Los Caídos: El alado

CAPITULO 6

LEVIATEL

Esa debe de ser la isla – dijo Idlen señalando un enorme cumulo de neblina

Yo puedo ver la isla, el viento, la neblina, no me incomodan en lo más mínimo, no hace falta que me lo señales – dijo Leviatel en un tono molesto

Lo olvido, yo solo veo neblina

Entonces agárrate con fuerza por que ahí hay vientos y rayos fuertes, voy a volar más a prisa por ahí

Gracias por el dato, por favor que no me impacte ninguno de esos rayos – Idlen se agarró fuertemente de los hombros de Leviatel, Leviatel empezó a volar a toda velocidad para atravesar la neblina tan rápido como le fuese posible, los rayos le impactaban de todas partes, los fuertes vientos le dificultaban volar, la lluvia de granizo le impactaba en los ojos dificultando su vista sin contar con la espesa niebla que entre más se adentraba más espesa se volvía. – no te preocupes por los rayos, yo te puedo sanar de eso después – gritó Idlen al mirar como Leviatel intentaba esquivar los rayos

Entonces agárrate con más fuerza – Leviatel dio un par de aleteos con más potencia y salió disparado hacia a delante, Idlen casi se suelta a causa del cambio de velocidad tan brusco y repentino

 

IDLEN

La gigantesca torre negra de forma cilíndrica se hizo clara a los ojos de Idlen, mientras más se acercaban mejor podía ver las pequeñas figuras que se movían en el interior, al acercarse un poco más las cosas se volvieron más claras, eran personas con traje similar a los de las fuerzas S.W.A.T, estaban tomando posiciones para defender la prisión, una bala impactó a Leviatel, Leviatel se quejó de dolor, él no había podido descansar y para peor Idlen no había podido sanar todas sus heridas por lo que aún estaba en muy mal estado

¡Bruja empieza con tus curaciones ahora! – ordenó Leviatel cuando vio la lluvia de balas que le iba a caer, Idlen se puso nerviosa cuando escuchó los disparos, Leviatel se puso cara a las balas aleteando manteniendo a Idlen a sus espaldas a salvo de las balas. – ¡bruja apresúrate o te mato! – rugió Leviatel

¡No tienes que repetírmelo! – dijo Idlen a modo de queja, aunque de no ser porque Leviatel se lo repitió no lo habría hecho

Idlen sacó unas hierbas y un par de pociones de los bolsillos de su chaleco, untó ambos en la espalda de Leviatel justo en medio de donde salían sus alas, después concentró su energía en ese punto activando el hechizo que le funcionaría a Leviatel como una especie de chaleco antibalas, pero en todo su cuerpo, seguido usó su energía y se concentró en el mismo punto donde había hecho el hechizo de protección para hacer un hechizo de sanación, ella era experta en esos hechizos ya que era su habilidad natural de bruja, la habilidad natural se heredaba por parte de la madre para las niñas o se heredaba la habilidad natural del padre hacia los niños. El fuego verde apareció envolviendo sus manos y con eso empezó a sanar a Leviatel

Ya era hora bruja – se quejó Leviatel

Traté de protegerte un poco más – regaño Idlen a Leviatel por mal agradecido.

Leviatel estaba atacando con runas de ataque ligero ya que no podía hacer sus runas más potentes y sacar un dragón ahí sería muy complicado ya que la runa tomaba tiempo y quedaba expuesto al ataque y en su estado actual no era una opción.

Idlen casi no podía ver lo que sucedía por ir en la espalda de Leviatel, escuchaba unos atronadores estruendos que provenían de las armas que cargaban los hombres que resguardaban la prisión, los impactos de esas balas hacían vibrar el cuerpo de Leviatel que avanzaba con lentitud creando runas con las que creaba unas lanzas para poder atacar a distancia y hacía otras runas con las que lanzaba un pequeño y mortal destello de luz, el avance de Leviatel tomó mucho tiempo, el hechizo de protección que había hecho Idlen estaba por acabar

Leviatán, no podemos continuar, mi hechizo de protección ya casi se termina y mi energía para curar tus heridas no será suficiente – dijo Idlen en tono de alarma

¡Cállate bruja! Yo soy Leviatan, un El de elite, uno de los siete reyes del infierno, el El más fuerte de todos, no me van a detener unos simples mortales – rugió Leviatel

Ya me sé todo eso al igual que sé que en tus condiciones no podrás, tenemos que irnos, ocupamos retirarnos y planear algo, conseguir aliados o algo por el estilo… por favor Leviatan escúchame – rogó Idlen antes de que fuese tarde

Cállate bruja, voy a hacer esto solo

Leviatel siguió con su ataque a pesar de que Idlen le rogaba que no lo hiciera, tomó a Idlen mientras rodaba en el suelo de la isla, Idlen quedó a espaldas de Leviatel que se lanzó al ataque sin escucharla, Idlen pudo ver en primera persona una muestra del poder de Leviatán… Leviatel como era su verdadero nombre, su nombre de guerrero, todos los títulos que se le acreditaban en las historias y de los que él no paraba de mencionar cada que podía se quedaban cortos, Leviatel atacaba ferozmente, todos los ataques se dirigieron hacia él ignorándole a ella por completo, Leviatel peleaba de una forma brutal, aplastaba a los guardias con sus manos y pies, atacaba a los que estaban largo con las lanzas que creaba, por un momento pensó en que Leviatel podría acabar con todos por sí mismo, pero no fue así, las heridas de Leviatel y su poca energía le pasaron factura, poco a poco los guardias recuperaban terreno, Leviatel no tenía más opción que dejar de atacar y empezar a defenderse, los guardias atacaban sin piedad con sus potentes armas hasta que neutralizaron a Leviatel por completo. Idlen pudo contemplar “al otro Leviatel” el débil, el que estaba expuesto al daño, el que estaba temeroso, el que era inseguro, una vez que Leviatel fue neutralizado en su totalidad cayó al suelo derrotado, recordó la primera vez que lo vio, estaba al borde de la muerte y nunca le dijo la razón de que estuviera así, un ser tan poderoso y tan frágil, ahora entendía por qué Leviatel cada que podía decía todos los títulos que cargaba, no lo decía por ella o por sus oponentes, lo decía para sí mismo, para recordar quien era… no para recordar quien es, que sin importar que tan mal se encuentre su cuerpo sigue siendo ese guerrero que carga tantos títulos, sin importar con quien o contra quien esté sigue siendo ese gran guerrero, todo el poder que tiene y que sin importar que tan mal esté siempre va a pelear. Leviatel quedó tendido en el suelo, los guardias se acercaban rodeándole, lo iban a encerrar en esa prisión, sin importar como Idlen no lo podía permitir, mucho menos después de lo que acababa de ver, ahí Leviatel nunca se podría recuperar, no se lo permitirían, tenía que salir de ahí con él, un grupo de guardias rodeó a Idlen, la apuntaban con esas armas, cualquier movimiento que hiciera le costaría la vida, pero ¿Qué hay con los movimientos de los propios guardias? Idlen hizo uso de uno de sus hechizos favoritos para aterrorizar, aunque en esta ocasión asustar no era el fin, fijo su energía en el arma de uno de los guardias, sintió el arma, el metal pesado como si fuese ella la que la cargaba, se concentró tanto como pudo y apuntó hacia otro guardia, el arma obedeció para luego disparar, la telequinesia no era su don, pero como toda bruja fue algo que pudo aprender, no era tan buena en ello ya que no era su habilidad natural, pero servía para hacer una que otra cosa, incluso ahora le había salvado la vida, entre la confusión de los guardias al ver como uno de ellos le disparaba a otro Idlen corrió a toda velocidad hacía Leviatel, repitió el acto de la telequinesia con un par de guardias más aumentando el descontrol entre ellos




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