Los caídos: Ángeles oscuros

El rey oscuro/Lucero

_ Acércate de una vez –Llamó a la sombra que nos ha seguido-

Unos metros detrás de nosotros, Lucero ligeramente tembloroso hace por fin su aparición, el rostro de su hermano se arruga por la molestia, no se esperaba que nos siguiera.

_ ¿Desde cuándo lo sabes? –Me interroga el polizón-

_ Desde el principio. –Respondo con calma-

_ ¡Y no dijiste nada! –Habla Ash entre dientes apretados-

_ No habría hecho diferencia, él estaba decidido a venir, aunque no sé porque. –Lo contemplo con curiosidad-

Nos mira a todos de manera obstinada, no, nos habría acompañado de cualquier manera. Nuestro guía, indiferente a la situación camina lento sin detenerse, escucho una ligera discusión por parte de los hermanos mientras comienzo a caminar una vez más. Nos dirigimos a un lado del castillo, nadie parece prestarnos atención mientras atravesamos una desvencijada puerta de madera. Un grupo de esclavos son los únicos en recibirnos, viendo con temor y esperanza.

_ Aquí es donde nos separamos, Lucero vendrás con nosotros, no voy a perderte de vista. –Informa Ash-

_ Antes deberían ponerse esto. –Pide unos de los esclavos entregándonos lo que parece ser las mismas ropas que ellos llevan- Y tú brillas demasiado, sería mejor si estas medio desnudo, así creerán que están en la colección.

_ Eso no pasara, prefiero arriesgarme. –Alego-

_ ¿Y a los demás contigo? Ni hablar –replica Mark- Todos tenemos a quien proteger es por eso que estamos aquí, no sólo porque tú la hayas cagado.

Con un suspiro reconozco que tiene razón, con renuencia me quito el suéter recordando el momento en que Lucien me lo entrego. Todos a mi alrededor se quedan horrorizados al ver el aspecto que tengo, realmente no lo había notado, aunque delgado, los músculos están mucho más definidos que cuando llegue, mis hombros más anchos, pero lo que más llama la atención es la marca que ocupa por completo mi pectoral izquierdo luciendo un negro profundo.

_ Tenemos que hacer algo con eso. –Alega Ash a mi espalda, lo miro algo confundido- Tienes unas feas cicatrices ahí.

_ Déjalas. –Sonrió con ironía- Les gustara saber que aún conservo mis alas, lo que debemos cubrir es la marca.

_ Es cierto, el lazo no debe ser visto por los hombres del rey. –Agrega el esclavo-

_ ¿Lazo? –Pregunto curioso-

Sin responder toma algo de hollín bajo una estufa y lo usa para ensuciarme, ocultando lo mejor posible la marca y mi buen estado físico, se supone que al ser un esclavo no tendría que verme tan saludable, imitando sus acciones los demás untaron suciedad en sus cuerpos, no es que lo necesitaran ya dan mucha pena con sus ropas raídas viéndose cansados por el viaje.

_ Ustedes irán con él. –Habla el esclavo indicando al grupo que debería buscar los objetos- Y ustedes conmigo.

Sin una palabra nos ponemos en marcha, uso la sudadera para ocultar la espada y se la entregó a Patrick, no está en mis planes estar desarmado más allá de la alianza. Atravesamos la puerta que nos conecta al salón y el grupo se divide en dos, manteniendo la mirada baja camino al final de nuestro pequeño equipo, atento a posibles amenazas, lo que luciendo así sería cualquier cosa, una pena por quien intentara algo.

Nos dirigimos a una abertura que lleva a un pasillo, las muchas antorchas son lo único que brinda luz al frio y húmedo lugar, al final un salón que reconozco de mis viajes, con varias puertas alrededor, una en particular llama mi atención, aquella habitación donde lo bese. El joven demonio nos guía por una de ellas a unas escaleras descendientes. El camino es largo y silencioso, demasiado silencioso para mi gusto, una idea cruza por mi mente ¿Dónde está Lucien? Por más que intento localizarlo no lo consigo, una y otra vez choco con una pared mental, lo mismo pasa cuando trato de encontrar al otro grupo, me están bloqueando de alguna manera.

Las mazmorras de este lugar no son mejores que las de la ciudad de los lamentos, pequeñas, sin acceso a luz alguna, todas ellas ocupadas por criaturas indescriptibles, escuálidas, heridas o enfermas, el aire huele a miedo y orina, sus rostros reflejan desesperanza, muchos deben de haberse abandonado a la gloriosa muerte, pero hoy no es el día, saldrán de este lugar lo quieran o no. Nos detenemos frente a una celda en particular, un cuerpo ensangrentado sujeto a la pared nos saluda.

_ Te ves horrible. –Saludo mientras la reja es abierta-

_ No deberían haber venido. –Susurra mientras a nuestras espaldas la puerta se cierra con un chillido espantoso-

Sonrió apenas mientras le dirijo una mirada fría al pequeño demonio, dejándome llevar por el mismo impulso que me guio antes, extiendo mi brazo señalando la puerta, con sólo imaginarla abriéndose esta lo hace, es arrancada de los goznes y se azota contra una pared detrás del sorprendido intento de carcelero, escucho la carcajada de Deimon antes de verlo con diversión maliciosa en sus ojos, sujeto los grilletes congelándolos sin más, romperlos es fácil. Algo está muy mal pero no puedo saber que, por primera vez el poder fluye a través de mi cuerpo con total libertad, embriagándome.



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En el texto hay: hxh aventura drama

Editado: 26.07.2018

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