El color predominante, marrón rojizo, a donde viera, hasta las criaturas son de ese color, en el infierno reina el caos y la oscuridad, tonos oscuros me rodean, negro, gris, contrario a todo lo que se cree el fuego aquí, es frio, no existe calor ni colores cálidos o luz.
Tengo la visión desenfocada, no hay nada definido delante de mí, formas y sonidos están deformados, trato de ponerme en pie pero algo me lo impide, las muñecas me arden y un dolor punzante nace desde mi nuca recorriendo a lo largo de mi espalda. Desorientado y confundido poco a poco mi visión se vuelve más clara.
Frente a mí dos figuras me observan riendo, me esfuerzo por ver claramente ganado que mi dolor de cabeza se intensifica, cuando pude definirlas un escalofrió me recorre todo el cuerpo haciéndome desear no haberlos visto nunca, no son humanos, se paran en dos patas traseras con las formas de diferentes animales, pesuñas en lugar de pies y sus manos sólo tienen tres dedos puntiagudos, cubiertos de piel hasta el ombligo, sus rostros grotescos, con hocico en punta, nariz chata con fosas nasales enormes, orejas como de gato y cuernos en espiral que ocupan la parte superior de sus cabezas.
Quise levantarme y salir corriendo tan rápidamente que caí de rodillas, recordando que algo me sujeta cuando me jala nuevamente hacia abajo, mis muñecas arden más y las criaturas ríen a carcajadas, estoy encadenado a unas rocas detrás de mí, una tercera criatura se les une, más parecido a un fauno, no hay nada humano en él, debí imaginarlo, en un lugar como este alguien como yo atrae la atención, con el pelo de un rosa pálido revuelto hasta los hombros en un corte desparejo, la piel tan blanca que en esta oscuridad casi brilla y mis ojos plateados muy intensos, por suerte las alas desaparecieron en algún punto del viaje, lo que me hacía parecer más elfo que otra cosa.
La tercera criatura hablo, el sonido que sale de su hocico, porque no puedo decir que tenga labios o si quiera boca, como gritos desgarrando mis oídos, soy incapaz de distinguir palabra alguna, por el rostro de los otros me doy cuenta que este debe ser el líder. Se acercan y yo retrocedo tanto como me lo permiten las cadenas, sujetan mis brazos para que no me resista, uno me jala del pelo obligándome a alzar el rostro en dirección al tercero, que se inclinó más cerca de mí, la único que puedo hacer es mirar a un lado, a lo que responde con una bofetada, puedo sentir el sabor de mi propia sangre, lo miro con odio y escupo, esto es humillante, con todo el entrenamiento que tengo la única forma de defenderme es esa.
La criatura vuelve a inclinarse y esta vez me sujetan más fuerte, un ruido de acero junto a otro como de uñas rasgando el cristal hacen que me lleve las manos a los oídos, las manos, miro a cada lado, las cadenas cuelgan inertes desde mis muñecas, el sonido se detuvo… las criaturas están en el suelo en un charco de algo negro y viscoso que le les escurre, una voz a mi espalda grita algo que no entiendo.
Antes, cuando dije que no hay luz estaba equivocado, la figura que salta frente a mí, para interponerse entre mis atacantes y yo, es luminosa, muy brillante, alta, delgada, de pelo negro muy largo para ser corto pero muy corto para ser largo, le cae en mechones desparejos sobre los hombros y el rostro, tiene una espada corta en la mano izquierda, cubierta de esa cosa viscosa que supuran los demonios a mis lados, están hablando o eso parece, estoy paralizado en el suelo, respiro profundo y empiezo a correr, puedo ver como se gira hacia mí con sus ojos muy abiertos y azules, la criatura ya no está con él, miro al frente justo antes de que esta me sujete por los hombros y lance contra una roca, quede inmóvil en el suelo con la respiración entrecortada, comienzo a oler a quemado, y en cuanto levantó la vista entiendo porque, la espada del chico está en llamas y camina decidido hacia la criatura, en un sólo movimiento la hace girar en un salto para enterrarla hasta la empuñadura en su cuerpo, con un alarido explota bañándolo de carne quemada, se sacude algunas partes mientras camina hacia mí quitándose el suéter por la cabeza, se queda con una camisa sin mangas, ya más cerca puedo verlo bien. Viste por completo de negro, bajo los brillantes ojos azules tiene marcas como de garras negras y otra que nace desde su labio inferior y se pierde en su ropa, su mirada intensa está fija, puedo verlo arquear una ceja mientras agita su brazo frente a mí, no había notado que sólo traigo puestos unos pantalones de gasa, está ofreciéndome su suéter, lo tomo, sus dedos quemaron cuando los toque y él quita su mano dejando que la prenda se deslicé de la mía, no es tan delgado como creí pero si muy alto, noto sus músculos tensarse cuando se inclina para tomar el suéter y pasármelo por la cabeza, se me seca la boca al sentir su corazón en mis manos cuando lo empujo.
_ Yo puedo solo. -Alego provocando una media sonrisa en sus labios-
Aunque mi voz suena en un susurro él puede escuchar, se sienta en el suelo frente a mí con los brazos en las rodillas, puedo sentir el peso aplastante de su mirada, parece brillar con luz propia, luz negra, su boca se curva hacia arriba en una media sonrisa, esta vez burlona.