A pesar de que aún creo,
al menos teóricamente,
en la lucha armada,
voy a practicar ante ti
la noviolencia
y te voy a combatir
con mis manos desnudas.
Con mi piel confundida.
Con mis venas,
que son las decisivas.
Las que derramaron tanta sangre
que acabaron por sanarse.
Tantas veces que te hice el amor
y tú me respondiste con guerra…
Mataste a Francisco Fernando
con tu Serbia,
invadiste uniformada
mi frágil Polonia.
Derribaste los bombarderos
que volaban por tu espacio aéreo
y que solo pretendían hacer explotar
en tu carne nuevas sensaciones,
por tu cuerpo entero.
Me desgarré en la guerrilla.
Tirar a matar antes de ver por la mirilla.
Cómo iba a ver a la luz.
Cómo iba a entrar,
por mi barricada, alguien.
Te olvidé dejando mi sociedad militarizada,
no sirvió para pelearte de tú a tú,
no sirvió para nada.
Ahora tengo una pancarta,
las manos unidas a otras manos,
que llenan las plazas.
Me sumo al cambio,
al que deseo que se sume mi querida España.
Te dejó atrás,
en los campos de batalla.
En las trincheras desheredadas.
Me decanto por la diplomacia
y por los amores que no disparan balas.