El portal es más grande de lo imaginable, negro y desgastado. El hedor a putrefacción dando lugar al vacío, opresor y asfixiante, una sensación de terror puro y crudo se apodera de mí, todo lo que quiero hacer ahora era volver a mi hogar con mi familia… pero como traidor a mi gente ya no tengo ninguna de esas cosas, estoy solo y tengo que averiguar qué demonios está pasando, conmigo y lo que me rodea.
_ Eso es Ian, se valiente, búscame. –Murmura-
¡Ja!, ahora habla en mi cabeza. También está eso, una presión en el pecho que con cada segundo se vuelve más insoportable, cuando nadie lo nota presionó mi mano en ese punto en particular que me provoca quemazón, no me lleva mucho tiempo darme cuenta que es el mismo lugar donde tengo la marca.
Uno de los guardias me empuja asiéndome tropezar y casi caer, atravesamos la entrada y el espacio frente a mi es exacto como en mi sueño, viaje o lo que sea. Las palas y picos, el poso, el poste de castigo en el centro del patio, lo único diferente es que esta vez está lleno de gente, esclavos cubiertos de sangre por los golpes y latigazos, algunos se ven enfermos, hambrientos o moribundos, por el otro lado, esclavistas, todos ellos portando algún tipo de arma ensangrentada.
Me guían por un largo pasillo, está helado y muy silencioso, entramos en una especie de recibidor por lo que parece ser la única entrada, frente a mí se encuentra un grupo de cuatro hombres en una acalorada conversación que termina cuando entramos, veo las lascivas miradas que me dirigen y siento que el aire se atora en mi garganta, “Se valiente” me recuerdo, obligándome a respirar cuando la puerta se cierra.
_ Vaya, vaya, vaya, ¿pero que tenemos aquí? -Dice uno mientras se acerca rosando mi pelo con sus dedos-
Quiero apartarme por el asco que me provoca pero me mantengo firme sin apartar mis ojos de los suyos, vigilando cada uno de sus movimientos, camina a mi alrededor sin dejar de mirarme, escucho risas, todos en la habitación se ríen excepto nosotros dos, como si supieran algo que nosotros no, hasta que veo la pequeña sonrisa delatora en el rostro del hombre frente a mí, es cuando me doy cuenta que el único que ignora lo que pasa soy yo, entonces recuerdo la colección… de la que probablemente pronto seré parte, y de manera inconsciente doy un paso atrás.
_ Yo no haría eso si fuera tú. -Advierte Ash y en sus ojos es verdadera-
_Él tiene carácter mi señor, nos causó muchos problemas, perdimos toda la mercancía por su culpa. -Informa uno de los captores-
_ ¿Solo? -Pregunta incrédulo-
_ Sí señor, es un buen peleador.
_ Bien, -Sonríe- me divertiré educándolo. Llévenlo con Lucero, será un buen ejemplo.
Noto el ligero cambio que se produce en Ash, sus manos en puño, sus labios apretados y la tensión en sus hombros, supongo que encontramos a su hermano.
_ ¿Qué hay del rebelde? –Pregunta uno ignorándonos-
_ Lo pondremos a trabajar, y si sigue causando problemas lo convertiremos en un ejemplo.
¿Otro rebelde?, miro a Ash de reojo y él me mira, parece tan confundido como yo, el esclavista que hablo me sujeta del brazo y le sonrió, ¿Así que no cree que sea una amenaza? Dando un giro quedo a su espalda, sujeto su mano y la jalo hacia arriba doblándola dolorosamente, meto un pie entre los suyos deslizándolo para así hacerlo caer, me arrodillo con una pierna entre sus omoplatos, sin soltar sus manos me acercó para murmurar en su oído.
_ ¿Sigues creyendo que puedes conmigo? –Es obvio que lo tome por sorpresa-
Ash y los otros me sujetan alejándome de él, este se incorpora golpeándome en el estómago con toda su fuerza, me sueltan, ahora soy yo quien está en el piso, desde este ángulo puedo ver a Ash dándome una mirada de disculpa, asiento, entiendo su posición, tiene que fingir por el bien de su hermano.
Los guardias me sujetan para arrastrarme por otro pasillo, luego de caminar por mucho tiempo, puedo ver a ambos lados puertas, de lo que supongo son las celdas, caminamos por un corredor que parece interminable antes de detenernos frente a una puerta sin ventana, la abren usando una llave que uno trae al cuello y me empuja tan fuerte que me golpeo contra el suelo un par de metros más adelante, la puerta al cerrarse se lleva el ultimo rastro de luz consigo dejando la celda sumida en la oscuridad.
Poco a poco mis ojos se acostumbran permitiéndome distinguir mí entorno, las paredes son grises mugrientas, llenas de manchas de algo que no quiero saber, hay una cubeta en un rincón y en el otro un viejo colchón con un bulto pequeño, me acerco más para ver, cuando este se mueve dejando al descubierto una pequeña niña de pelo largo de un rubio platinado muy similar al de los Celestiales, bajo toda la suciedad resalta una piel clara, levanta la mirada en mi dirección abriendo los ojos muy grandes a causa del miedo, al mismo tiempo se empuja contra la pared detrás de ella como si quisiera desaparecer, agacha la cabeza y su pelo le cubre el rostro por completo, está temblando.