Me dijeron que te vieron
caminando por Granada.
De esas noches
en las que te vigila la Alhambra,
lejos en el horizonte,
el viento te agita el pelo
y el alcohol no calienta nada.
Andabas con alguien,
enseñándole el mundo
que a tu lado aprendí primero
y luego odié.
Me pregunto, hoy,
si él extraña tus besos.
Porque si hay algo que sabes hacer
es irte.
Caminar por caminos que no tienen final,
de esos que abres con monedas prestadas,
por tu cara triste.
No te lo dijeron, no lo oíste,
pero a mí,
no me vieron por esas calles.
Ni de la mano con nadie.
Prefería ahogarte en copas
a las que no daba tiempo a calentarse,
en el sofá.
Brindando por ti
y por todos tus muertos.
Brindando por el tiempo que te di
y por la vida, la mía,
que te llevaste de mí.
Las ganas, la ilusión,
la picardía, el talento,
la sonrisa, la fe y la maldita suerte.
Hasta el destino.
Te llevaste incluso
el fantasma que me asustaba
y que echo de menos.
Todo.
Te lo llevaste todo en la maleta
para Madrid.
Allí, según me contaron,
volviste a empezar.
Como quien nace de nuevo.
Eso que aún hoy yo intento
y tú tienes el nivel experto.
Que conociste a otras personas,
a las que pronto engañarás.
Cuando tengas lo que quieres
y a ellos les falte lo que poseían.
Me dijeron...me dijeron tantas cosas,
que ya no sé qué creer.
Seguro que te espera Barcelona o Bilbao.
Tienes que manchar cada ciudad,
con tu dulce y patético caos.