Los caminos que salen de Roma (poesía)

IV. En mi piel tu nombre

Ya te previne.

Te avisé, indirectamente.

Incluso lo comprendiste.

Ya te dije que llegaría este momento.

Que arrepentida volverías a maldecir

los caminos que no recorrimos juntos.

No hace falta que me cantes trozos de canciones

que hablan de juventudes eternas,

ni que me recuerdes las noches de bulerías,

vino e historias.

Ni me hables de tu cama

ni de mis promesas de amor modernas.

Que ya te creí una vez,

y me disparaste al cuello.

Que ya he elegido mi destino,

y eso que no sé

ni lo que tengo ni lo que quiero.

No me jures que el tiempo ha pasado,

que otros somos

y que puede volver a la luz y el calor al fuego:

las cenizas se esfumaron,

forrando un corazón que solo tú volviste negro.

No me des unas explicaciones

que llegan a deshoras.

Solo leyéndome podrás entender

todas las horas que he pasado llorándote.

Todos los años que he guardado el luto,

que he estado de duelo.

La risa que siempre regalé

hoy ha envejecido.

La rutina, de la que te sacaba,

me ha estado torturando.

No me han quemado otros labios,

y eso que lo he intentado.

No me han roto otros rostros,

ni he idealizado otras piernas.

Me he endurecido.

Esta vez no voy a dejar engatusarme.

Soy mucho más fuerte.

Esta vez tendrás que irte

por el mismo sitio por el que vuelves.

Ya no quema en mi piel tu nombre.



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En el texto hay: poesia, amor, relatos cortos

Editado: 18.09.2024

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