Los caminos que salen de Roma (poesía)

V. Salvación

Lo que pesa esta losa

sobre mis hombros.

Tanto, que cada domingo

me va a hundir un poquito más.

Consumiéndome,

haciéndome más pequeño.

Invisible.

Lo que duele estar, pero no estar.

Querer y no querer,

poder y no poder.

Lo que duele no sentir dolor.

No tener que abrirte

heridas en los costados.

No tener que sudar y llorar

por cuatro disparos muy bien colocados.

Lo que cuesta deshacerse

de una piel rosa que, tatuada en el pecho,

no se me borra ni queriendo.

Tarde o temprano tenía que asumir

que el puesto no era para mí.

Que siempre he andado en la cuerda floja,

entre seguir y no seguir.

Que el tiempo, las ganas y las circunstancias,

me dieron, estas temporadas, el sí.

Y ahora me dan el no.

Tratar de enseñar lo poco que sé

a los que en un balón ven la salvación

será mi única opción.

Porque a mí me salvó

cuando quien encendía mi llama

se apagó.

Desde el septiembre en que ella

se marchó.



#2225 en Otros
#558 en Relatos cortos
#505 en Joven Adulto

En el texto hay: poesia, amor, relatos cortos

Editado: 18.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.