Los cambios en el amor

Capítulo Siete

El lugar en cuestión era sensacional.

Adamaris supo que desde ese día se iba a convertir en uno de los lugares más importantes y apreciados por ella. Y es qué desde que piso el lugar, su cuerpo se invadió de un aroma fresco y mañanero para nada acorde con la hora actual. 
El lugar era de dos piso, grande y espacioso. En sus paredes tapizados con papel reposaban papelitos de colores, y estas, a su vez, contenían mensajes.

-Buenas tardes señorita, ¿Desea una mesa?- la saludo una mujer, apenas llegó al local.

-Buenas tardes, eh si, por favor -le dijo.

-Como podrá usted observar estamos un tanto llenos de lugar, pero inmediatamente le buscaremos un sitio de su agrado - comentó la mujer -, el día de hoy seré su camarera personal así que por favor no dude en pedir mis servicios, por favor, sígame.

Adamaris pestañea cohíbida.

-Si, gracias.

Juntas emprendieron la búsqueda de una mesa disponible. Efectivamente el lugar estaba a reventar y eso que ya eran más de las cinco de la tarde.

Ambas pasaron entre las mesas y se adentraron al pasillo en donde había una escalera que conectaba con la segunda plata, pero siguieron derecho.

Las dos sala estaban llenas y había mucho personal.

Adamaris estaba encantada, su amigo en línea tenía muy buenos gustos, este ambiente sin duda era muy interesante e inspirador.

-Por aquí - la camarera la saco de su ensinamiento, y entonces, Adamaris boqueo.

Estaban saliendo al jardín trasero en donde habían pequeñas kioscos repartidos a más de veinte pies de distancia.

-Está usted de suerte, este es el único lugar disponible hasta el momento - la camarera sonrió y la invitó a sentarse-. Por favor.

Adamaris camino hacia el kiosco y se sentó en una de las cómodas sillas del lugar, justo al frente de la camarera.

-Aquí tiene nuestro menú.

Adamaris aún cohíbida agarro la carta y empezó a ojearla.

-¿Cual es la especialidad de la casa? - preguntó.

-Este lugar es reconocido por sus bebidas sorprendentes y exóticas, señorita. Pero yo le recomiendo que se incline por los cafés fríos, aportara mucho al caluroso clima.

Adamaris escuchaba cada una de las palabras mientras hojeada la carta, hasta que se detuvo en un nombre.

-¿El... Frappe? - nombró.

La camarera sonrió.

-Buena elección - le dijo, agarró la carta y salió disparada dentro del lugar.

Entonces fue cuándo se permitió pensar con claridad.

Su hermano la iba a matar si se enteraba que había roto con la dieta, pero realmente se le antojo ese café.

Sonrió y mientras esperaba la llegada de la camarera empezó a imaginarse nuevos estilos de ropa, sus colores y diseños. Realmente el enredado en las paredes era únicas, ella quería sacarle una foto al lugar.

La camarera no tardó en aparecer y le entregó su café, junto a una rosa roja.

Adamaris le frunció ligeramente su ceño confundida.

-Cortesía de la casa, provecho - explicó y se marchó.

Adamaris sonrió y antes de empezar a tomar le tomó una foto.

-Para el recuerdo - se dijo.

Guardo el móvil después de comprobar la foto y empezó a beber de la taza hasta acabar todo su contenido sintiéndose entre feliz por estar allí y en paz, una paz que hace años no sentía . Adentrándose al lugar, camino hasta la cajera y pago lo que consumió.

- ¿Desea escribir alguna nota? - le pregunta.

Adamaris no lo pensó y asintió. La mujer le entraga un papelito de color verde manzana y una pluma y esta empieza a escribir.

-Por acá esta el muro señorita - la mujer la guió a una pared en donde Adamaris pudo pegar el papel deseando con todas sus fuerzas que su amigo por linea lo leyera.

Era bien entrada la noche cuando Alejandro arribo al lugar. Ya no había gente y muchos de los empleados se preparaban para irse. Alejandro saludo algunos empleados y entró directo a las oficinas. Allí lo esperaba Juan Soler un gran amigo y dueño del lugar. Ambos se saludaron con efusividad.

-¡Alejandro compadre! Que milagro tenerte por estos lares, tiempos sin venir por acá, eh - le decía. Alejandro ríe -, siéntese amigo mío.

- Gracias Juan, la verdad es que ya me hacía falta una escapadita.

-¿Una copa? - le ofrece su amigo, alzando uno botella de vino.

Desde su asiento, Alejandro negó.

-Por esta vez agua, vengo manejando - se excusa.

-Oh comprendo, comprendo- se lamenta y le sirve lo pedido.

Alejandro lo acepta en cantado.

-Y dime amigo mío, ¿cómo esta la familia? ¿tu padre sigue siendo el mismo gruñon?.

-Ahora esta peor Juan, pero es controlable - le responde con simpleza.

Juan se hecha a reír y se acomoda en su silla.

-Dime amigo mío, ¿qué te trae por acá? No creo que sea por mi, ¿o si? - Juan alzó una ceja, deseando conocer los motivos por los cuales su socio. y amigo se había aparecido a esas horas en su negocio.

-Siempre al grano ¿eh, socio?- Alejandro se aclara la garganta, sintiéndose de repente sediento -. Cerca de las cinco, seis de la tarde vino por primera vez una mujer al establecimiento - Juan abrió la boca claramente sorprendido, dispuesto a interrumpir lo, pero Alejandro continuo -. No me preguntes quien es por qué ni yo mismo la conozco compadre, pero a lo que voy... Necesito ver los escritos de hoy.

Juan abrió mucho los ojos y se atraganto con la bebida.

-Pero es imposible, son muchas -réplica, tratando de persuadir lo.

-Puedo con esto - aseguró con solemnidad, viéndose arrogante.

-Realmente no encuentro coherencia a lo que me pides-se sincero su amigo.

-Ni trates de buscarle el sentido por qué ni yo mismo encuentro respuesta - se apresura aclarar, tal vez compadeciendose si no llegan hacer suficientes las respuestas.

Juan frunce su ceño, mirando desconcertado a su socio quien contenía muy mal sus ganas de empezar su búsqueda.

- En todo caso amigo mío, bajemos. Hoy estrenamos un nuevo mural, andando, andando - se apresura a decir Juan.- ya después tendremos tiempo de conversar.



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En el texto hay: pasion, romance, amor

Editado: 23.01.2021

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