Sus palabras la enorgullecen. Susana engancha una sonrisa, muy consciente de sus atributos, da una lenta vuelta mostrando su atuendo.
—¿En serio le gusta? La compré exclusivamente para usted —le asegura ésta con voz seductora. Caminando sensual rodea el escritorios acercándose a Alejandro y sentándose en sus piernas, une sus labios en un beso cargado de deseo y pasión. Éste no se resiste al contrario, se encuentra aquel beso permitibme. Susana gime y es la primera en poner distancia entra ellos, aunque rápidamente picotear los labios del empresario.— Espero de todo corazón que haya sido de su agrado —añade.
Era un cincuenta, cincuenta, la verdad ha tenido mejores amantes, prefiere callar. El siempre ha tenido montones de mujeres a su alrededor, rogándole por un poco de atención de su parte, y como el era hombre caballeroso que es tiene que complacerlas, a todas sin excepción. Era una de las ventajas de tener tanto dinero y ser tan guapo, obviamente sin ningún compromiso, él no es de esos hombres que creen en el amor, mucho menos en el compromiso, pero a veces permitía que las mujeres pensarán que podrían enamorarlas así era mucho más accesibles a ellas.
Alejandro engancha una sonrisa coqueta.
—Pero por su puesto que lo es —le dice mientas besa sus labios, y luego, su barbilla hasta llegar a su cuello. La mujer sonríe totalmente complacida y se muerde el labio evitando jadear... sin mucho éxito.
—Nos escucharan y necesito que sea breve.
Pide Alejandro, colocando sus dedos sobre sus labios.
—Entonces... no perdamos tiempo, señor Alcalá —fanfarrea eufórica, luchando por desajustarle el cinturón de su pantalón. En busca de su propio placer, Alejandro se acerca a su secretaria besándola con hambre, baja sus manos al trasero y lo aprieta, sin poder mantener sus manos quietas busca a través de su falda el camino a su intimidad.— espere...— la castaña se separa bruscamente de Alejandro causándole a éste una gran molestia. Alejandro la observa cabreado.—... debo avisarles —le dice colándose el teléfono al oído, teclea rápidamentr varios números. Alejandro intenta revirar, Susana lo calla tapándole la boca con sus dedos.— Si Kate, puedes por favor comunicarte con los master... Si en quince minutos, ¡Ajá! Gracias —cuelga el teléfono, sonríe y se voltea para observar a su amante que no estaba contento con su acción, deja un rápido y fugaz beso en sus labios.— ¡Listo!, asunto sanjado.
Y lo vuelve a besar. Y es que la relación que mantenía Alejandro con su secretaria no ha sido casualidad, ni mucho menos por asares del destino. Apenas Alejandro puso los ojos en ella o en sus pronunciables caderas y apetecible cuerpo, supo que debía ser suya; para nada la contrató por su inteligencia u eficiencia laboral eso lo tenían claro los dos. Fue por sexo, y apenas se le presento la oportunidad Alejandro no dudo en acercarse. Aunque Susana no se opuso, al contrario, disfruta cada noche a su lado y todo el dinero que le saca a cada encuentro.
Pero hoy, casi un año de ser su amante Susana siente que puede lograr algo más que solo estar para la satisfacción de Alejandro. Susana estaba y se siente en el paraíso y por nada del mundo quería ceder su puesto.
El encuentro sexual duro más de lo esperado. Y lo que debía ser rápido placentero (y de hecho, lo ultimo si que lo fue) logró atrasar a Alejandro, y de paso, la reunión. Media hora después, los diseñadores julio Restrepo y Miranda Terán, el directo Carlos silva y la gerente Virginia Ochoa se encontraban en la sala de juntas esperando a que su presidente apareciera y así empezar a deliberar los materiales de la producción, pero este se encontraba muy ocupado con su sexy secretaria.
—Entonces... ¿Dónde está nuestro dichoso presidente? —se queja la diseñadora cruzando sus brazos.— Dijo que en quince y es el único que falta —suelta un suspiró.
Julio la observa divertido.
—Miranda, Miranda, Miranda. ¿Por qué tan enojada? seguramente se perdió buscando la oficina. ¡Y con todo y secretaria! —bromea tratando que quitarle hierro al asunto. Miranda puso los ojos en blanco. Tanto Carlos como Virginia comparten una fugaz mirada que no pasó desapercibida para el diseñador.
Era un secreto a voces la relación sexual que mantenía su presidente con su actual secretaria. Pero lo cierto era que esa relación interfería con su labor como presidente de una importante empresa textil y siendo el presidente debía poner limites. Sin embargo, nadie se atrevía a decirle nada, ni siquiera Carlos que era su más fiel y antiguo amigo. Y aunque su padre se encabronaba por aquel hecho, nada podía hacer y el tampoco iba a dejar de insistir.
A estas alturas, ya ninguno de los presentes se sorprendía del retraso de Alejandro. Además sabían perfectamente que para Alejandro, Susana era una de tantas que esta en su lista; de lo que si se sorprendían era que estuviese durado tanto a su lado, aunque también sabían que ella no era la única que estaba en ese momento con el presidente.
—¡Caray, al menos alguien puede mandarlo a llamar!—exigió frustrada Miranda cortando importancia la pequeña discusión de sus colegas.
—No es necesario... — respondió al fin Virginia, observando con su ceño fruncido como Alejandro salía del ascensor tratando de arreglar su físico.—... Ahí viene nuestro presidente.
Todas las miradas se centran en Alejandro cuando esté entra a la reunión que por cierto, él estaba retrasado y lo sabía. Tratando de no ser muy convincente entro y se posicionó en el puesto de mando seguido por su secretaria que lucia una sonrisa de oreja a oreja.
—Empecemos con la reunión—musita muy serio.
Los diseñadores se miraron pero fue Julio quien se levanto; arreglo su corbatín de colores y plancho su chaleco con sus manos.
—Lo que están a punto de ver, es sin duda el inicio de una nueva era en la industria de la moda. Ovo'Alcalá ya no se vera como antes— comenta Julio.— Miranda, reprodúcelo.