú. Pasaba el dedo despacio por las páginas, parecía que se romperían en cualquier momento. Traducía las runas, difíciles de descifrar; sobre información de los entes, estudios descriptivos, parentescos en otras culturas. 
Halló a la Llorona, omitió mucha información no esencial.

                        Cihuahocani 
                       Mujer Llorona 
            Cihua: Mujer Chocani: Llorar 
            Véase Banshee, Nayádes y la                                 Macachera

De la familia de los Espíritus Coléricos pertenece pero no de los de los Come Cadáveres. Madre nacida de pena y rencor de la perdida de sus hijos, testigo del asesinato de estos, regresa para vengarse de los asesinos y matarlos del mismo modo que a los vástagos. Más numerosas se vuelven después de las guerras o hambruna…

Cuauhtémoc, Águila Que Cae. Antes de la llegada de los norteños, escucharon una mujer que no podía esconder a sus hijos del cráneo que ríe; un presagio de la llegada del Mictlán; la venida de la serpiente emplumada y el relámpago del Reino 
Imperecedero…

Crecen dos filas de diente con colmillos punzantes para arrancar carne, de la maldición el resultado es; garras filosas y cortas. Peligrosos gritos altamente son, usar de arma suele hacer, deja sordo y aturde, ágil como gato, trepa por paredes sin tropezar ni caer, girar toda la cabeza puede, flotar no, ni volar pero saltar muy alto sí. Daño no le hace las armas convencionales, solo el diamante negro. Pero también el fuego, flechas de hueso de loro y las señales sagradas. Muerte no le dará, capturar no se puede en amuletos. Darle paz es la única alternativa, para una madre flagelada en negaciones, aceptar la verdad debe, aceptar. Debe mirar la tumba de sus hijos, y aceptara la verdad...

La noche avanzaba, la luz de los faroles de la calle traspasaba la ventana de la habitación, aclarando remotamente. Pero Jäger podía modificar su pupila para ver en la oscuridad como si fuera de día 
El astañol cerró el libro. Y Descubrió del fardo, la espada corta de plata en su vaina, probó el filo con el dedo pulgar; y de unas tiras de cuero desenfundó los revólveres tachonados de bronce en la empuñadura, desprendió el seguro de los tambores, hizo girar los cilindros contando las balas rellenas en el interior de mercurio líquido, bloqueó los tambores; haciendo tronar el seguro. Los fusiles no servirían contra la Llorona, estaban hechas para seres con sistema circulatorio funcional; al penetrar en el cuerpo, las balas explotaban envenenando el cuerpo y causando una muerte por intoxicación, pero contra muertos, criaturas sin pulso, aquello daría 
ningún efecto. Se prevenía, formo las armas en hileras. Por último, en el fondo de la alforja, envuelta en pieles de res una gran tizona. La desenvainó, la hoja estaba hecha etéreamente de obsidiana necrológica; un diamante volcánico negro, centelleaban con un furor maligno. Pulida perfectamente, fruto del trabajo delicado de un alquimista, más fuerte que el acero reforzado y liviano como una vara de sauce. La meneaba fluidamente, el centelleo temblaba. Volvió a envainarla, sonando un chirrido cristalino. La envolvió en la piel y la apartó en una esquina de la mesa. El diario del padre Víctor, menos que un diario era un puñado de cuartillas sin cubierta ni forro que le protegiera, unidas en una punta por un simple hilo sucio en la esquina, sin ningún conocimiento nuevo que el llanero considerara. Pero en la última de las páginas, había dibujado un templo antiguo inundado e inclinado, en las líneas, estaba las últimas palabras del padre Víctor antes de su lúgubre cesación.

Ya son muchas noches de seguir a la Llorona y sus pasos siguen siempre la misma ruta hacia el corazón de Xochitepancalli. Todas las noches llega al mismo lugar, a las catacumbas del templo de los Aztlantecas. La madre que no ve a sus hijos, no ve la luz, su mirada es fría y se te clava en el alma pero no ve. Debajo del yugo ella tiene que ver. ¿Cuánta gente se necesita para calmar el odio de esta madre?...

La oscuridad se denso como una niebla mientras Jäger leía exhortado. Una sombra de ultratumba se alzó detrás de él, silenciosa y muda. Un gemido sordo. El  viento, comienza a soplar... Algo brilla en la ventana. Una sombra de ultratumba maligna se alza detrás de él.



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En el texto hay: mitologia, accion, aventura

Editado: 25.10.2020

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