Los caminos que salen de Roma (poesía)

X. Quién te señala

El centro del mundo no te pertenece.

No sé por qué vas por ahí,

dando lecciones,

cuando ni las de tu dios aprendes.

No creas que sigo

a tu cintura atado

por volver,

después de casi mil lunas,

a intentar atar cabos.

Que no fuiste mi fortuna,

ni serás mi tumba,

y mucho menos

seré tu eterno esclavo.

Solo pretendía coser

con el hilo del por qué

el corazón que un día dejaste morir

desangrado.

Pero para qué.

Para qué vas a explicar,

si no supiste ni tú cómo acabarlo.

Que te divertiste un rato.

Más de dos días

no puedes estar en el mismo sitio.

Quién me señala a mí con el dedo,

querías saber,

y todo aquella que un día lo hizo

hoy tiene mi perdón

y yo mis pantalones por la rodilla,

sucios.

Probablemente más manos

que mis manos

te señalen directamente a ti

con el dedo.

Y no te das cuenta.

De que vas dejando atrás

una procesión de desheredados,

no porque enamores,

sino porque les robas

hasta el último céntimo.

Adiós, que te vaya bien.

Son cosas que yo también puedo decirte.

Tú las usas con un tono

que tiene poco de humilde.

Que eras tú siempre la bruja

a la que quise referirme.

La que maneja marionetas,

lanza indirectas,

se inventa historietas

y a las personas enfrenta.



#2225 en Otros
#558 en Relatos cortos
#505 en Joven Adulto

En el texto hay: poesia, amor, relatos cortos

Editado: 18.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.