Los caídos: Ángeles oscuros

Prólogo

Caer es para los humanos estrellarse en una superficie, un golpe, algo doloroso; pero para los celestiales es una increíble sensación de libertad, significa poder extender las alas por completo, precipitarse hacia abajo sabiendo que en el último momento podrán remontar vuelo, pero eso no es todo, caer significa abandonar tu existencia, la vida y el hogar que una vez conociste, para convertirte en algo más, un ser diferente en una vida nueva… lo sé porque estoy cayendo.

Las circunstancias que me llevaron a esto fueron muchas, soy un mestizo, mitad celestial mitad elfo. Mis padres están muertos, fueron separados cuando el consejo de alados descubrió que mi madre, un Hada, estaba embarazada de uno de los suyos. Nací en una celda en la torre este de “El templo de la rosa acuática” y allí viví hasta los cuatro años, cuando me separaron de mi madre y me entregaron a una mujer. Madelen, quien me crio y cuido con mucho amor.

A veces subía los más de trecientos escalones para poder ver a mi madre, ella me contaba historias de mi padre, en las que era un gran héroe, en las que prometía volver por nosotros… pero después de ocho años esperando, creí que podría ir al consejo de los alados y conocerlo por fin.

Entrada la tarde me escape de Madelen y corrí al bosque, camine hasta que ya no pude más y caí exhausto. Desperté por el frio roció de la mañana, me puse en pie y camine todo el día. Sabía que el consejo estaba en “La ciudadela de cristal” en la cima de la montaña “El camino a las nubes”, pero estaba muy lejos, ni siquiera se podía ver desde donde yo estaba.

Una nueva noche oscura y aún en el bosque, estaba hambriento, sucio, cansado, nunca me sentí tan feliz como cuando encontré un joven manzanero, trepe y conseguí algunas muy dulces, no sin golpes y raspones pero pude comer, me quede dormido. Camine dos días más para salir del bosque y otro para alcanzar el pie de la montaña, fue entonces cuando me di cuenta de que si no volaba nunca llegaría a la cima, yo tenía alas, claro, no como las de los celestiales, eran más como de hadas transparentes y brillantes de plumas blancas, algo pequeñas, lo más importante era que nunca las había desplegado y mucho menos había despegado mis pies del suelo.

Estaba asustado pero decidido, extendí mis antes ocultas alas con el corazón golpeándome muy fuerte en el pecho, las agite tan rápido como pude hasta que, sin aliento me eleve, al principio me costó manejarlas, pero como si fuera un saber que estaba oculto en mi memoria pronto las controles. La sensación al principio fue de vértigo, el viento bajo ellas me hacía cosquillas, la libertad que experimente fue abrumadora y mientras ascendía por la montaña horriblemente empinada tenía una sonrisa tonta en la cara.

Llegar a la cima me tomo menos tiempo de lo que esperaba, lo único que me dio problemas fue el aire frio que empeoraba mientras más alto subía, yo apenas traía un pantalón de gasa y la camisa a juego lo que no ayudaba a mantener el calor, me estaba congelando, empecé a caminar, a lo lejos podía ver la ciudadela proyectando rayos de luz a causa del sol, mientras más me acercaba, más me impresionaba, aunque el edificio parecía un castillo cualquiera podía sentir la opresión de la magia de los celestiales. Todo el lugar resplandecía con luz propia, incluso el suelo bajo mis pies. Cuando por fin atravesé las puertas, todas las miradas cayeron sobre mí para luego desviarse con desprecio a cualquier otro sitio.

Avancé sobre un suelo de adoquines blancos muy desgastados, a donde mirara había seres alados, celestiales de hermosas alas con distintos colores pálidos, y todos me miraban como si fuera una cucaracha, de entre tantos mis ojos se encontraron con unos plateados… idénticos a los míos, unos ojos que me contemplaban llenos de lágrimas, dejo caer lo que traía en las manos y corrió a abrazarme fuerte, nunca habían hecho eso, Madelen lo hacía a veces pero sus abrazos eran muy suaves y gentiles, el de este hombre era fuerte, ansioso y anhelante, como si fuera lo más querido e importante.

_Papá –Dije-

Y él apretó más, todos a nuestro alrededor nos miraban con horror, me empujo suave por los hombros.

_Espérame al pie de la montaña. –Y sin más se alejó-

Su voz resonó como un eco lleno de amor en mi cabeza, asentí y salí corriendo tan feliz que apenas podía soportarlo, cuando cruce las puertas extendí mis alas y volé tan eufórico que apenas fui consciente de que estas se cerraban tras de mí. Me senté en el suelo abrazándome las rodillas y espere, espere y espere, después de dos días, con lágrimas en las mejillas decidí volver a casa, al único lugar que conocía como un hogar, extendí las alas… si volaba iría más rápido, me alejaría más rápido… quería olvidar ese lugar y a mí padre con él. Madelen me estaba esperando, se aferró con fuerza en cuanto me vio y entre sollozos dijo lo peor.



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En el texto hay: hxh aventura drama

Editado: 26.07.2018

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